Por la compra de un sombrero

Clienta confundida con una “mechera” reclama una disculpa de la empresa

  • Una mujer de 30 años y su sobrina de 10 vivieron una situación traumática ayer, cuando en un local céntrico las acusaron por el robo de un artículo que había sido comprado 15 días antes. Las cámaras de seguridad de la Municipalidad demuestran que la pequeña entró con el sombrero puesto.
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Lucrecia Grecco, madre y abuela de las protagonistas, expresó todo su malestar por el trato recibido por el personal del comercio.

Foto: Flavio Raina

 

Juliano Salierno

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Una mujer de 30 años y su sobrina de 10 vivieron momentos de suma tensión ayer por la tarde, cuando al entrar a comprar un cinto a un local de venta de artículos de moda del centro fueron acusadas de robarse un sombrero, que había sido comprado en la misma empresa, pero 15 días antes.

El confuso episodio ocurrió en un negocio ubicado en las inmediaciones de la peatonal San Martín y calle Mendoza. Del relato se encargó Lucrecia Grecco, madre y abuela de las perjudicadas y asimismo dueña del sombrero que fue objeto de la disputa.

“El miércoles a las 17.30 aproximadamente salen de casa mi hija María de los Ángeles y mi nieta Delfina. La nena de 10 años llevaba puesto este sombrero -señala sobre la mesa-; iba a comprarse otro porque quería uno igual y yo me lo había comprado para llevarlo de viaje, porque nos vamos a Córdoba con el coro de la provincia”, nos sitúa Lucrecia en un bombardeo de palabras y expresiones en las que se mezclan angustia y ansiedad.

La mujer camina hasta la cocina y vuelve hablando en voz alta, jurando y poniendo las manos en el fuego por la honestidad de su hija y su nieta. “Yo sé cómo las crié”, dice y vuelve a la mesa para seguir la entrevista.

Conducta iracunda

Coloca a su hija y su nieta en la escena, en el salón de ventas de la cadena comercial y continúa: “María iba a buscar un cinto verde y cuando entran, una de las empleadas le pregunta si lo iba a pagar -en referencia al sombrero de la niña- y ella le responde que el sombrero era de la abuela. Entonces la chica le dice que era de ahí y empezaron a forcejear hasta que le arrancan el sombrero que tenía una cinta negra que no está más”, se lamentó la mujer.

El señalamiento y el haberlas confundido con las comúnmente llamadas “mecheras” desencadenó la reacción de la clientela. “El público se puso a favor de las empleadas y se les fueron encima las señoras, que terminaron tirando al piso a la nena”, denunció la abuela que reprobó la conducta iracunda.

Enojada por el atropello, la tía le quita el sombrero de las manos a la empleada y se va a otro local de la misma marca que está a pocas cuadras. Una vez en el lugar advierte que la empleada que la acusó de ladrona la seguía con un policía, que la detuvo y la trasladó incomunicada a la Seccional 1a.

Cámaras de seguridad

“Como demoraban la llamamos al celular y me atiende la nena llorando que no se le entendía nada. Entonces me voy a la comisaría con la tarjeta del banco y la compra del sombrero y la cartera”, continuó Lucrecia.

“Acá está la abuela que es la dueña del sombrero y la mamá de la ladrona” dijo a viva voz la mujer en la comisaría. “No me pida que me tranquilice”, le contestó a un policía jovencito que le pedía compostura.

Afortunadamente no fue mucho el tiempo que pasaron en la dependencia policial, porque a poco de haber entrado y tras las explicaciones del caso, “entra otro policía que dice que en las cámaras de seguridad de la Municipalidad se ve que la chica entra con el sombrero puesto”, echando por tierra la acusación.

Hecha una furia, la madre-abuela voló hasta el local y “le pedí nombre, dirección o teléfono del encargado” de la franquicia. Lejos de encontrarse con un responsable o un pedido de disculpas, “me echaron en cara la reacción de mi hija”. “Vos ¿qué harías si te tratan como una ladrona?”, le espetó Lucrecia a la empleada.

Lo cierto es que esa misma tarde tomó intervención el abogado de la familia, y a esta altura analizan iniciar a la firma las acciones legales que correspondan, por el mal momento, la falsa acusación y el escarnio público al que fueron sometidas una niña y su tía, cuyo único pecado fue haber salido de compras llevando un sombrero.

“Nadie se comunicó”

María de los Ángeles publicó anoche en su cuenta de Facebook lo ocurrido esa misma tarde en un local de venta de artículos de moda: “Hoy fuimos víctimas de un hecho lamentable, ocurrido en (un comercio de) la peatonal santafesina. Soy clienta habitual, entré a comprar con mi sobrina de 10 años, sin percatarme de que ella tenía un sombrero que mi mamá había comprado en una de sus tiendas, del cual aún conservaba la etiqueta”, dice la joven que es empleada de una importante empresa local.

“Gracias a Dios que existen las cámaras de seguridad de la Municipalidad que demuestran que mi sobrina entró con el sombrero puesto al local”, dice con alivio la protagonista de esta traumática historia, que se lamente porque nadie reconoció el error. “Mínimamente deberían pedir una disculpa, nadie se comunicó”.