Pulsos de la política provincial

A la caza de los votos decisivos

Por Darío H. Schueri 

A una semana de las elecciones, los candidatos a gobernador -al menos los tres que tienen mayores chances de ganar- se internan en la peligrosa espesura de la selva social a la caza de los 150 a 200 mil votos necesarios para llegar al triunfo que los conduzca al señorial edificio de la Casa Gris.

Miguel Torres del Sel, Miguel Lifschitz y Omar Perotti necesitan llegar el domingo que viene a la meta del 35 por ciento de los votos válidos emitidos (algo así como 650 mil voluntades). Muy lejos quedaron los 950 mil votos de Carlos Reutemann en 1999; o los 864 mil votos de Hermes Binner en 2007. El actual gobernador, Antonio Bonfatti, obtuvo 674 mil votos en 2011.

Por estos días, la guerra de nervios en los centros de operaciones de campaña de los tres candidatos se explica por un final impredecible que contradice a los placebos de las encuestas, catalizadoras de ansiedades. Más bien se apela a los ajados manuales de las operaciones políticas que incluyen, además de las tradicionales durezas conceptuales entre los adversarios, revoleo de encuestas a la carta, y severas operaciones periodísticas que terminan confundiendo al electorado en lugar de despabilarlo.

Ya poco pareciera importar algún perfil de gobernabilidad a futuro; hoy la consigna es cómo acertar con el golpe de efecto preciso que termine de enviar a la lona al contrincante. Y en esa faena a veces se pierden hasta las formas. Si el objetivo de los candidatos es convencer a la mayor parte de los 100 mil santafesinos que se tomaron la molestia de ir hasta las escuelas el 19 de abril para votar en blanco, invitándolos a que el domingo 14 tilden un casillero, diríamos que la batalla está casi perdida.

La del domingo que viene es una elección provincial muy particular que bien podría justifica las pulsaciones de los candidatos. Pero no amerita pasar los límites.

El FPCyS se resiste a creer que la sociedad santafesina pueda haberle picado el boleto tan pronto decretándole un anticipado fin de ciclo, y confía en atraer hacia su candidato, Miguel Lifschitz, la mayor cantidad de los ciudadanos que no fueron a votar el 19 de abril, mientras militan acérrimamente el voto radical (y no radical, unos 160 mil) que fue a parar al candidato Mario Barletta en las Paso. El diputado radical Santiago Mascheroni se fastidia con algunas metodologías de estos tiempos: “Hay que volver a la vieja militancia casa por casa, consolidar la organización y el método; las redes sociales son útiles y necesarias, pero no ganan una elección”, razona y rezonga.

Simultáneamente, se trabaja con el “voto militado” dentro del gremialismo estatal (algunos sectores ya se pronunciaron abiertamente) y se esperanzan con el “cambio de idea” de quienes apostaron -por las razones que fueran - el 19 de abril por el candidato que terminó siendo el más votado. “A las diferencias tenemos que achicarlas en todos los frentes”, manifiestan los estrategas de campaña.

Pero básicamente, el socialismo apuesta a salir de la “muerte clínica” padecida el 19 de abril en Rosario. “Ahora, pasamos a terapia intensiva y estamos en franca evolución”, grafican, optimistas.

En la carpa del peronista Omar Perotti, apostaron todas las fichas a la buena estrella del gobernador bonaerense Daniel Scioli, quien regresó a la provincia para respaldarlo, después que lo hiciera su carismática esposa Carina Rabolini. Perotti, a quien Reutemann acaba de calificar como “un buen candidato” en función de su experiencia como ex intendente de Rafaela y ex ministro de la Producción durante el primer mandato de Jorge Obeid, apela, igual que el FPCyS al “voto militado” de las cientos de colectoras comunales y municipales esparcidas por toda la provincia.

El aspirante rafaelino trabaja arduamente para romper con la mediatizada polarización entre “los dos Migueles (Del Sel y Liftschitz)” y afirma: “Somos los que más hemos crecido”. Para no ser menos, también ondean encuestas favorables.

