Precandidato del Frente Renovador

Eduardo Buzzi apuesta a una Santa Fe integrada y productiva

Dirigente histórico de Federación Agraria -de muy joven acompañó a Humberto Volando-, Eduardo Buzzi participa de las Paso por el Frente Renovador de Sergio Massa siendo fiel a sus ideales.

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Nacido en un pequeño pueblo “viví todos los días bajo el mandato del trabajo que me inculcaba mi viejo con su ejemplo”. Foto: Guillermo Di Salvatore

 

Por Guillermo Dozo

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Eduardo Buzzi es fácilmente reconocible. Su rostro y su voz fueron protagonistas en la lucha que por la resolución 125 se enfrentaron los sectores del campo y el gobierno de Cristina Fernández. Dirigente de Federación Agraria Argentina desde muy joven, es un referente de los pequeños productores que, desde el asociativismo, luchan contra las grandes concentraciones como contra las políticas que afectan al sector. Hoy, es precandidato a gobernador por el Frente Renovador que lidera Sergio Massa y tiene sobre la provincia un diagnóstico vinculado con su actividad: “Quiero una provincia y un país que sea productivista, desarrollista”, remarca.

—En Santa Fe, los perfiles de los pueblos, de los productores van cambiando. Y aunque la actividad sea similar o la misma, la gente tiene sus particularidades en cada región y hay que llevar un mensaje a todos....

—Sí, cambia mucho. Mucho. Lo que pasa es que hay diferencias porque las idiosincrasias son distintas en Santa Fe. Tenés un sur gringo marchegiano y toscano, un centro piamontés y alemán y un norte muy diverso, donde están los hijos de la Forestal y los gringos que se mezclan. En la zona de Vera, Reconquista, Villa Ana, uno encuentra los hijos de la Forestal... Y el centro conservador con piamonteses, alemanes y suizos y el sur muy gringo. Pero en toda la provincia hay un común denominador que es la cultura que trajeron esos gringos.

Los del norte, hijos de la Forestal son grandes trabajadores y los que vinieron al centro y al sur, también tenían esa cultura del trabajo pero aportaron además la cultura asociativa. Por eso, el fenómeno del cooperativismo y el mutualismo en Santa Fe. Eso lo traían en los genes, eso es cultural. Trajeron estas ideas como una forma de defender lo propio y hacerlo a partir de procesos colectivos. Y ése es el gran aporte que hace el inmigrante y por eso tenemos Sancor, Milkaut, Cotar, tenemos AFA, tenemos ACA... Éste es un gran aporte de los gringos. Y los que no se dedicaron a trabajar la tierra agarraron un martillo y un yunque y se dedicaron a hacer los primeros arados, los primeros implementos agrícolas y ahí tenés Las Parejas, Armstrong, Las Rosas y tantos lugares donde se desarrolla la metalmecánica.

Después está el clima. Tenemos el sur donde se permite la agricultura con tierras fértiles con un régimen de lluvias de 1.000 a 1.200 milímetros por año. El norte que forma parte del Gran Chaco que comienza en Reconquista y que se extiende hasta Bolivia y Paraguay tiene un clima distinto y por eso es el algodón y por eso son producciones más rústicas. La gente, por tanto, es obligatoriamente más rústica.

Ésta es la maravillosa diversidad de situaciones que tiene la provincia de Santa Fe. Es por eso que se puede hacer esa divisoria entre norte y sur porque por cuestiones topográficas, climáticas y hasta culturales son dos provincias distintas que tienen que integrarse y convivir.

—A su entender, ¿qué es lo que hay que hacer?

—Lo primero, es entender lo que es esta diversidad. Esa teoría de los focos de desarrollo que quieren hacer los socialistas... ¡déjense de embromar! No va. Más que descentralizar hay que hacer un Estado muy fuerte, que entienda la diversidad climática, geológica, poblacional y cultural de Santa Fe para que se pueda hacer una fuerte integración que, con sus matices, es básicamente una provincia productiva. Cuando un gobernador no entiende que una provincia es producción desde el algodón y la caña de azúcar hasta las vacas y los granos del sur, pasando por las lácteas y todo lo que tiene el centro santafesino, hay entenderlo que integrarlo y defenderlo.

Cuando veo que el gobernador Bonfatti no hace una clara defensa del aparato productivo santafesino -y ahí anda el secretario de Agricultura, Contigiani, buscando fondos como puede- hay que defenderla en serio y si hay que encadenarse al arroyo del Medio, lo hago. O tiro una cadena de plástico cruzando el río Paraná y vuelvo a hacer una vuelta de Obligado para que no me sigan saqueando la provincia. ¿Me explico?

Relación con Nación

Locuaz, Buzzi casi no se detiene. Y avanza sobre las ideas que son ejes de su pensamiento.

—No podemos aceptar ser socios menores del kirchnerismo o del poder central de Buenos Aires.

Tenemos que tener a la “invencible” provincia de Santa Fe y desempolvando las mejores tradiciones del Brigadier López -un gran caudillo litoraleño- hacer que Santa Fe sea una de las principales provincias de este país. Y hay que sumar a Lisandro de la Torre y Bordabehere. Porque sostengo que el crimen del fiscal Alberto Nisman es al siglo XXI lo que Bodabehere fue en el siglo pasado cuando se discutía la políticas de las carnes en el Senado de la Nación.

—Cómo encaja Sergio Massa en esta división?

