DIGO YO

Día del Niño

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Fotomontaje: Alejandro Moulins

 

POR NATALIA PANDOLFO

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Estás en la medida exacta

de mis sueños

Ni más acá ni más allá de

aquel sudor eterno

Que estremeció mi cuerpo dolorido

Cuando tu grito tronó en

mi destino.

Sos todo cuanto sos...

Amor, nostalgia, risas...

Tiempo impalpable

Memoria enardecida.

Sos más, sos siempre mucho más

Que todos mis anhelos...

Claridad que interrumpe mi oscuridad antigua

Y alumbra con sus dones mi vida sin caricias.

Estás en la medida exacta de mis sueños

Geometría intangible,

Lenguaje impredecible,

Geografía armoniosa

Que dibujé de niña

Soñando en darte vida.

(“Hija mía”, Susana Squeff).

Un chico se ríe a carcajadas tan contagiosas que todos terminan riéndose con él. Un chico explota en un alarido chillón en medio del colectivo y obliga al resto a prestarle atención. Un chico revienta sus tímpanos en un pelotero que festeja siempre el mismo cumpleaños. Una chica se abstrae en un dibujo que la hace viajar por el mundo montada en alas de colores. Un chico ruega tembloroso que esta vez el adulto, ese gigante lejano y ajeno, no le levante la mano. Un chico respira el humo del pucho que respiran en casa y sus pulmones lloran. Un chico se trepa a la calesita en funcionamiento y se adivina dueño del universo. Un chico mira a una chica angelical y siente que le pasan cosas raras y no se anima a contárselo a nadie. Un chico se sube al carro y acompaña a papá en los recovecos del centro lleno de autos que lo putean cada tardecita. Un chico perdió la elasticidad de sus piernas y sus brazos de chico porque el celu lo tiene prendido y perdido. Una chica piensa que cuando sea grande va a hacer algo grande, grandioso, heroico. Un chico golpea cada puerta con la ilusión de que le den algo que pulverice la tristeza eterna de mamá. Un chico ruge cuando mamá le dice que no al último capricho. Una chica espera ver alguna vez la cara de su papá. Un chico llega al hospital de Niños con un cuadro que horroriza a todos. Un chico mira a los grandes y piensa que no entienden nada. Un chico soporta a la maestra gritona y se pregunta para qué va a la escuela (ella, él). Una chica se enreda con su perro en vueltas interminables por el piso y es feliz. Un chico siente que la orden de bañarse es lo más parecido al infierno. Un chico corre tras una pelota y cree que sus pies son de viento. Una chica ordena a sus padres que no la molesten, y ellos obedecen. Un chico pide un límite a grito limpio y nadie lo escucha. Un chico está solo la mayor parte del día, lo acompaña la santísima trinidad: teléfono, tablet y televisor. Una chica se sostiene de la barra y ensaya sus pasos de baile y mientras tanto sueña. Una chica se pregunta cosas que nadie nunca le explicó ni le explicará. Un chico ve a los padres desorientados y se compadece. Una chica sueña con subir alguna vez a un auto. Un chico trata de saltar la soga de los deseos frustrados de los padres. Un chico abre los ojos como platos frente a una bestia pariendo. Una chica quiere fundar escuelas para salvar a los que andan pidiendo por la calle. Una chica se pone los tacos de mamá y se imagina. Un chico sabe que cuando sea grande tendrá que ser abogado, como papá, como el abuelo. Un chico grita y le gritan más fuerte y juega enfurecido esa febril carrera que nunca ganará. Un chico pasa el día con sus abuelos y ve a su madre a la noche y ése es para él el momento más feliz del día. Una chica ve que su mamá intenta competir con ella y se avergüenza. Un chico resopla y logra levantar un pie y apoyarlo un poco más allá, y luego imitar el movimiento con el otro, y ve que a su alrededor todo es una fiesta, y luego se abandona a los brazos de alguien que lo celebra. Un chico se desespera por ser grande para que le crean. Un grande lo mira, nostalgioso.