La dimensión del arte

La dimensión del arte

Una reconocida trayectoria; una formación que lo trajo desde su tierra natal, en el interior de la provincia, a la capital santafesina para seguir luego en Buenos Aires, Córdoba y en otros lugares del mundo; obras diseminadas en el país y en otros continentes, y la convicción de que nunca se deja de aprender definen al artista santafesino Miguel Ángel Bonino.

TEXTOS. NANCY BALZA. FOTOS. MAURICIO GARÍN Y guillermo di salvatore.

 

Gran Premio de Honor del Fondo Nacional de las Artes (1993), Primer Premio del Salón Nacional de Cerámica (1990), Gran Premio de Honor, Presidencia de la Nación, Salas Nacionales, Palais de Glace (2008), activo participante de la Feria Internacional de Cerámica en Tokio. Así comienza la reseña que el artista plástico Miguel Ángel Bonino presenta a modo de currículum, en lo que define “una síntesis de síntesis”. Pero su historia comienza mucho antes, en su tierra natal, San Guillermo, al noroeste de Santa Fe.

De acuerdo con su relato, el nombre del sitio que lo vio nacer, colonia Monte Oscuridad, no se condice con el entorno donde creció, de tierra generosa, árboles frondosos, trigales, campos azules de lino, y nubes en las que se podían imaginar todas las formas que una infancia a cielo abierto se puede permitir. Algunas de esas formas y colores están plasmados en sus obras, donde pueden adivinarse aquellas nubes entre las curvas que coronan sus esculturas y los árboles de la infancia en buena parte de sus trabajos, cuya realización -se intuye y luego él mismo confirmará- habrán demandado semanas, meses.

En su casa-taller de barrio Ciudadela la luz entra generosa y baña la enorme cantidad de obras de todos los tamaños que están diseminadas en cada ambiente. Vale la pena detenerse frente a cada una de ellas para observar de qué manera la disposición del material fue creando tonos y formas. Sobre las técnicas que empleó para que luzcan así y no de otra manera hablará él.

“¿Te puedo contar algo del campo?”, pregunta a través del fragante humo de un café bien servido. Y ya sabe la respuesta. “Cuando era chico teníamos una laguna a 100 metros de mi casa. Tenía 3 años, me levantaba muy temprano, iba a juntar greda y con ese material hacía muñequitos y armaba esculturas. Y mi padre me decía: “¿Quién es ese señor? ¿Y esa señora?...”. Y una se imagina las historias que él mismo se habrá inventado mientras el dócil material iba tomando forma en aquellas manos pequeñas y aún sin entrenar. De la infancia en una colonia “muy linda, muy rica, con tierras fértiles”, de la educación en la escuela Nacional Nº 7, del taller que abrió una vez instalado con su familia en el pueblo y de la formación en la escuela de Artes Visuales “Prof. Juan Mantovani” irá la charla, en un vaivén temporal constante.

“En el pueblo abrí un taller. De allá me venía a cursar en la Mantovani y me volvía los viernes; daba clases los sábados y los lunes, y el martes muy temprano volvía a Santa Fe”. En la escuela de Artes cursó 11 años de carrera, incluido un ciclo básico de 4 años, y todos los profesorados, para nivel primario, secundario y superior. “Terminé la carrera, me fui a Buenos Aires a especializarme y estuve en los mejores talleres con Mireya Baglietto, Leo Tavella, Vilma Villaverde y Antonio Pujia. Iba y venía, con el apoyo de mis padres y de una beca que me había otorgado la escuela, cuyos profesores eran Sedlacek, Bardonek, Juana Piccoli, Fertonani, Matías Molina... Me formé con Oscar Esteban Luna, que era el único en Santa Fe que tenía el premio Presidencia de la Nación”.

- Con semejante formación, ¿por dónde arrancó?

