editorial

Circunvalación a ningún lado

  • La autovía RN 19 tiene desde hace meses un tramo terminado en torno a las ciudades de Frontera y San Francisco. Pero la obra no se habilita.

Se pueden ensayar valiosos argumentos a la hora de ponderar una avenida de Circunvalación. Se ahorran traumatismos urbanos que salvan vidas y resguardan bienes, se gana tiempo en tránsitos menos riesgosos, se descongestionan tráficos céntricos, se ponen en valor inmuebles periféricos, se facilitan los tráficos interurbanos de personas, bienes y servicios. La lista es larga y siempre beneficiosa.

La provincia de Santa Fe y la Nación han hecho un esfuerzo no necesariamente prolijo pero sí relevante para completar parte de la autovía RN 19 incluyendo la Circunvalación a la altura de Frontera y San Francisco. Córdoba viene sumando su propio aporte en territorio mediterráneo para completar el tramo modernizador de una vieja ruta concebida en la primera mitad del siglo pasado.

Sin embargo una indescifrable cualidad administrativa ha logrado convertir a esa Circunvalación en una cinta de Moebius que no lleva a ningún lado, que se retuerce sobre sí misma desde los repliegues de una burocracia piquetera, capaz de lograr que en un país inflamado por anuncios de lo que no se hace, se posea una obra que no se habilita.

El tramo santafesino del enlace se terminó hace unos 3 años; en territorio cordobés la obra quedó concluida en 2014. Un puente nuevo pero descalzado en jurisdicción de Frontera sería el impedimento para habilitar la circulación oficialmente, aunque los vecinos usan -y abusan- de la estructura.

Esuco fue la firma constructora de todo el tramo, tanto del recorrido concretado por Santa Fe como del ordenado por la Dirección Nacional de Vialidad en territorio cordobés. Todo el trayecto suma unos 14 kilómetros -incluyendo enlaces- que fueron transferidos a jurisdicción del Órgano de Control de Concesiones Viales, ya que la autovía es explotada por Carreteras Centrales Argentinas como parte del Corredor Vial 4 desde Santo Tomé hasta Río Primero.

Son todos responsables contractuales o institucionales. No pueden jugar al “gran bonete” cuando una simple pregunta periodística los interpela sobre lo evidente. Tienen la obligación de dirimir sus cuestiones pendientes, hacer lo que falta y poner en funciones la obra por la que los argentinos -en especial los santafesinos- están pagando sus impuestos y por la que además abonarán peaje.

La Ruta 19 es nacional; su modernización fue postergada por los atrasos propios de la Argentina pero también por disputas partidarias y jurisdiccionales que muestran -los ejemplos se acumulan- que al país le faltan institucionalidad y federalismo.

Por la inversión santafesina en la ruta, Néstor Kirchner prometió hace 8 años la compensación con un puente a Santo Tomé que en todo ese tiempo todavía no coronó su proyecto ejecutivo. La DNV anunció hace años la autovía en Córdoba, pero también allí es el gobierno provincial el que está llevando adelante las obras como un espejo de lo que sucedió en Santa Fe.

Es mucho el valor de lo que está en juego y poca la plata, voluntad e inteligencia que se necesitan para cumplir las responsabilidades de cada uno de los actores involucrados, para hacer justicia a los ciudadanos afectados en esta insólita cuestión. Cualquier respuesta esquiva y hasta ignorante, descalifica -califica- a quien la brinda.

Una indescifrable cualidad administrativa ha logrado convertir a esa Circunvalación en una cinta de Moebius que no lleva a ningún lado, que se retuerce sobre sí misma desde los repliegues de una burocracia piquetera.