—Sergio Massa está en una etapa de armar, armar y armar. Es una experiencia muy nueva, demasiado nueva. Porque la irrupción se produce en agosto de 2013 y en dos años estar disputando la presidencia de la Nación es todo un desafío. Massa es hoy la expresión desarrollista que viene, con un claro liderazgo, que viene a rodearse de actores que tienen que ver con el productivismo y el desarrollismo. Por eso Miguel Peyrano, por eso Roberto Lavagna, por eso el “Vasco” José Ignacio de Mendiguren, y por eso Eduardo Buzzi. Nosotros le aportamos al Frente Renovador nuestra perspectiva de hacia dónde va el país con el progresismo trucho del kirchnerismo y el péndulo del liberalismo económico que es el macrismo, estimamos que el centro de ese movimiento es el espacio que hay que salir a promover. Yo quiero un país que vaya hacia el liberalismo económico, tampoco este capitalismo de amigos levantando las banderas de las transformaciones que es el kirchnerismo. Yo quiero trabajar para un país que sea desarrollista, productivista.

—Usted recordaba ir a la escuela a caballo, el sacrificio cotidiano mientras que hoy hay una juventud con poca inclinación a la perseverancia. ¿Cómo se modifica ese modo de pensar de los jóvenes y se los invita a un espacio político?

—Ésa es una preocupación central. Una preocupación enorme. Porque los que fuimos jóvenes entre los 60 y los 70 tuvimos una ventaja enorme sobre esta camada de pibes. Como nosotros tuvimos la ventaja de no disponer de tanto entretenimiento desarrollamos la imaginación, nos refugiamos en la lectura aprovechando los libros de mi escuelita de campo. Y tuvimos los modelos muy claros porque vi todos los días de mi vida a mi viejo que se levantaba para ir a trabajar. Esa cultura del laburo nos marcó. Con esas bases hemos tenido elementos como para esforzarnos, respetar códigos, abrazar ideales... hoy, hay un nivel de desintegración muy complejo pero que también tiene que ver con una fase del sistema capitalista que va transformando al sujeto individuo en actor del consumo más que en un sujeto con derechos, con potencialidades, con oportunidades de desarrollo. Hoy, el individuo es un consumidor y esta etapa del capitalismo es alienante porque nos despersonaliza. Por eso, se necesita recomponer la familia, la educación y la religión como elementos ordenadores ante la desintegración social y de pérdida de valores. Hay que apoyar la familia, refundar la escuela -adaptada a estos tiempos- y dar opciones a las religiones porque son instituciones que permiten la reestructuración social.

Recuerdos de provincia

  • “Nací en J.B. Molina, un típico pueblito agrícola del sur santafesino. Fundado en 1908 cuando empezó a pasar el ferrocarril del General Belgrano, Juan Bernabé Molina es un pueblo de inmigrantes. Al principio había algunos criollos y se hacía algo de ganadería pero cuando llegaron los inmigrantes llegó la agricultura. Ahí es donde tiene su desarrollo el pueblo. Estaba Colonia Paulasa que reunía unos 30 chacareros, entre ellos mi abuelo don Santiago Buzzi que en italiano era Giaccomo Buzzi, vino en 1914 y se estableció en la chacra arrendada en 1930.

Mi infancia transcurrió en una escuelita rural, éramos 14 alumnos de primero a séptimo. Le cuento algo curioso, en séptimo salí abanderado porque era el único, no porque era el mejor (risas). Estabamos a pocos kilómetros de Arroyo del Medio y uno de los divertimentos era ir a pescar con mis viejos, los vecinos. Con un poco de suerte se enganchaba algún dorado porque cuando había inundación, cuando había lluvias grandes, entraba el dorado del río Paraná por los arroyos. Así que íbamos con redes con la expectativa de pescar un dorado pero sí había bagres, mojarras y pasábamos el verano.

A mí me tocaban siempre los trabajos de granja, así que había que atender los conejos, las gallinas ponedoras, los pollos, algún chancho para consumo o la vaca para ordeñe. A mí me tocaba el laburo de la granja: juntar los huevos, alimentar los conejos, atender algún grupito de chanchos. Eso sí, no me tocó ordeñar. Eso lo hacía mi viejo.

La escuela estaba a unos cuatro kilómetros. Mi viejo me llevó en auto en primer grado, en segundo grado me dijo: ‘Ahí tenés el caballo’ y me largó para que vaya solo. Así que tenía las cuatro o cinco horas de escuela, luego me tenía que hacer cargo de las tareas de la granja y la “frustración” más grande, dicho con ironía, era no tener con quién jugar a la pelota. Hincha de Boca, escuchaba los partidos por la radio porque recién cuando tenía 12 años apareció un televisor Noblex a batería, micro 12 pulgadas. Entonces los partidos de fútbol eran la radio y jugaba a la pelota pateando contra la pared porque no tenía con quién hacerlo...

El secundario lo cursé en el Centro de Formación Rural que es una escuela de alternancia parecida a las Efas que hay en el norte santafesino. El CFR es parecido al movimiento de escuelas agrarias en España. Fue copiado de ahí y adaptado a la Argentina. Es una escuela de promoción rural que propone el arraigo al campo, a punto tal de que hice mis cinco años de secundaria en esa escuela y me dio la oportunidad de ser técnico en gestión y administración agropecuaria, ése fue mi título secundario. Luego tuve la posibilidad de ir a Agronomía de la UNR en Zavalla pero yo preferí no seguir con el nivel terciario y opté por quedarme en el campo y trabajar.

A los 19 años, luego de un viaje de capacitación en España para ver lo que era la agricultura de grupo, ingresé a la Cooperativa de Agricultores Federados Argentinos en J.B. Molina, a los 22 era presidente de Federación Agraria de J.B. Molina y me metí allí para no volver. A los 30 años ya era director titular de FAA con Humberto Volando como presidente”.