Finalmente, Miguel Torres del Sel, el favorito en las apuestas debido a la excelsa performance del 19 de abril, sigue al pie de la letra el decálogo del candidato exitoso, sin apartarse del libreto que tantos y tan buenos resultados le viene dando: seguir relacionándose “cara a cara con la gente”.

Poco y nada le importa que sus adversarios le reprochen de manera unánime que generalice sus propuestas sin profundizarlas; aunque esta noche en el debate estelar televisado para toda la provincia que protagonizará en Rosario junto a los cuatro adversarios restantes, deberá definir conceptos. Apelar solamente al carisma podría ser una jugada muy peligrosa.

Reutemann y su elección personal contra el socialismo

Carlos Reutemann (que abroqueló al radicalismo santafesino en su estrategia nacional) libra su propia guerra privada con el socialismo, que excede las simpatías que pudiera tener hacia Miguel del Sel, hoy constituido, por obra y gracia del destino, en instrumento de su desagravio personal por las ofensas que, a su entender, le infiriera el socialismo hace exactamente seis años.

Fue en 2009, durante la campaña por la reelección a la banca de senador, cuando se quejó agriamente del socialismo que blandía como “elemento perturbador” de sus votantes (los mismos que hoy apoyan a Del Sel) el hecho de que una vez consagrado senador iría a brindar con champaña a Olivos junto a Néstor Kirchner. Por otro lado, Reutemann también sufría los embates del kirchnerismo tras su alineamiento con el campo un año antes. Recibía fuego graneado de ambos flancos. De allí, la archifamosa consigna (que prácticamente lo llevó al triunfo y los peronistas no olvidan) “no hay 2011 sin 2009”.

Sumado a la ofensa que para él representaba la imputación de que iría a brindar con Kirchner si triunfaba, a Reutemann se le hizo callo en su dolido espíritu que el socialismo por entonces lo acusara de ser el autor intelectual del asesinato del militante social rosarino Claudio “Pocho” Lepratti en 2001, y de ser el causante -por omisión- de las muertes ocasionadas por la inundación de 2003.

Tras la ajustada victoria por tan sólo dos puntos, esperó pacientemente el momento de la revancha. Ese día llegó. Es ahora. Podría ser el domingo 14 si Del Sel doblega al socialismo.

Pero antes, hace dos años, fue por el kirchnerismo mediante el apoyo a la candidatura de Sergio Massa a diputado nacional “para evitar la re-reelección de Cristina”, según expresara en su momento. El massismo creyó que Reutemann había firmado un contrato para siempre con su escudería. Era sólo por esa carrera. Ahora iría por el socialismo, y el nuevo team sería el PRO.

El diputado del Movimiento Evita y dirigente del PJ rosarino dijo que Reutemann debería ser expulsado del partido por “inconducta partidaria” (por haberse pasado a las filas del PRO). Le respondió, irónicamente, que esperará el pelotón de fusilamiento de pie, provocándolo para que lo hagan debido a que “está en los estatutos”.

Pese a las idas y vueltas de las últimas horas en las que pareció que tomaba cierta distancia de Miguel del Sel, ratificó que espera ansioso el resultado del domingo 14 para consumar el íntimo deseo que acuna desde aquella fría noche del 28 de junio del 2009. Solo dejó en claro que de lo que él no forma parte no se hace cargo, cuando dijo que no tiene nada que ver con el armado de los equipos de Del Sel a los que no obstante pondera.

Su contrato íntimo termina el 14 a la noche si Del Sel logra derrotar al socialismo.

Final abierto para algunos; caso cerrado para otros. Quedan cinco días de campaña para convencer a los indecisos y fidelizar a quienes ya optaron el 19 de abril. A la caza de los votos decisivos.

Perotti trabaja para romper con la mediatizada polarización entre “los dos Migueles (Del Sel y Lifschitz)” y afirma: “Somos los que más hemos crecido”.

Carlos Reutemann libra su propia guerra privada con el socialismo, que excede las simpatías que pudiera tener hacia Miguel del Sel.