editorial

  • En las últimas horas se produjeron fuertes cruces entre el municipio y el gobierno provincial.

El socavón del conflicto

Quizá suene paradójico, pero el sorprendente socavón de Bv. Pellegrini y Urquiza puso sobre la superficie el grave problema que se plantea en la ciudad de Santa Fe a raíz de la obsoleta infraestructura que sostiene los servicios de aguas y cloacas.

Más allá de los roces entre la Municipalidad y el gobierno de la provincia -seguramente potenciados en esta semana electoral-, lo cierto es que el daño se produjo nada menos que en la cloaca máxima, de la cual depende el servicio para decenas de miles de usuarios. O, dicho en otros términos, no se trata sólo de un problema de tránsito o del impacto laboral que la situación viene provocando en los negocios de la zona.

Los famosos “corralitos” de Assa no son otra cosa que el síntoma del verdadero inconveniente, potenciado por décadas sin que se realizaran inversiones imprescindibles.

En las últimas horas, el intendente José Corral se mostró públicamente molesto con la situación. A tal punto que llegó a solicitar al gobierno de la provincia que entregue el servicio de aguas y cloacas a la Municipalidad, para que sea administrado desde la ciudad.

El ministro de Gobierno, Rubén Galassi, le respondió que esto no es posible. Sobre todo, porque se trata de una empresa creada a través de una ley provincial y que asiste a otras 14 ciudades.

Como suele ocurrir en estos casos, ambos sectores tienen parte de razón. De hecho, es verdad que los “corralitos” permanecen abiertos durante demasiado tiempo en Santa Fe y que esto genera graves inconvenientes para los vecinos de una ciudad donde, de por sí, el tránsito resulta complicado.

Incluso, en una oportunidad desde el municipio se solicitó una audiencia con un funcionario provincial del área para que el intendente pudiera realizar el reclamo de manera personal. Sin embargo, la desafortunada respuesta fue que Corral sería recibido en la ciudad de Rosario.

Como contrapartida, el gobierno provincial no miente cuando asegura que se están realizando todos los esfuerzos necesarios para solucionar el problema de la cloaca máxima lo antes posible, sin tener que interrumpir el servicio en la ciudad.

También es verdad que las reparaciones en la red de cañerías no se producen por una decisión antojadiza de Assa, sino porque la antigüedad del sistema, las pérdidas subterráneas y factores propios del terreno hacen que ocurran problemas de manera casi permanente.

Una discusión que quizá deba plantearse a partir de este caso radica en cuáles deberían ser las atribuciones del Ente Regulador de Servicios Sanitarios (Enress).

Cuando el municipio le solicitó al organismo que controlara la marcha de las obras en Bv. Pellegrini y Urquiza, la respuesta fue que no es ésta una función del Enress. Incluso, desde el gobierno se aclaró que dicho ente está abocado, sobre todo, a controlar la calidad del agua que recibe la población.

La verdad es que, como organismo de contralor, el Enress debería estar en condiciones de inspeccionar este tipo de trabajos que, en definitiva, impactan directamente sobre la calidad del servicio.

Frente a este escenario, los inconvenientes en la red de agua y cloacas continuarán produciéndose. Lo importante, en todo caso, será que Assa reaccione con la premura del caso y que se realicen las inversiones necesarias en tiempo y forma.

La ciudad de Santa Fe cuenta nada menos que con 1.500 kilómetros de cañerías de agua y cloacas, con un total de 150.000 conexiones domiciliarias.

Una discusión que quizá deba plantearse radica en cuáles deberían ser las atribuciones del Ente Regulador de Servicios Sanitarios.