editorial

  • A la luz de las cifras comiciales, no cabe duda de que la gestión de José Mujica, evaluada con sus luces y sombras como positiva, contribuyó a esta victoria.

Tabaré Vázquez prolonga el ciclo del Frente Amplio

La victoria del candidato “frenteamplista”, Tabaré Vázquez, fue previsible, aunque algunas consultoras no le otorgaban una ventaja tan marcada sobre su competidor, el dirigente “blanco”, Luis Lacalle Pou. Los comicios se desarrollaron con absoluta normalidad en un país que ha hecho de las prácticas democráticas y republicanas una cultura y un estilo al que adhiere la mayoría de los ciudadanos.

De acuerdo con estos resultados, Vázquez iniciará la tercera presidencia del Frente Amplio y su segundo mandato institucional. A la luz de las cifras comiciales, no cabe duda de que la gestión de José Mujica, evaluada con sus luces y sombras como positiva, contribuyó a esta victoria, que se inscribe como la más contundente que haya logrado esta coalición de centro-izquierda desde que ganó la presidencia hace diez años. Por su parte, Tabaré Vázquez es un dirigente prestigiado como ciudadano, profesional y político. Llega a su segunda presidencia con una larga y ponderada carrera política que incluye las gestiones municipales de la ciudad de Montevideo. Socialdemócrata, moderado, conciliador, es la expresión más emblemática de esta corriente de centro-izquierda que se propone modernizar las estructuras económicas y de poder, sin renunciar a las notas esenciales de la democracia más avanzada ni a la fecunda tradición republicana.

Desde el punto de vista partidario, el Frente Amplio es hoy la fuerza política más poderosa de Uruguay, una coalición política que a esta altura de los acontecimientos bien puede ser considerada “tradicional”, es decir, legitimada por más de cuarenta años de trayectoria. El Frente Amplio no sólo ha ganado en su reconocido reducto de Montevideo sino que se ha impuesto en departamentos habitualmente controlados por los blancos o los colorados. Muchos lo votan por considerarlo el partido que más hace a favor de la justicia; otros, porque lo consideran lo menos malo, y no son pocos los que, decepcionados por la performance de los “blancos” y los “colorados” decidieron sumarse al partido liderado por Tabaré y Mujica.

Por su parte, el Partido Blanco ha logrado renovarse con la presencia de un liderazgo joven y con futuro, como es el de Luis Lacalle Pou, pero resulta obvio que, en esta oportunidad, ese envión renovador no alcanzó para llegar a la presidencia. Mucho más profunda es la crisis del Partido Colorado, organización que desde que Batlle dejó el poder, hace diez años, sale última mientras crecen las disensiones internas.

La gestión futura de Vázquez seguramente tendrá su propio sesgo, pero en lo fundamental, será una continuidad del gobierno de Mujica. Uruguay ha definido hace tiempo cuáles son los lugares que le corresponden en el mundo y en el Cono Sur, y esas decisiones hoy son políticas de Estado. Las medidas económicas y las proyecciones de crecimiento y desarrollo diseñadas en los últimos años han sido exitosas, y ellas explican en parte el contundente triunfo del Frente Amplio.

Alejado de dogmas y cristalizaciones ideológicas, esta formación de centro-izquierda ha demostrado más preocupaciones por gobernar para todos los uruguayos en el marco de la ley que en dividir a la nación en enfrentamientos estériles e inconducentes. En definitiva, la victoria del Frente Amplio fue recibida con alegría por sus seguidores y con reticencias por sus críticos; pero en todas las circunstancias, los uruguayos disponen de la certeza de que el país continuará por una senda previsible.

Los uruguayos disponen de la certeza de que el país continuará por una senda previsible.