Víctimas de la violencia familiar

En 3 meses, la casa de amparo alojó 9 mujeres con sus 24 hijos

  • Derivados ante casos extremos, el paso transitorio por esta institución quiebra el ciclo de la violencia. Lo más difícil es generar un nuevo proyecto de vida. Uno de los reclamos de la multitudinaria marcha de ayer fue la creación de refugios y la asistencia a las víctimas.
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De pie contra la violencia. La plaza fue ocupada por referentes políticos, pero sobre todo por miles de vecinos, grupos de jóvenes y familias. Foto: Pablo Aguirre

 

Agustina Mai

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La creación de refugios y la asistencia a las víctimas de la violencia de género fueron dos de las consignas que enarbolaron ayer miles de santafesinos en una colmada plaza 25 de Mayo.

En sus tres primeros meses de existencia —fue inaugurada el Día Internacional de la Mujer—, la primera casa de amparo provincial alojó a 9 mujeres víctimas de violencia, junto a sus hijos: un total de 33 personas. Actualmente, residen allí 5 mujeres y 11 niños, provenientes de diversas localidades de la provincia.

El tiempo de permanencia es variable en cada caso: pueden ser días, semanas o meses, de acuerdo a las posibilidades de cada víctima de generar un nuevo proyecto de vida. En todos los casos, se aclara la transitoriedad del alojamiento. “La casa no soluciona los problemas de violencia, sino que la pensamos como el último recurso ante casos extremos. Además de resguardar a las mujeres, es una oportunidad para mostrarles que otra vida es posible”, explicó Silvina Boschetti, subsecretaria de Innovación en Gestión Social dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia.

—¿Cómo llegan estas mujeres a la casa de amparo? -preguntó El Litoral en una entrevista con el equipo de profesionales que contiene, asesora y acompaña a las víctimas.

—Por lo general llegan derivadas por parte del equipo de Género, cuyos profesionales realizan una primera evaluación del riesgo que corren y, si lo consideran necesario, piden lugar en esta casa. Apenas llegan, se les hace una entrevista preliminar y, luego, con más tiempo y tranquilidad, una segunda entrevista para profundizar y definir estrategias relacionadas con la salud, la escolaridad de los niños, la denuncia judicial, cómo recuperar sus pertenencias y hasta trámites en Anses o de documentación. En el mediano plazo, se comienza a pensar en la posibilidad del egreso para que la estadía sea lo más corta posible, respondió Lucía G., una de las psicólogas del equipo.

Las profesionales que trabajan directamente con las víctimas prefirieron resguardar sus apellidos por seguridad. “Santa Fe es muy chica y los agresores pueden tomar represalias contra nosotras”, advirtieron.

—¿Qué factores determinan la derivación por parte del equipo de Género?

—Hay innumerables factores de riesgo: si el hombre tiene armas, si la agredió en la vía pública porque esto les da una sensación de mayor poder e impunidad (“te pego delante de todo el mundo y nadie hace nada”), la intensidad de la violencia y el tiempo durante el cual se viene produciendo, si existe una familia que pueda contener, si hay violencia contra los chicos, si corre riesgo la vida de la mujer y, también, el temor o el terror que siente -detalló la psicóloga.

Afuera y después

El paso por la casa de amparo, aunque transitorio, marca un antes y un después en la vida de las mujeres. “Es todo un acontecimiento, un cimbronazo para cada mujer, para su familia y hasta para el barrio”, dijo Daniela R., otra de las psicólogas.

Pero la ruptura con un pasado doloroso requiere de un largo camino de recuperación. “Lo más difícil es trabajar en el ‘después’ de la casa. Pensar un proyecto para estas mujeres y en su inserción laboral”, reconoció la profesional.

—¿De qué instituciones se valen una vez que la mujer sale de la casa?

—De todas: el centro de salud, la escuela, los Centros de Acción Familiar (CAF), ONGs. Lo importante y quizá más difícil es encontrar en alguno de estos ámbitos una persona comprometida. Por eso, les pedimos a los médicos, maestros y a toda la sociedad, un rol mucho más activo, para que puedan estar atentos y ayudar al seguimiento de una mujer o de sus hijos -planteó Daniela.

Hablar y denunciar

  • Las profesionales perciben un cambio generacional. “Las mujeres más jóvenes dicen lo que les pasa. Ya desde el noviazgo, si sufren alguna situación violenta, se lo dicen a alguien. Quizás no sea una denuncia formal, pero a alguien se lo cuentan. Eso prácticamente no se ve en mujeres de más de 50 años, que están más acostumbradas al silencio y al sometimiento”, sostuvo Daniela R., psicóloga de la casa de amparo.

Consultadas sobre si las víctimas llegan a concretar las denuncias, asintieron, pero aclararon que los delitos por lesiones o amenazas son excarcelables. También plantearon que, en determinados barrios, los agresores tienen contactos con la policía o son conocidos, por lo que recomiendan acudir al Centro Territorial de Denuncia (Las Heras 2883), donde hay personal preparado.

Por último, el equipo instó a cambiar el machismo arraigado en los pequeños gestos cotidianos y remarcó la importancia de la marcha de ayer y de la tarea de concientización de los medios de comunicación.

Pedir ayuda

  • Ante una emergencia, hay que llamar al 911 ó 144. Para consultas, al 4572888 o en San José 1701 de lunes a viernes de 7 a 13.