Un carnaval que altera las estaciones

Dios Momo de la edición 2014.

Un carnaval que altera las estaciones

Acabadas las fiestas navideñas, habiendo dejado un bagaje de ilusiones cumplidas en regalos y dulces a lo largo de la ciudad, cuando las luces tradicionales de pastores y trineos de las calles de Málaga cambian por máscaras de mil colores, se prepara el carnaval, una fiesta que le confiere calor a un invierno notablemente más frío que el anterior, a través de citas perpetradas para la alegría y las atracciones más inolvidables.

TEXTO. FLAVIA CATELLA ZANCADA. FOTOS. CARMEN OCAÑA / MÁLAGA PUEBLO A PUEBLO.

 

En los meses de enero y febrero, el invierno se presenta en Málaga con días cortos y humedades frías que se cuelan debajo de la lana de las bufandas y de los abrigos. Si bien el sol malagueño continúa siendo un buen aliado, la humedad de esta ciudad marítima pasa a convertirse en un accesorio inevitable de nuestra vestimenta diaria.

Sin embargo, existe un factor muy importante que en Málaga sube los termómetros; el espíritu se anima y el cuerpo se calienta en la mera expectación de lo previsto, de lo calculado hasta el milímetro, de lo planificado por tantos y durante tanto tiempo, y cuya flagrante iluminación y trajes de brillos colman las avenidas y plazas de tibieza y desparpajo. Es el carnaval, la llamada Fiesta del Invierno Cálido.

DONDE TODO EL AÑO ES CARNAVAL

Cuanto más me introduzco en sus planificaciones, más me fascino por el trabajo exhaustivo de los componentes de la Fundación Ciudadana Carnaval de Málaga, cuya pasión encandila más que mil lentejuelas de colores y cuyo fin es preservar y perfeccionar, a través de los años y una permanente combinación de aptitudes, una fiesta que espera y disfruta toda la ciudad.

Sin embargo, a pesar de ser considerablemente conocida la celebración de los carnavales en España por sus degustaciones gastronómicas, disfraces y el buen humor de las tradicionales coplas carnavalescas, esta fiesta ha sufrido innumerables altibajos a lo largo de la historia española, tanto a nivel local como nacional, pasando por épocas de auténtico esplendor y por prohibiciones de carácter político que las sumieron en letargos de hasta cuarenta años, como sucedió luego de la Guerra Civil del año 1936.

UNA PASIÓN, SIN ANTIFACES

Hay un sentimiento que resulta inevitable si te introduces en el barrio de la Trinidad, de Málaga, y es la evocación a la Semana Santa, cuando las calles se llenan de penitentes, nazarenos y cirios detrás de los magníficos tronos de cofradías malagueñas, como la de El Cautivo, la Hermandad del Santo Traslado o La Salud, pertenecientes a este barrio y muy populares entre la comunidad religiosa de esta ciudad. La dedicación ciudadana en esas fechas religiosas es la que encontramos durante los días del carnaval, con el mismo afán de convertir una actividad popular en actos de verdadera cultura institucional, absolutamente participativos.

Así, junto a María Victoria Flores, responsable del protocolo y las relaciones públicas de la asociación, una hermosa malagueña con una extensa trayectoria en los carnavales, nos dirigimos a este barrio en una tarde que me sabía a ingente curiosidad. Visitábamos a la modista Paqui Prieto, que nos recibió en su domicilio particular invadido por creaciones carnavalescas.

Introducirnos en su hogar fue absorber, en una hora de intensa información, decenas de carnavales celebrados que se aunaban en el empeño de contarlo absolutamente todo; con sólo otear las paredes del pequeño salón se percibían historias relatadas a través de fotografías y galardones, expuestos sobre mesas y aparadores.

Hablar con ambas sobre esta fiesta fue rememorar un sinfín de actividades que han marcado, con alegres anécdotas, las vidas de estas dos malagueñas. Paqui Prieto me confiaba los detalles de los trajes, diseñados y confeccionados por ella, que lucirían este año los treinta y ocho niños del coro infantil, de entre tres y quince años de edad y me enseñaba imágenes de años anteriores, mientras María Victoria Flores exponía los pormenores de una organización que responde a la devoción y a la pasión por el carnaval, más que a la obligación y que, según me apuntaba con una sonrisa de absoluto convencimiento, esa es la mejor manera de llevarla adelante.

