Chaya en La Rioja

Chaya en La Rioja

Del 13 al 17 de febrero, esta provincia vivirá su fiesta folclórica y popular más importante. En los barrios, en los pueblos y en las calles se mezclarán la harina, la albahaca y el vino para celebrar una tradición ancestral.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FUENTE. www.chaya2015.com.ar. FOTOS. archivo el litoral.

 

Chayeros de pura cepa

Don José Jesús Oyola, “Patriarca de la Chaya”, como lo nombraran sus amigos, fue sin duda alguna el principal precursor de este acontecimiento ancestral, surgido naturalmente no sólo por sus capacidades innatas sino porque en todo momento y en toda circunstancia procedía como el padre que ejerce su autoridad con sencillez y benevolencia. Compositor, músico, poeta y cantor, artesano, pintor e investigador folclórico, se lo recuerda como uno de los mayores folcloristas que ha legado tierra riojana.

De igual manera, Jorge Nicolás “Quito” Carballo, quien se ganó el título de Chayero Mayor de La Rioja, dedicó gran parte de su vida al canto y su bombo, además de escribir sus composiciones, que lo vieron crecer en su carrera artística. La letra de sus coplas marca un sello de riojanidad en cualquier lugar donde se escuchen.

Jacinto “El Tata” Duarte, seudónimo en el lenguaje folclórico de paternidad, destacó su vida en el oficio vidalero y luthier, heredado por sus padres, transformándolo en un legado cultural para la comunidad provincial.

“No sé qué tiene la chaya, que a mi pega en el corazón, será que en ellas se mezclan las alegrías con el dolor. No sé qué tiene la chaya, pero al riojano lo hace llorar. Será que corre en sus venas sangre de uva y algarrobal”, se escucha de algunos poetas y músicos argentinos.

Cualquier riojano que se precie de tal, al escuchar estas semblanzas se le alegra el corazón y la lejanía comprime el alma, echando andar la memoria de recuerdos de la infancia, de los aromas de la casa familiar y del deseo de volver a la provincia y, entre harina y albahaca, revivir el carnaval.

Cada febrero, los riojanos conjugan el antepasado originario y el legado diaguita al celebrar el éxito en la recolección de frutos, aquellos que la tierra sabiamente devolvió a manos del agricultor.

La Chaya despierta la emoción de cada habitante, cualquiera sea su residencia. Simbiosis del hombre y la naturaleza que por tres días dedica tributar homenaje a ese hecho ancestral, sumando el elixir del vino en ese entrevero de aromas de albahaca y harina en cada topamiento familiar, entre el Compadre y la Cuma, entre vidalitas y coplas de carnaval. Del 13 al 17 de febrero, La Rioja invita a disfrutar esta fiesta nacional.

UNA HISTORIA DE DESAMOR

La historia relata que en valles y quebradas vivían los diaguitas. Cada año, las tribus agradecían a la Pachamama (Madre Tierra, a la que también se llamaba Allpa Huama), las bondades recibidas y la fructífera cosecha, principalmente del algarrobo, el árbol más importante de la economía y la tradición de esta cultura.

Los estudiosos de estas leyendas coinciden en que en una de estas tribus vivía una bella joven llamada Challai (Chaya), tan hermosa que los diaguitas la creían un homenaje vivo a la Madre Tierra.

Esta fiesta, como cualquier otra surgida de la tradición ancestral, tiene un origen y un significado muchas veces distinto, según quién relate esos hechos.

La hermosa Chaya se enamoró de un joven y rubio colono que pasaba junto a su familia por estos parajes. Otros aseguran que la bella joven se enamoró de Pujllay, una especie de semidios. De cualquier manera, el amor no pudo concretarse al ser la niña rechazada por la familia del joven colono o por no ser esta correspondida por Pujllay.

Chaya, desengañada, huyó a las montañas y toda su tribu salió a buscarla desesperadamente. Cuando estaban a punto de encontrarla en una quebrada, la jovencita se convirtió en nube y ascendió a los cerros. Pujllay, con su corazón partido, se emborrachó y cayó en un fogón, donde murió. La leyenda cuenta que, cada febrero, Chaya vuelve convertida en rocío para endulzar las flores del cardón, como una lágrima derramada por su amor perdido.

