editorial

Ni una menos: el compromiso del día después

  • Miles de personas participaron en todo el país de la movilización convocada a través de las redes sociales para poner fin a la violencia de género.

Una multitud participó de la convocatoria que el miércoles 3 de junio tuvo como epicentro a la Plaza del Congreso, en Capital Federal, pero replicó en todo el país y también en Santa Fe bajo la única consigna de “Ni una menos”, un claro mensaje que busca poner un freno real y concreto a la violencia de género y a los femicidios.

La conmovedora postal de plazas colmadas por personas de todas las edades se repitió en las principales ciudades argentinas con un reclamo que tuvo eco también en otras capitales de América Latina. No es para menos, la Organización Mundial de la Salud estima que el 36 por ciento de las mujeres de la región ha sufrido violencia de género. En el país, cada 31 horas muere una mujer por esta causa.

También hubo niñas y niños en la marcha, adolescentes y estudiantes universitarios, y el dato es relevante porque uno de los puntos comprendidos en el documento que cristalizó el reclamo y la propuesta refiere, precisamente, a la incorporación y profundización en todas las currículas educativas de los diferentes niveles de la educación sexual integral con perspectiva de género, la temática de la violencia machista y el dictado de talleres para prevenir noviazgos violentos.

Claro que el primer punto del petitorio refiere a la instrumentación en su totalidad y con la asignación presupuestaria acorde de la Ley 26.485, como también -en los ítems siguientes- la publicación de estadísticas oficiales, la apertura y funcionamiento de Oficinas de Violencia Doméstica de la Corte Suprema en todas las provincias, la creación de más hogares y refugios para víctimas y garantías para el acceso a la Justicia, entre otros.

Pero, sin dudas y más allá del cumplimiento de todas las disposiciones legales y jurídicas, el aspecto cultural es uno de los ejes sobre el que debe apoyarse el cambio de perspectiva sobre el rol de la mujer, y por eso el alto valor que tuvo la presencia de chicos y chicas en cada una de las movilizaciones. A propósito, el mismo documento incorpora como último punto la capacitación obligatoria del personal del Estado, agentes de seguridad, operadores de la Justicia y profesionales que trabajan en la temática de la violencia.

Un primer cambio puede vislumbrarse en el mismo escenario en el que se desarrolló la convocatoria, precisamente en el espacio público que cada ciudad o pueblo consideró más significativo. Y esta modalidad de ocupar las calles y las plazas para reclamar por un flagelo que se sufre en forma mayoritaria en el ámbito privado, ya constituye un paso adelante en la visibilización de un tema grave, tanto que compromete la vida de mujeres adultas, jóvenes y niñas.

Que la iniciativa de movilizarse haya surgido de las mismas mujeres; que en todos los puntos de concentración y en los días previos también se hayan expresado a favor de la consigna los varones; que durante ese día la agenda la haya marcado la gente de manera espontánea y pacífica, más allá de las organizaciones sociales, políticas y educativas que participaron; que la convocatoria para poner fin a la violencia pero también para cambiar una concepción anacrónica del rol femenino se haya multiplicado a través de las nuevas tecnologías, son otros cambios para tener en cuenta.

Luego del primer balance será el momento del compromiso, ahora sí político, para que el pedido al que adhirieron funcionarios y candidatos con su imagen se cumpla de manera efectiva con su firma, gestión y presupuesto.

La modalidad de ocupar calles y plazas para reclamar por un flagelo que se sufre en el ámbito privado constituye un paso adelante en su visibilización .