Afectuosos saludos a Charlie Hebdo

Rosa María Marcuzzi (*)

Los sucesos franceses del miércoles 7 de enero enseguida trajeron a mi memoria la originalidad de las páginas de la Revista Humor, con sus portadas invitando a reflexionar sobre la transición democrática argentina y pensé en la lucidez de su contribución a los difíciles años que comenzábamos a transitar. Y sucesivamente lo relacioné con las siempre vigentes reflexiones políticas de Mafalda, la inteligencia de Clemente y su tribuna futbolera y con las ironías actuales de la Revista Barcelona.

Siempre celebré el humor como una de las formas críticas del pensamiento, de desafiar a la autoridad, a lo establecido y de fomentar el pensamiento propio, la creatividad y la autonomía. Por ello quizás sentí tanta tristeza e impresión ante lo ocurrido con Charlie Hebdo.

Es como si hubieran intentado quitar la posibilidad de construir nuevas y distintas concepciones, de tener esperanzas en lograr lo que el popular pensador Boaventura de Sousa Santos denomina “ecología de saberes”. Es como si cerraran la posibilidad de construir el multiculturalismo, tan trabajosamente alcanzado en América Latina. Es cerrar toda esa riqueza a la imposición de una sola cosmovisión basada en creencias.

Por ello, me alarman ciertas interpretaciones que piden un poco de silencio a Occidente pues lo que ha ocurrido es producto del colonialismo, del imperialismo, de la violencia institucionalizada de las ocupaciones de las metrópolis.

Yo pediría lo opuesto, que nunca se calle Occidente y que haya miles de Charlie Hebdo.

Como profesora de Teoría Política, cada año descubro en las obras de los clásicos nuevas formas de abordar los problemas contemporáneos: el pesimismo de Platón frente a la práctica política, la creatividad del estadista para Aristóteles, la solución de estabilidad dada por el gobierno mixto de Polibio, las contribuciones del estoicismo a la idea de igualdad entre los hombres, y cada año tengo una nueva enseñanza, aun ante aquellas desafiantes concepciones que sostienen posmodernamente que la verdad no existe, que la realidad es simulación, carece de racionalidad y que no hay evolución posible.

Por todas estas posibilidades abiertas por las tradiciones de pensamiento, siempre en construcción entre Occidente y Oriente, es que nunca se deben callar.

Por ello, la portada del histórico número 1.178 de Charlie Hebdo es tan elocuente e inteligente sobre el camino a seguir. Y visto con ojos argentinos quisiera saludarlos desde aquí afectuosamente con el célebre “quién dijo que todo está perdido”...

(*)Profesora/ investigadora. UNL-UCSF.