- En Buenos Aires arranqué por la cerámica escultórica, y por la escultura y el esmalte cerámico. Cada muestra de esmalte que ves es el resultado de años de investigación; a veces, de noches enteras estudiando, investigando.

El dato refiere a su obra en general pero la atención se enfoca en una escultura de dimensiones considerables -ubicada en el ambiente en el que transcurre esta charla- en la que, a la luz de un sol generoso, es posible distinguir multitud de tonalidades. “No está pintado; preparo distintos colores de pastas y voy trabajando con cada uno de ellos con distintos procedimientos”, explica con total naturalidad sobre un trabajo que se intuye complejo: “la obra que ganó el Gran Premio de Honor en 2008 tiene 2.50 metros, y la que está expuesta en el Museo de la Memoria de Buenos Aires, desde 2007, tiene 2,47 m.” “Aproximadamente -aclara-; no estoy seguro, hice tantas obras...”.

-¿Cuántas obras?

- No tengo idea, a veces encuentro una familia que me dice que tiene una escultura que le vendí; otra persona me habla de la obra que le regalé. Y no me acuerdo porque a lo mejor tenía 20 años cuando ocurrió.

DE SANTA FE AL MUNDO

Bonino cuenta que cuando regresó de Buenos Aires inició la Licenciatura de Artes Visuales en la UNL. “Terminé en 2003 y mi esposa me sugirió hacer un posgrado en Córdoba. Allí comencé un Doctorado en Artes que incluye teatro, música, literatura, artes plásticas y hace tres años que me gradué”.

Sobre Nora, su esposa, vuelve una y otra vez en el recuerdo. También cuando relata el viaje que hicieron juntos a Europa a partir de una beca que obtuvieron en España. “Seleccionaban a dos artistas de cada país y los evaluaban, y fuimos elegidos los dos. Mi esposa se quedó en Barcelona donde aprendió todas las técnicas para niños. Y yo fui a Galicia para especializarme en porcelana. Estuvimos cinco meses y los fines de semana salíamos con un avión a conocer capitales del mundo. Fue un viaje de estudios, hermoso, en el que nos relacionamos con mucha gente. Ahora sigo en contacto por correo electrónico o por facebook”.

“Después me fui a China, la primera vez fueron dos meses y medio con un grupo de ceramistas escultores de Buenos Aires. Allá se creó el Museo de la Cerámica Argentina. Tres años después volvimos a ir y estuvimos tres meses más, y también un mes en Japón”, detalla. De aquellas experiencias, además del aprendizaje, “quedaron obras mías en todos esos lugares”.

DE LA CRISIS AL CAMBIO

- ¿Hay una revalorización del arte en el país?

- Si, pero sucede que se está trabajando de una manera que no es la correcta. Está todo muy tergiversado, en general, en el mundo. Porque se hacen cuatro líneas, una mancha y eso es arte. Se puede hacer, pero tiene que haber una organización, un despliegue de los elementos que reúne una composición plástica. En la sintaxis, en la morfología en el plano hay una serie de elementos que tenemos que respetar como la armonía, el equilibrio, el color, la forma. En esto pasa lo mismo y ya no se respeta. A veces uno se pregunta, ¿y esto qué es?

- Pero eso lo puede dilucidar un público con mayor conocimiento sobre el arte.

- Si, ese es el problema. Porque yo también hice abstracciones y me preguntaron qué quería decir. Y lo explicaba. Aunque el artista nunca sabe decir por qué lo hizo. El arte es una expresión del espíritu y como tal hay días que tenés más deseo, días en los que viene esa musa creadora. A veces me levantaba a las 3 de la mañana, me ponía a dibujar y mi esposa me preguntaba qué estaba haciendo. Y yo tenía ese momento de inspiración.

- Vuelvo a la pregunta: ¿cómo se logra que el público comprenda que esas líneas y esa mancha significan algo?

