La crisis venezolana y los gobiernos latinoamericanos

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¿Injerencia o cobardía? Los gobiernos latinoamericanos en el dilema de callar o expedirse sobre la grave situación venezolana. En la foto: misa en memoria del joven muerto durante una marcha opositora en San Cristóbal. Foto: EFE

 

Por Ana Mengotti

(EFE)

Los gobiernos de América Latina, sobre todo los que no pertenecen a la Alianza Bolivariana, se encuentran ante la recrudecida crisis venezolana en una encrucijada: si opinan se arriesgan a ser acusados de injerencia y si callan, a ser tachados de cobardes.

Después del resonante silencio, con contadas excepciones, que siguió a la detención del alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, acusado de conspirar para derrocar al gobierno, han surgido voces de preocupación por la situación en el país caribeño y llamados al diálogo entre el gobierno y la oposición. Casi todos esos mensajes tienen como rasgo en común la cautela, posiblemente para evitar que caiga más leña en el fuego de la polarización en Venezuela.

Las fuerzas de oposición en los distintos países latinoamericanos son las que menos han medido sus palabras y no sólo han criticado al gobierno venezolano por las medidas contra sus adversarios políticos sino a los gobiernos de sus propios países por no pronunciarse al respecto.

Entre los que están en el ejercicio del poder o de algún cargo ha habido también los que han optado por hablar, pero los que lo han hecho de manera menos cauta son significativamente los que están de salida, como el presidente uruguayo, José Mujica, que entregó el poder a su correligionario Tabaré Vázquez.

También el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, quien dejará el cargo en unos meses, ha ido más allá de pedir un diálogo en Venezuela, aunque no tan lejos quisieran, entre otros, los opositores de ese país.

Insulza ha expresado “alarma” por la detención de Ledezma e instado a las autoridades venezolanas “a detener los hechos que conducen a una espiral de polarización”.

En respuesta, el dirigente opositor venezolano Carlos Vecchio dijo esta semana que “la OEA y sus miembros no pueden callar más y deben revisar que Venezuela cada día se aleja más de los parámetros de la democracia”.

Por su parte, Mujica, que en muchas ocasiones había demostrado no tener nunca pelos en la lengua, dijo en los últimos días tantas cosas sobre Venezuela que la oposición de ese país le ha pedido información sobre algunas.

En una entrevista publicada este jueves dijo que el “problema que puede tener Venezuela es que un día se pueda ver frente a un golpe de Estado de militares de izquierda”.

La coalición opositora venezolana Mesa de la Unidad Democrática (MUD) le reclamó que fuera más explícito, porque lo que está en juego es la democracia en Venezuela, según dijeron. “Si sabe algo que nosotros no sabemos que por favor lo diga”, subrayó el secretario ejecutivo de la MUD, Jesús Torrealba.

El gobierno venezolano afirma haber descubierto y desbaratado un plan para un golpe de Estado pero de la derecha y ha involucrado en esa trama al alcalde Ledezma, que ha quedado en prisión preventiva al igual que otros opositores como Leopoldo López y Daniel Ceballos.

Mujica, que también había dicho en sus últimos días en la presidencia que no es bueno que en Venezuela haya “presos políticos”, recibió además un mensaje del ex candidato presidencial de la oposición venezolana Henrique Capriles.

Capriles pidió a Mujica, que hasta ayer fue presidente de Unasur, que el organismo sudamericano frene lo que califica de política de “opresión” del gobierno de Venezuela y actúe para que los comicios legislativos de este año se hagan de forma adecuada.

También le solicitó que los presidentes de los países miembro de ese organismo sudamericano sean informados sobre “la gravedad de la situación política” de Venezuela para que sus cancilleres actúen en consecuencia.