¿Qué tiene de nuevo la denuncia de Nisman?

U-16-DYN16_1.JPG

El fallecido fiscal Alberto Nisman.Foto: archivo el litoral

 

Ana María Cecchini de Dallo

Si se compara la narración fundada que hace el fiscal Nisman en la denuncia, con la sucesión de los hechos ocurridos en 2013, aquellos que conocimos los argentinos sobre el Memorándum con Irán mediante el discurso de difusión de la presidente y la aprobación de una escuadra obediente en el Congreso, veremos que lo que aporta Nisman es el recorrido por los intestinos de la trama.

Allí, en las ondas telefónicas conocidas mediante las escuchas a la intelligentzia kirchnerista -ese entorno de sabios que ella eligió como asesores-, se pone al descubierto el objetivo real de la negociación: conseguir petróleo a cualquier precio, con tal de no admitir el fracaso estrepitoso de la política energética de las gestiones kirchneristas.

En esta acción de maquiavelos mal dormidos, acordaron con Irán la impunidad de los funcionarios de ese origen, involucrados como parte fundamental, en el atentado que voló a la Amia.

Pero cuando el canciller argentino encaró las acciones previstas y condicionantes del acuerdo, se enteró de que él no podía llevarlas a cabo, ya que ésta era una de las tantas competencias de las que carecía.

No se pudieron levantar las alarmas de Interpol, para lo cual se requería la intervención de la Justicia argentina, que era la que las había pedido, al calificar de prófugos sospechosos a los funcionarios iraníes. Además, el Memorándum fue declarado inconstitucional y allí se derrumbó la gravísima gestión de la presidente Cristina Kirchner y su canciller. Por eso los iraníes no nos vendieron ni caramelos.

Ahora bien, la perseverancia de Nisman nos dice que el fracaso de una acción de realpolitik no suspende las implicancias que tuvo al ser generada. Es decir que la gravísima decisión de la autoridad nacional de conceder el perdón de su majestad a nueve sospechosos de haber eliminado argentinos, es pasible de ser penada por la ley.

¿Por qué le pasa esto a la presidente?

Sencillo, por la carencia absoluta de idoneidad para ejercer el cargo, ella y sus asesores, quienes han demostrado palmariamente que no sirven para llevar adelante políticas de Estado positivas; e incluso, hasta han evidenciado ser incapaces para las negativas. Esto no es novedoso, se reitera con diferentes políticas en el tiempo.

La presidente no esta sola, la rodean los colaboradores que tolera, a quienes domina, y que la aplauden aun en sus peores errores. Ése es el modo que ha diseñado Cristina Kirchner para brillar en su mundo pequeño, donde ocupa el centro y desde el cual observa la realidad argentina, ajena a sus efectivas responsabilidades, ignorando toda ley y toda ética. Está, además, sumergida en la preocupación por el cúmulo de denuncias que la asedian a partir de las empresas oscuras que posee.

No pretendíamos de ella que fuera una gobernante con rango de estadista, pero sí esperábamos idoneidad, verosimilitud, confiabilidad, prudencia, tolerancia, sapiencia, honradez. Y la verdad es que nos hemos llevado un chasco.

La perseverancia de Nisman nos dice que el fracaso de una acción de realpolitik no suspende las implicancias que tuvo al ser generada.