Los ojos celestes de esta modista apasionada por su vocación, expresaban sincero interés por transmitirme el amor hacia una tarea que resulta placentera desde el momento en que la desarrolla en familia, con la activa participación de su marido y de su hijo; un verdadero ejemplo de abnegación hacia las tradiciones de su ciudad y una satisfacción muy particular transformada, desde la entrega desinteresada y el trabajo constante, en un legado con claras características de fraternidad.

DE LOS BARRIOS AL CENTRO

Las plazas de los barrios de la ciudad convocan a residentes y visitantes a que se sumen a las llamadas “previas” del carnaval. Se ofrecen degustaciones gratuitas de platos típicos, como fideos, coles, callos (mondongo), paellas y potajes (guisos), mientras que los grupos que se presentarán en el Concurso de Agrupaciones de Canto, a celebrarse en los teatros Alameda y Cervantes, ponen el toque de humor con sus letras tan características, en las que satirizan las temáticas políticas y sociales más sobresalientes del momento.

Finalizado este concurso, las murgas y comparsas se trasladan al centro de la ciudad con sus coplas de hilarantes letras y, mientras los disfraces y carrozas comienzan a ocupar las calles, en la Alameda Principal se celebra la Batalla de las Flores, una tradición que nace en el siglo XIX, cuando la clase alta recorría en suntuosas carrozas las calles de la ciudad, camino a su tradicional fiesta de máscaras, y la clase obrera arrojaba flores a su paso, a modo de agravio. Este desfile, hoy, se recrea con un intercambio de pétalos y papeles que vuelan de un lado a otro de la Alameda como símbolo de diversión y de una absoluta igualdad de condiciones.

Esa misma noche, en la Plaza de la Constitución, situada en el corazón del casco histórico, se levanta el escenario que acogerá la elección de la Diosa del Carnaval y del Dios Momo. Rafael Acejo, presidente de la Fundación Ciudadana Carnaval de Málaga, los artistas responsables de tan majestuosas creaciones, políticos invitados y demás hacedores de esta fiesta, prepararán la puesta en escena de quienes se entregarán, un año más, a tal derroche de imaginación, transmutada en disfraces de brillos, bailes, cantos e imponentes estructuras carnavalescas.

Es el arte enfundado en la artesanía más prodigiosa, es la ilusión desplegando sus alas sobre las calles de la ciudad, iluminando tanta expectación con el fulgor de sus fantasías.

La fiesta continúa y una semana después, la Gala Drug Queen desafía los prejuicios más enraizados, con tacones de alturas increíbles y maquillajes soberbios y vuelven a cautivarnos con su desparpajo, la sensualidad de sus bailes y la excentricidad de sus disfraces, para culminar el Domingo de Piñata con la degustación de los típicos boquerones fritos, murgas, comparsas, desfiles de carrozas y actividades infantiles, seguidas del “entierro del boquerón”, una gigantesca figura de madera y goma espuma con forma de boquerón (pescado típico de Málaga) que se traslada en ingente procesión desde calle Larios hasta la Playa de la Malagueta.

Esta curiosa práctica pone fin al carnaval, hasta el próximo año, cuando vuelva a convocarnos el compás pegadizo de su himno, exaltando la belleza de una ciudad que se hace grande a través del valor que le concede a la defensa de sus tradiciones:

“Ven a bailar,

cantemos juntos que llegó el carnaval,

mi niña Málaga se pone el disfraz

y por sus calles va garbosa y airosa

cual linda mujer.

Málaga es la diosa y reina de la felicidad,

la guapa y bella muchachita del mar,

que canta, baila, ríe y salta

con su carnaval... ¡Con su carnaval!”

(Fragmento del Himno del Carnaval de Málaga. Autores: Pascual González y Cantores de Híspalis).

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Diosa del Carnaval de Málaga 2014.

DESDE DENTRO

Un año más, ser invitada para formar parte de esta alegre comitiva que organiza la fiesta del carnaval de Málaga significa un orgullo personal que me permite vivir desde dentro las productivas ambiciones e ilusiones que desencadenan toda esta maquinaria creada para el regocijo popular.

Es entonces cuando, en agradecidas reminiscencias, me siento parte de una agrupación que, con su trabajo y entrega, ayuda a preservar las buenas costumbres de una ciudad que ha instituido, como legislación oficial y para siempre, la alegría en el corazón de todos los malagueños.

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Carnaval de Málaga en calle Larios.