ARTES VISUALES

Big-bang Litoral

Domingo Sahda

Con el título un tanto ambiguo del encabezado, nombre de la muestra comentada, el autor de la misma José Ignacio Pfaffen presenta una colección de trabajos resueltos, los unos en el plano bidimensional, los otros como volúmenes espaciales-cerámicas. A ellos, cabe agregarle indumentaria presentada como ropa lista para llevar en la cual el autor, Pfaffen, incorpora sus imágenes presentes ya como pinturas. En este caso, la variable está en las dimensiones de las imágenes, que operan como estampados sobre la indumentaria expuesta. La muestra de marras está habilitada en el Centro Experimental del Color, Estación Belgrano, Bv. Gálvez 1150. La curaduría de la muestra corre por cuenta de Carlos Herrera y Claudia del Río, según se consigna en el impreso de mano.

FIESTA DE LA PINTURA

La particular, rica imaginería de José Ignacio Pfaffen, se despliega sin ambages, en trabajos resueltos tanto en el plano como en el volumen. Las pinturas aparecen como brillante manifestación cromática de diseño plano, fulgurante luminosidad y apretada construcción en la que no aparece descanso visual alguno que permita el interjuego del contraste. En la fragorosa composición de pleno cromatismo, no hay lugar para pausa alguna. Idéntica resolución se da en las cerámicas de exacerbado barroquismo.

Pfaffen construye de este modo, y sin deslices técnicos de compromiso, contundentes imágenes. El trazo gestual es limpio y claro. Un poderoso empeño por construir un discurso propio aparece aquí y allá. No hay indagaciones de tensa expresión ni voluntad -aparente- de cuestionamiento alguno, en ningún caso a la vista. Podríamos hablar de la “fiesta del color”. Enhorabuena, por intentar un camino distintivo distante de posturas pseudo-estéticas ajenas al acto primario y esencial de crear un discurso visual a la moda, tanto como de realizaciones de interpelación violenta al contexto sociocultural al que se pertenece. También es probable que la actitud que aquí se presenta tienda a la reiteración en tanto parece contundente y final. El tiempo, el rigor personal y la honestidad profesional lo determinarán a futuro. En el ínterin lo que se exhibe se asume como rango de “fiesta de la pintura”, aun con sus obviedades y reiteraciones. Bien por el supuesto primer peldaño. Lo lúdico aquí y allá. Nada de drama y sí, un cierto acercamiento potencial a la iconografía de base popular. El riesgo será el de la reiteración ornamental. El montaje de las cerámicas es desacertado por cuanto genera conflictos de percepción visual entre la forma creada y el apoyo de base cuya trama, diseño y textura compiten con la obra expuesta.

El saber “hacer” propio de quien conoce el “oficio”se detecta constantemente. Con esas herramientas se puede iniciar cualquier aventura creativa. Enhorabuena.

“Pepita”. Terracota cocida con engobes naturales y óxido de cobre (2009).