Este amor frustrado da nombre a la fiesta que, año a año, los riojanos recuerdan bajo el aroma de la albahaca y deja como personaje principal a Pujllay, que se representa con un muñeco desgarbado (hecho de trapo o ropa en desuso a la que, en ocasiones, también se le añade pirotecnia), que preside la celebración, desde su desentierro al inicio de la Chaya hasta su entierro o quema, que marca el último día de la fiesta.

GRAN FIESTA DE LA AMISTAD

Otras voces sobre este antiguo festejo cuentan que la Chaya por antonomasia de la provincia de La Rioja es la fiesta de los tres días, un gran festejo de amistad y alegría, de compartir y dejar a un lado todas las penas.

Al llegar a estas tierras, los españoles se encontraron con una celebración singular de agua y danza que celebraban los diaguitas al finalizar las cosechas. Actualmente, la Chaya está muy ligada a la fiesta del Carnaval. Es entonces cuando se realiza el Festival Nacional de la Chaya, además de los típicos topamientos por los barrios, con agua, harina, albahaca, vino y vidalas para refrescar la amistad de todos.

Esta simbiosis entre la naturaleza y el hombre -en su esencia originaria- es nada más ni nada menos la celebración que reúne a familias íntegras alrededor de mesas servidas del tradicional asado y el buen vino, donde se olvidan las penas de un año pasado.

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Grilla de artistas

El cronograma de la Fiesta Nacional de la Chaya propone artistas de primer nivel que se presentarán a lo largo de sus cinco jornadas, a saber:

Viernes 13: Jorge Rojas, Lucas Orellana y Sergio Galleguillo.

Sábado 14: Abel Pintos, Los Alonsitos, Horacio Banegas y Franco Barrionuevo.

Domingo 15: Los Nocheros, Soledad, Dúo Coplanacu y Facundo Toro.

Lunes 16: Chaqueño Palavecino, Los Manseros Santiagueños, Por Siempre Tucu, Nacho Prado, Daniel Campos y Bruno Arias.

Martes 17: Trulalá.

Sabores ancestrales

En La Rioja, la gastronomía se remonta a la cultura milenaria heredada donde los sabores, texturas y aromas conjugan su esencia en exquisitas propuestas que identifican todo lo que esta provincia es. Los riojanos atesoran su historia y cultura en el origen de la tierra.

Se trata de un legado de recetas que emulan y adornan a las de abuelas y madres, donde las manos laboriosas proponían un plato auténticamente casero y cocinado a leña. Aunque hoy en algunos lugares aún se preserva la tradición, también hay quienes, en restaurantes y confiterías, eligen las cocinas industrializadas sin dejar de aplicar la idiosincrasia de ser norteños, con los condimentos en su justa medida y la pizca ideal de amabilidad y calidez que identifica a los lugareños.

Símbolo y reflejo de la historia en la provincia, la gastronomía tiene particular elaboración en sus cuatro puntos cardinales. Sin embargo, todos confluyen en el uso de alimentos o productos comunes de manufactura local, ya sean agrícolas y fundamentalmente ganaderos. Hoy, como en otras partes del país, la carne de conejo adquirió atención especial ya que, dentro de la comida saludable, contiene importantes propiedades.

Como integrante del Noroeste argentino, La Rioja recibió la herencia prehispánica de la producción tradicional del maíz, papa, ajíes y pimentones e -incluso- la existencia del “taco” o algarrobo criollo. Es importante destacar también la influencia de una gastronomía andina y aun más de la libanesa y siria, al igual que la magnífica corriente italiana. Un crisol de razas asegura en la mesa el mejor de los sabores.

La historia relata que, desde hace aproximadamente 3.000 años, a causa de la constitución de poblaciones agroalfareras en todo el norte nacional, comenzaban a cocinarse los primeros guisos.

La ganadería tanto vacuna, caprina, ovina como porcina es de suma importancia también en la elaboración de diferentes platos tradicionales como el asado, empanadas y embutidos, lógicamente con la peculiaridad del condimento que aporta cada región.

Chaya en La Rioja

La Chaya despierta la emoción de cada habitante, cualquiera sea su residencia.

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