llegan cartas

Efecto Cutzarida

PABLO ADRIÁN GIUSTI

DNI 20.806.363

Fueron impresionantes las repercusiones que tomaron las declaraciones de Ivo Cutzarida. Se podría decir que habló descarnadamente, y en ese relato primario pero no por eso fuera de la realidad, quedó en claro cuál es el sentimiento general de nuestra gente, al ver los resultados de encuestas en las que se preguntaba si está a favor del pedido tan simple y elemental de que no nos maten, roben o violen. Si tuviera que extraer la esencia de esta historia, es el pedido a gritos de jueces ‘con pelotas‘, siendo ésta la misma expresión que utilizó Cutzarida, quizás un poco reñida con la literatura ortodoxa, pero mucho más descriptiva que decir: solicitar valentía y coraje a los magistrados de turno.

Me parece que Cutzarida en sus manifestaciones sólo contempla paliar el efecto, pero no está atacando la causa del problema inseguridad. Él pide valentía a los jueces para que los asesinos, violadores y ladrones no entren por una puerta y en menos de 48 horas estén afuera, invocando derechos humanos o alguna argucia legal que los devuelva a la sociedad. Este pedido es válido, pero la valentía de los jueces no debe verse metiendo preso a un infeliz que optó por ser un delincuente. La valentía de un juez se ve metiendo presos a los delincuentes que ostentan el poder, porque acá se perdió la escala de valores. ¿Cómo podemos pretender que el simple ciudadano respete normas y leyes que sus dirigentes políticos violan de manera serial y alarmante? ¿Qué ejemplo vemos en la cúpula dirigencial, cuando vemos que la máxima autoridad incrementa su patrimonio personal en más del 1.500% mientras la miseria y la pobreza crece de manera alarmante? ¿Qué ejemplo baja a la sociedad si el segundo en la escala de mando tiene direcciones truchas, títulos de autos truchos y además fue el mandadero del ex presidente para quedarse con la fábrica de hacer billetes? Es justo decir y resaltar que no se trata de estar en contra o a favor de sus políticas, ya que algunas nos pueden gustar o no; acá estamos hablando de gente que delinque usufructuando el poder, y es por eso que el día que los jueces pongan lo que hay que poner, y manden a la delincuencia del poder a la cárcel, ese día el delincuente común dirá: parece que se terminó la joda, vamos a tener que buscar otra manera de vivir o terminaremos presos. Pero esta frase parece estar tan lejos de que ocurra que sólo nos conformamos con que no nos maten.