- Tendríamos que hacer charlas al aire libre, ir a las plazas, exponer en esos espacios y que la gente se vaya acercando y empiece a preguntar. Se le puede explicar por qué cuatro líneas y una mancha. Pero a eso se llega con el tiempo y los años. Picasso decía: “Yo pinto lo que pienso y no lo que veo”. Él tenía un modelo, pero el modelo era un pretexto y nada más. Decía: “No puedo destruir si no sé, primero hay que construir”. ¿Cómo voy a destruir un rostro si no tengo idea de lo que estoy haciendo, porque no tengo en cuenta los patrones de la sintaxis, de la morfología, de la teoría del color? Después puedo seguir desmenuzando hasta llegar al mínimo que a lo mejor puede ser una mancha y pueden ser dos líneas solamente o manchas en valores: blanco y negro. Estamos pasando por una gran crisis, que se da en todas las disciplinas.

- Bueno, pero la crisis también significa un cambio hacia algo nuevo.

- Por eso, esperemos que cuando esto estalle sea hacia algo que nos sirva a todos, tanto a los “viejos” como a los jóvenes y a la gente que recién se inicia. ¿Qué tiene que hacer el público? Ir a todas las exposiciones que pueda y nosotros, los artistas, hacer exposiciones al aire libre, mostrar las obras a la gente y explicar por qué hicimos lo que está viendo.

- Nunca se deja de aprender.

- El aprendizaje es continuo y permanente, nunca termina. Mientras pueda mover mis manos y pensar, voy a seguir. Hasta que no pueda más.

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Perfil

• Miguel Ángel Bonino es Maestro de Artes Visuales por la Escuela de Artes Visuales “Prof. Juan Mantovani” y Licenciado en Artes Visuales por la UNL. Estudió en los talleres de Werner R. Ostermann, Mireya Baglietto, Leo Tavella y Vilma Villaverde.

• Expuso en Santa Fe, Córdoba, Tucumán, Mar del Plata, Villa Gesell, Buenos Aires, Río Negro y Santiago del Estero.

• Fuera del país, expuso en Tokio (Japón), en la Feria Internacional de Madrid (España), en Berlín (Alemania), Jingdezhen (China) y Faenza (Italia).

• Entre los principales reconocimientos recibidos figuran: Primer Premio Mención en el Salón Nacional de Arte Cerámico, Salas Nacionales, Palais de Glace, ciudad de Buenos Aires (1986); Segundo Premio en la sección Escultura, Cerámica Rakú en el 56º Salón Anual de Artistas Plásticos Santafesinos (1989); Primer Premio en el XXXII Salón Anual de Cerámica en ciudad de Buenos Aires (1990); Primer Premio Adquisición en el Salón de Cerámica de Avellaneda (1993); Gran Premio de Honor en el XXXV Salón Anual Internacional de Arte Cerámico auspiciado por el Fondo Nacional de las Artes (1993); Primer Premio Adquisición en el Salón Nacional, Museo Rosa Galisteo de Rodríguez (2005); Gran Premio de Honor, Presidencia de la Nación, Salas Nacionales, Palais de Glace (2008); primer premio en Cerámica en la Primera Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Argentina, en el Centro Cultural Borges (2012).

“Siempre les digo a mis alumnos que tengan en cuenta tres aspectos que son esenciales durante todo el transcurso de la vida en el arte: constancia, porque tenemos muchos golpes, nos caemos pero nos levantamos hasta que quedamos de pie; el amor, que tiene que ser entrañable, y la pasión porque, si no, es una obra muerta que carece de espíritu y no dice nada. Ese es el secreto”.

Miguel Ángel Bonino.

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El artista en su casa-taller de barrio Ciudadela.

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TALLER

En la primera semana de agosto darán inicio los talleres para adultos que dicta Miguel Ángel Bonino. Será una vez por semana para quienes elijan pintura y dos veces para quienes opten por cerámica. Los cursos son por la mañana, por la tarde y hay un grupo que por razones de trabajo asiste por la noche.