editorial

La niñez en el discurso y en los hechos

  • La infancia puede ser visibilizada en el abordaje de cada problemática social o económica.

Es sabido que las palabras y la manera de nombrar a las personas y de describir las circunstancias en que un hecho ocurre no son inocentes, y que el enfoque que se elige para relatar una noticia y las fuentes que participan de ese relato cuentan mucho de lo que se quiere decir, más allá del propio texto. Cuando el sujeto a nombrar es un niño o una niña, cada expresión importa.

Con esa premisa es que en 2013, el Observatorio de los derechos de la niñez y la adolescencia de la provincia realizó un relevamiento entre los medios gráficos de esta ciudad y de Rosario para establecer de qué manera los integrantes de esta franja etaria aparecen en las noticias, si tienen voz propia en esos relatos o quiénes hablan por ellos. Aquel rastreo concluyó en una serie de datos que merecen destacarse. Entre ellos, que las noticias que tenían como eje a la violencia, e involucraban a este grupo, representaron un 40 por ciento del total -una cifra alta comparada con los temas de educación y salud-; que las fuentes más consultadas eran la policía, y después la Justicia; que la ausencia de estadísticas para acompañar la información era casi total, y que las voces de los protagonistas estaban presentes en un ínfimo porcentaje de artículos.

A una conclusión similar había llegado, ya en 2007, la ONG Periodismo Social sobre la base de un informe realizado en todo el país, de lo que se deduce que la situación no varió demasiado. Ahora, la nueva apuesta del Observatorio es relevar los noticieros de los canales locales para establecer cómo se aborda esta temática en el formato televisivo.

En cualquier caso y más allá de las palabras que se utilicen, es necesario abordar la manera en que se visibiliza -o no- a los chicos en el contexto de otras noticias, y hacerlo desde una perspectiva que preserve sus derechos.

Así, es necesario considerar que los datos generales de pobreza a indigencia, de por sí dramáticos, involucran una mayoritaria proporción de niños y jóvenes sobre el total. En ese sentido, es importante destacar que oportunamente el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina, a través del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, planteó para los primeros tres años de la década actual que más del 17 por ciento de niños y jóvenes habitaban viviendas precarias, que un porcentaje mucho mayor tenía problemas de saneamiento y que casi un 20 por ciento vivía en condiciones de hacinamiento. Todo esto, más allá de los avances indiscutibles que se produjeron en los últimos años en materia de derechos de los más chicos.

Y de paso, frente a la enorme oferta de tecnología destinada a niños y adolescentes, urge evaluar que el acceso a los recursos de información y comunicación no es universal y que un alto porcentaje de niños y niñas carece de computadoras y de acceso a Internet, situación que también ocurre en nuestra ciudad donde la desigualdad, independientemente de los avances y planes de inclusión, es palpable.

Volviendo a la manera en que las temáticas vinculadas con la niñez son abordadas por el periodismo, las buenas prácticas recomiendan contextualizar las noticias relacionadas con chicos y chicas, desterrar términos peyorativos o que aludan a un paradigma que los presenta como objetos y no como sujetos, preservar su privacidad, además de respetar y promover sus derechos; en definitiva, volverlos visibles en la voz y la palabra -no sólo como objeto de consumo-, en todos los niveles, todo el año y más allá de las fechas comerciales.

Las buenas prácticas periodísticas recomiendan contextualizar las noticias relacionadas con chicos y chicas, y desterrar términos peyorativos.