Una valija en tribunales israelíes

La Lista de Schindler abre un litigio al Museo del Holocausto

DANIELA BRIK (EFE)

Una heredera argentina ha llevado ante la Justicia israelí al Museo del Holocausto de Jerusalén en una agria disputa por el original de la famosa Lista de Schindler, gracias a la que más de mil judíos se salvaron de los nazis.

Cuarenta años después de su muerte en Alemania, la vida y obra del empresario y espía alemán, plasmadas en una película por Steven Spielberg, volverá a la palestra el próximo abril en una corte del distrito de Jerusalén.

Pero en esta ocasión, el juicio pondrá el acento en la esfera menos conocida y más personal de Oskar Schindler, nombrado en 1963 por el gobierno de Israel como Justo entre las Naciones por haber salvado a 1.200 judíos durante el Holocausto.

Y es que la batalla legal por varios documentos que le pertenecieron hasta su repentina muerte tiene como epicentro una maleta que terminó en manos de su entonces amante, Annemarie Staehr.

Después de reclamar durante años al Museo del Holocausto Yad Vashem y a otras instituciones israelíes el contenido de esa maleta, la argentina Erika Rosenberg, de 63 años, investigadora y autora de varios libros, sentará en el banquillo a la prestigiosa institución memorial.

Rosenberg demanda los documentos como heredera de la viuda del empresario alemán, Emilie -de la que éste nunca se divorció-, a la que conoció a principios de los 90 al convertirse en su biógrafa.

“El caso data de 1999 cuando la señora Schindler empezó a luchar para que le reintegraran su propia documentación y antes de morir me pidió que lo siguiera haciendo”, dijo a EFE Rosenberg desde Alemania, donde promociona su último libro sobre el Papa Francisco.

Desde 1999 los papeles, que incluyen documentos personales, fotografías y un original del listado de nombres de judíos que salvó Schindler en su fábrica, se encuentran en poder del museo, institución oficial israelí de prestigio internacional y parada obligatoria de mandatarios que visitan el Estado judío.

Tras la guerra, Schindler emigró con su mujer a Argentina, aunque en 1958 regresó solo a Alemania, donde murió 15 años después.

Su viuda continuó viviendo en San Vicente, 60 kilómetros al sur de Buenos Aires, y, antes de su deceso en 2001, volvió a Alemania.

También fue reconocida como Justa de las Naciones por Israel por salvar a un centenar de judíos de morir congelados en unos vagones cerca de la fábrica de su esposo al final de la guerra.

Rosenberg aduce que la señora Staehr conoció a Schindler cuatro años antes de que éste muriera y que era la única persona que tenía las llaves de su casa, de donde sustrajo la maleta.

El museo argumenta que la relación entre los amantes era “platónica” -la señora Staehr estaba casada- y que Schindler le entregó la maleta y su contenido como un regalo.

El abogado de Rosenberg, Naor Yair Maman, aseguró a EFE que “no existe ninguna duda sobre la propiedad de la maleta” y que tiene una carta que confirmaría que Oskar Schindler nunca se la dio a su amante antes de morir.

Tras investigar el caso, la demandante sostiene que los documentos en disputa fueron entregados por los hijos de Staehr al periódico Stuttgart Zeitung, donde permanecieron durante dos años.

Y que, cuando la viuda conoció del paradero de la lista tras la publicación por parte del diario de varios artículos, emprendió acciones legales en Alemania para recuperar los papeles, aunque finalmente nunca llegaron a su manos.

“La maleta fue entregada por los hijos de la amante en 1996 al periódico y, cuando iban a dársela a la viuda tras el juicio, ese mismo día, el rotativo envió un paquete a Israel”, añadió el letrado.

El museo alega que los documentos nunca pertenecieron a la viuda y que su acceso a ellos se ajustó a derecho.

“La Lista de Schindler es un documento de importancia histórica y su lugar es el dominio público. En el museo la lista se guarda en condiciones adecuadas”, expuso a EFE en un comunicado.

Añade que defenderá su posición en el juicio “para garantizar que esos documentos no terminen en manos de personas a las que no les corresponde legalmente y cuyos intereses no están claros”.

Califica a Rosenberg como “litigante en serie”, además de rechazar el uso comercial de documentos relacionados con el Holocausto.

Ante esas alegaciones, la argentina descarta el móvil económico y asegura haber rechazado una cantidad ofrecida por Museo Yad Vashem fuera de los tribunales.

“No soy un vampiro o una oportunista. Esos documentos deben ser repartidos entre diferentes museos, como fue la última voluntad de Emilie Schindler, una persona que hizo mucho por salvar a judíos”, argumenta la heredera.