De domingo a domingo

Con su viaje y el ninguneo, Scioli chapotea en las inundaciones

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Las fotos que Scioli se sacó con los inundados no bastaron para ocultar el escándalo de su viaje a Italia.

Foto: Archivo El Litoral

 

Por Hugo E. Grimaldi

(DyN)

A nivel político, a estas alturas nada es igual al domingo pasado, pero tampoco a seis, cinco o cuatro días atrás. Daniel Scioli desplazó a la presidenta Cristina Fernández y fue el eje central de la semana porque ganó las elecciones, pero también porque después quedó demasiado expuesto cuando dejó de lado sus responsabilidades y viajó a Italia para descansar y tuvo que volver, en medio de las inundaciones en su provincia, a explicar casi lo inexplicable y, por último, porque fue ostensible que el kirchnerismo lo dejó irremediablemente solo, después de que no llegó a sumar 40 por ciento en las primarias.

En estos últimos días, la feroz dinámica que adquirió la política cambió alocadamente el eje de las discusiones en varias oportunidades. También terminó triturando a muchos actores que ocupaban el escenario electoral y, en ese sentido, el doloroso fenómeno meteorológico que dejó a tanta gente a la intemperie dañó gravemente y más que a nadie al gobernador bonaerense.

Axel Kicillof hace la plancha

Para adentro y para afuera, Scioli pasó abruptamente de campeón a canillita. Hasta ahora, el resultado es que quedó todo demasiado empastado y con final abierto hasta que se reacomoden un poco los tantos en las nueve semanas que restan hasta las presidenciales, mientras la situación económica -que, de momento, es apenas conformarse con hacer la plancha hasta las elecciones, tal el plan del ministro Axel Kicillof- se sigue sosteniendo con alfileres.

En tanto, el costado social se degrada cada vez más y se plantean oscuros nubarrones para 2016 cuando, quien llegue a la presidencia, deba corregir la espinosa herencia de inflación, inseguridad, narcotráfico y falta de competitividad que va a recibir.

En estos días, hubo una media docena de importantes derivaciones de aquellas elecciones que hoy parecen demasiado lejanas, datos que conviene repasar para rearmar el cuadro de situación:

a) las Paso han sido una referencia importante, pero no definitiva;

b) los opositores Mauricio Macri y Sergio Massa, los dos juntos, le ganaron al oficialismo, pero el peronismo (Scioli, Massa y otros referentes sumados) estuvieron por arriba de las demás fuerzas políticas;

c) la interna de la coalición kirchnerismo-pejotismo se ha vuelto salvaje;

d) las inundaciones ya estaban en curso y un cuarto de la provincia de Buenos Aires votó bajo el agua;

e) el inusual fenómeno meteorológico desnudó la falta de inversión en infraestructura en el distrito más grande del país, con insuficiencias de obras hídricas directamente derivadas de las peleas internas entre jurisdicciones que vienen desde hace rato;

f) el viaje del gobernador a Italia y un montón de falsedades y excusas que no se creyó nadie.

Aprovecharon para dejarlo solo

Sólo por los tres últimos puntos mencionados, en los Estados Unidos, Scioli tendría que haber renunciado a su candidatura. Allí, con estándares muy diferentes al modo de calificar y de elegir a los dirigentes que tiene la Argentina, la opinión pública le pide a los candidatos que hagan propuestas, pero sobre todo que no mientan y éste es el gran pecado que no se perdona.

Pero, además, los ciudadanos les exigen también atributos que hacen a la honradez y a la transparencia personal y de gestión y otras propias de cuestiones domésticas, como una vida privada equilibrada, sencillez y hasta sentido del humor, pero, sobre todo, que tengan temple y sangre fría para manejar situaciones críticas bajo presión, que no se muestren asustadizos ni tímidos, sino seguros y que posean resistencia física.

De allí, la importancia de los debates para verificar valores y cualidades. Varios puntos de este detalle fueron vulnerados en estos días por el candidato Scioli, ya desde su discurso del domingo a la noche, que pronunció seguramente abrumado por no poder entender por qué a la hora de mostrarse, tenía apenas cinco puntos de ventaja y por qué la presidente y el kirchnerismo lo estaban dejando solo.

