El día después del paro

Lo que devuelve el Espejo

El paro de Transporte y la disputa por Ganancias pone al gobierno de punta contra lo que fue históricamente la “columna vertebral” del peronismo.

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Por cadena nacional, la presidente minimizó el paro y dijo que no fue un reclamo laboral, sino un acto opositor. Y llamó a votar a sus candidatos.

Foto: DyN

 

Sergio Serrichio

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Twitter: @sergioserrichio

En mayo de 2012, dos meses antes de que se cumplieran 60 años de la muerte de Eva Perón, la presidente Cristina Fernández de Kirchner (CFK), en un acto a su usanza, preguntó retóricamente a sus oyentes si sabían quién había sido José Espejo. Fue, explicó luego, el secretario general de la CGT durante los primeros gobiernos peronistas.

“La inmensa mayoría dirá que no sabe, pero todos saben porqué vivieron mejor”. Por Perón y Evita, por supuesto.

La mención ocurrió en medio de su disputa -entonces reciente, ahora de larga data- con Hugo Moyano, el secretario de la CGT no oficialista, quien ya antes de las elecciones de 2011 había empezado a alejarse de CFK, a sabiendas de que así como extrajo privilegios y prebendas durante la presidencia de Néstor Kirchner, la esposa de éste se proponía mandarlo al cuarto de trastos inservibles.

El corolario de aquella mención era directo: cualquier mejora salarial o de otro tipo que tuvieran los trabajadores debían agradecérsela no a su representación sindical (ni hablar de sus empleadores), sino a Néstor y Cristina. Moyano, tarde o temprano, también pasaría al olvido.

La mención a aquel discurso y a esos personajes es a propósito del paro nacional del Transporte realizado ayer y que, más allá del clásico debate sobre su legitimidad y métodos, paralizó gran parte del país.

Uno de los motores del paro fue la incidencia del impuesto a las Ganancias sobre el salario de los trabajadores. Con el Mínimo no Imponible (MNI) fijado en $ 15.000, nivel que el ministro de Economía, Axel Kicillof, consideró adecuado y de momento inamovible, Ganancias es cada vez menos un impuesto “progresivo”, como lo es en casi todos los países desarrollados y con baja inflación del mundo, y cada vez más un “impuesto al trabajo”, como dicen Moyano y la dirigencia sindical. Hasta Gerardo Martínez, el líder de la Uocra (Construcción), el sindicalista más cercano al corazón de CFK, debió admitir que el tributo se volvió un problema para los trabajadores.

Esta desfiguración tiene varias causas. La principal es la inflación, que desvirtúa las cifras nominales. Si bien más de la mitad de los trabajadores, según los propios datos del Indec, gana menos de 5.500 pesos mensuales, lo cierto es que un salario de más de $ 15.000 (digamos, $ 20.000) no convierte a quien lo percibe en alguien que vive holgadamente, en especial si tiene hijos y envía algunos de ellos a escuelas privadas, lo que a menudo no es una alegre elección, sino una imposición práctica. Pero como el MNI no se actualiza hace dos años y los tramos y alícuotas no se modifican hace catorce, ese asalariado termina pagando como si fuera un privilegiado. No sólo porque paga Ganancias con un salario cuyo poder adquisitivo dista de ser grande, sino también porque por efecto de la inflación y de los aumentos nominales de salario, las tasas se empinan rápidamente. Así, calculó el economista Federico Muñoz, mientras en 2001 hacía falta percibir un salario 14 veces superior al promedio de la economía para llegar a una alícuota de 35 %, ahora alcanza con ganar dos veces el promedio. Ganancias es así un “impuesto al trabajo”.

Al defender la actual estructura del impuesto, Kicillof dijo que lo paga sólo el 11 % de los asalariados. El economista y periodista Daniel Sticco calculó, en cambio que, entre trabajadores y jubilados el tributo alcanza al 21 % de los perceptores de ingreso.

Como sea, el gobierno no modificará la situación: apuesta a los aumentos salariales que den las empresas, de los cuales morderá una buena tajada. El Instituto de Estudios y Formación de la CTA, que lidera Pablo Micheli, calculó que por cada 100 pesos de aumento acordados en paritarias, 22 irán al fisco si la suba promedio es del 30%. Otro ejemplo de voracidad K: un trabajador soltero que hoy gane 15.001 pesos y reciba un aumento del 35 % (en línea con la inflación de los últimos 12 meses) pasará de tributar de 9.632 pesos en 2014 a 25.484 pesos en 2015. El fisco le sacará 165% más, con lo que el poder adquisitivo de su salario de bolsillo, aun si tuvo la fortuna de lograr un 35 % de aumento se habrá reducido notablemente.

El impuesto a las Ganancias no es, de todos modos, la única causa del paro, como pretende hacer creer el gobierno. La inflación y la recesión siguen siendo la causa última del malestar de quienes tienen empleo tanto como de los que se quedaron sin él. Pero el gobierno no apostó sus fichas electorales a los “trabajadores” en general, sino a los sectores más dependientes del Estado, en especial, los receptores de créditos, subsidios y planes oficiales. De ahí la reciente batería de medidas para atenuar la recesión y fortalecer el “Relato”.

La presidente olvida, sin embargo, ciertos detalles de la historia que sacó a colación en su discurso de 2012, cuando mencionó al ignoto José Espejo.

Entre 1946 y 1947, Perón y Evita demoraron un año y medio en voltear las gestiones de Aurelio Hernández y Luis Gay, los jefes sindicales que querían una CGT independiente, y en imponer a Espejo. Pero cuando Evita murió, Espejo fue rápidamente defenestrado por sus propias “bases”. Evita ya no estaba para sostenerlo y tampoco pudo Perón. La economía peronista ya había dejado atrás sus años felices.

Moyano, en cambio, no parece correr la misma suerte. Afianzado en los privilegios y negocios que consiguió con Néstor y logró incluso aumentar en los primeros años de Cristina, ahora es él quien avizora el declive final de CFK. Y Kicillof no parece una figura capaz de revertirlo.

El gobierno no apostó sus fichas electorales a los “trabajadores” en general, sino a los sectores más dependientes del Estado.

 

 

Cristina textual

“Me duele que quienes tienen un trabajo bien remunerado se olvidan de los que todavía están afuera y hacen un paro porque tienen que ceder un poco de su sueldo para otros compañeros”.

“Le tengo más miedo al frío de los corazones de los compañeros que se olvidan de donde vinieron que al de los oligarcas” (citando a Eva Perón).

“Si hubiera habido trenes, colectivos, hubieran ido todos a trabajar”.

“Si tiene que seguir habiendo huelgas porque hay un puñado de trabajadores que no quiere colaborar, lo voy a seguir bancando, me siento con espaldas para seguir bancando”.

“El día de mañana cuando no esté en el gobierno -pero estoy segura que no va a suceder, porque vamos a seguir siendo gobierno- no queremos ver huelgas porque cerraron una fábrica o porque no se convocan a paritarias”.

Declaraciones de ayer en un acto en La Matanza, por cadena nacional.

El dato

36 horas

 

Los jefes de las tres centrales sindicales opositoras Hugo Moyano, Pablo Micheli y Luis Barrionuevo calificaron como “contundente” la medida de fuerza en reclamo de la eliminación del impuesto a las Ganancias a los salarios, y anunciaron que de no obtener “una respuesta del gobierno” nacional, evaluarán la realización de otra medida de fuerza de “36 horas con movilización”.