Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

En la Competencia Internacional

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“Melbourne” es una película iraní dirigida por Nima Javidi, que describe las horas de angustia de una pareja que ese mismo día viaja para radicarse en Australia y está desmantelando su departamento de clase media. Foto: Télam

 

Roberto Maurer

(Enviado especial)

En el certamen principal son 12 las películas que compiten por el Astor de Oro, el premio mayor que concederá un jurado que integran: Paul Schrader, Valeria Sarmiento, Soledad Villamil, Gerardo Herrero, Carlos Vermut y Manu Yañez Murillo.

Por cuarta vez, una película de José Campusano fue seleccionada para la Competencia Internacional, y es un privilegio o favoritismo que tiene detractores. Su obra ha sido clasificada como “cine bruto”, un rango creado con todo respeto para denominar sus toscas realizaciones. Lo distingue un rasgo, el de haber constituido su universo con un territorio mal explorado por el cine argentino: los cordones más apartados del conurbano bonaerense. Su trabajo con actores no profesionales del mismo medio social refuerzan la autenticidad, fundado en los escenarios reales, y a la vez lo debilitan por la falta de oficio.

Ignorado o a veces resistido, Campusano ahora no sólo ha sido aceptado, sino que ha llegado a entusiasmar a un sector de la crítica cool.

Se presentó con “El Perro Molina”, por primera vez un film de género. Es un policial que no renuncia al territorio habitual de su cine, narrado desde el punto de vista del hampa, o sea incluyendo a la yuta bonaerense. Esta película de Campusano parece más profesional, lo que no significa que haya aprendido a filmar bien, y es un riesgo: si mejora, en ese camino puede perder la cualidad primitiva que lo distinguió.

El Perro Molina es un delincuente con códigos, tal vez demasiados, y vuelve de la cárcel para realizar su último trabajo y retirarse. Como en “Vikingo”, el director subraya la aparición de una nueva generación de chicos violentos y demenciales.

Lo más original de la historia consiste en que el detonante de la mayoría de las situaciones es una mujer, una chica preciosa y altanera, que defiende su independencia.

Es la pareja de un comisario que se acuesta con rameras, lo abandona y se prostituye, para constituirse y sin proponérselo, en un caso de atracción fatal: todos están enamorados de ella. Desde el comisario que hace cualquier cosa para recuperarla, el dueño del prostíbulo y el propio Molina.

UN AJUSTE DE CUENTAS POSTERGADO

En este diario, durante el festival del año pasado se publicó un comentario sobre “Fango” que disgustó a Campusano. Envió un correo donde enumeraba sus éxitos, premios y condecoraciones, y desafiaba pelear al autor. Este año parecía el momento adecuado para ajustar cuentas, aunque Campusano suele andar escoltado por un par de torpedos del conurbano que llama “mis amigos”. No se trata, por cierto, si es un truco meramente publicitario.

Pero esta vez la conferencia de prensa que sigue a la proyección se hizo en la misma sala del Auditórium, porque había 800 fanáticos aulladores que se habían quedado para escuchar a su ídolo. No era el momento apropiado para una pelea, con un marco tan desigual.

MUDANZA ACCIDENTADA

Otra producción en competencia que vimos fue “Melbourne”, iraní, dirigida por Nima Javidi, que describe las horas de angustia de una pareja que ese mismo día viaja a radicarse en Australia y está desmantelando su departamento de clase media. En ese espacio y tiempo acotados transcurre el relato.

Familiares, amigos y vecinos entran y salen, en algunos casos son inoportunos, vienen a buscar los muebles, llegan operarios, y en ese caos justificado, unos vecinos que apenas conocen dejan a su cuidado a una beba recién nacida. La depositan dormida en la cama y dos horas después está muerta, la niñera que la trajo no aparece y llega el padre a buscarla. Le mienten, aterrados, y seguirán hundiéndose en la simulación.

El juego de las escondidas con cadáveres constituye un lugar común de la comedia negra, pero es la primera vez que se utiliza un bebé. El departamento se va vaciando, suenan los teléfonos, la gente entra y sale, la pareja se hace reproches, en un momento sospecha que fueron engañados y están en una situación sin salida a horas de abordar el avión.

Es un thriller intimista, si existe esa categoría, que a veces roza el humor negro, y que escarba en la naturaleza moral de dos personas normales y sus reacciones ante una situación límite. La construcción del suspenso en un espacio pequeño está resuelta con enorme destreza, pero el espectador siente que todo le es llevado de la nariz mediante trucos inverosímiles. El protagonista es el extraordinario Dayman Maadi, de “La separación”, que obtuvo el Oscar y se vio en el cine América.

Luego, en la conferencia de prensa, el director Nima Javidi (es ingeniero mecánico) contó que una vez vivió una situación similar. No pasó de un susto, pero le dio la idea para la película.