Luego, sucedió su aparición pública del jueves al mediodía, cuando regresó de apuro de Europa, en la que se lo notó bastante irritado.

Scioli y el verbo “mentir” al estilo K

Y en cuanto al verbo “mentir” en todas sus acepciones, la excursión italiana sumó ocultamientos (el viaje fue prolijamente disimulado), ficciones varias (altos colaboradores dijeron que era por su brazo, para hablar con el primer ministro de Italia -quien estaba de vacaciones- y hasta que era su primer intento de búsqueda de inversiones) y hasta otras apariencias (viajó por compañías extranjeras y no por Aerolíneas Argentinas).

A su vuelta, usó varios atajos para no dejar mal parado a nadie de su equipo y terminó blanqueando una tardía versión que contenía un poco de todo, pero que se cerró con la admisión del descanso: “Fue un viaje personal” debido a “un esfuerzo extenuante en el final” de la campaña y “muchas veces el estrés me ha llevado a límites que se agravaron por mi condición física”, hizo saber.

Si bien lo que más le debe molestar al bonaerense es haber sido él solo el responsable de la movida equivocada del viaje al exterior, lo que lo deja peor parado es haberlo querido ocultar al mejor estilo K.

El tema de la interna es clave para entender muchos de sus desvelos, ya que las señales de ninguneo que ha recibido Scioli de Olivos resultan más que claras, mientras que la liga de gobernadores peronistas parece que intentará alentarlo mucho más para que de una vez se despegue del discurso kirchnerista más ortodoxo.

Entre los signos de divisoria de aguas y de ostensible freezer oficialista para Scioli, después de las elecciones pudo observarse que:

a) la presidente no asistió el domingo a la noche al Luna Park, mientras los dirigentes camporistas miraron bien de costado al candidato ganador;

b) pese a perder en Santa Cruz, Máximo Kirchner habló en general de aquellos que consiguieron menos de 40 por ciento de los votos, de quienes dijo que eran “los candidatos de los medios”;

c) Cristina recibió en Olivos al controvertido Aníbal Fernández, quien ganó la interna provincial;

d) Martín Sabatella, número dos de esa lista, avisó que “Cristina no dejará de ser la líder de este proyecto político”;

e) el jefe de Gabinete tuvo dos frases sobre el viaje a Italia de Scioli que, dado el contexto, podrían calificarse al menos de inconveniente picardía política: “No conozco las razones, porque no me las contó y ni siquiera sabía que viajaba” y, a su vuelta, “¿Trajiste alfajores?”.

Las definiciones cambiarias de Macri

En medio de todas estos duros cimbronazos políticos y de sospechas por falta de transparencia en el manejo de fondos, en estos días pasados sólo se registró un golpe de aire fresco derivado de las definiciones cambiarias de Macri.

Lo más importante no fue lo que dijo o no dijo en sus ambigüedades (apertura del cepo y libertad de precios, pero nada sobre los dólares del comercio exterior), sino que por lo menos apareció un candidato que puso una propuesta sobre la mesa y que abrió cierta polémica en un tema más que delicado: cómo salir de la perversidad que mantiene ahogada a la economía por falta de dólares.

Quizás para ver si lo lograban sacar de la varadura comunicacional en que estaba metido el gobernador, sus asesores mandaron a hablar a Miguel Bein y a Silvina Batakis para que acusen al jefe de Gobierno porteño de ajustador serial y de ser un “macridevaluador” y le pidieron encarecidamente a la prensa que publicara esas opiniones.

Otro asesor de Scioli, el ex presidente del Banco Central, Mario Blejer, tuvo conceptos menos políticos y, de modo indirecto, le enmendó la plana a sus dos colegas sobre la necesidad de generar un shock, para que mal trago pase de una vez.

Para adentro y para afuera, Scioli pasó abruptamente de campeón a canillita, mientras la situación económica -que, de momento, es apenas conformarse con hacer la plancha hasta las elecciones, tal el plan del ministro Axel Kicillof- se sigue sosteniendo con alfileres.