Delincuentes sin límites ni piedad

En un asalto apuntan con un un arma a un nene de 3 años

  • El niño estaba junto a su madre en el interior de la distribuidora G y G, ubicada en Castelli 3500. Los delincuentes se llevaron dinero, celulares y cartones de cigarrillos.
24-1-20150821093418.jpg

“Es el quinto robo que sufrimos en menos de un año. Ya no sabemos qué más hacer”, dijo Graciela Rosas, titular del comercio. Fotos: Danilo Chiapello

 

Danilo Chiapello

[email protected]

Despiadados. Así fueron los delincuentes que ayer al mediodía asaltaron la distribuidora G y G, de barrio Don Bosco.

Fue minutos antes de las 12 que dos rufianes ingresaron al local ubicado en Castelli 3500 (intersección con pasaje Echeverría) y dieron rienda suelta a toda su locura.

A punta de pistola, arremetieron contra la empleada y no vacilaron en sumar a la pesadilla a una clienta que se encontraba acompañada por su hijito, de 3 años.

Todos fueron obligados a tirarse al suelo. Nadie se salvó (ni siquiera el niño) del terror que provoca el cañón de un arma apuntando sobre sus cabezas.

Así, se hicieron del dinero del negocio y de lo que tenía la clienta. Luego engordaron su botín con los teléfonos celulares de las víctimas y con cartones de cigarrillos del local.

De los malvivientes se supo que fueron dos muchachos de unos 25 años. Se tiene la firme sospecha que al menos uno de ellos fue el mismo que hace dos meses robó en este negocio. (Ver recuadro)

También se cree que conocen el “terreno”.

Prueba de ello es que en medio del robo los malvivientes pidieron por “el arma que tiene ‘el Flaco'”, tal el apodo con el se conoce al dueño del comercio.

Cinco veces

Graciela Rosas habla con bronca, aunque también se adivina un dejo de resignación en su voz. Es la quinta vez en menos de un año que delincuentes atacan su comercio de Don Bosco y la dejan con las manos vacías.

“Aparecieron un poco antes de las 12. Como de costumbre, entraron e hicieron un desastre”, dice la mujer aún conmocionada.

“Estaba la empleada y además una clienta con un nene de 3 años. A todos los apuntaron a la cabeza y los hicieron tirar suelo. Incluso a la criatura también. Les pidieron el dinero, y el teléfono celular. También se llevaron cajas de cigarrillos. Ellos actúan siempre así, buscan lo más rápido, que es el dinero y los cigarrillos. Cargaron todo en una bolsa de consorcio negra”, relata.

“Eran dos a cara descubierta. Uno de ellos estaba bastante violento y por la forma de hablar nos dimos cuenta de que estaba drogado. Pedían plata. Le dieron hasta las monedas pero el tipo pedía más. Decía que sabía que había más”, recuerda.

“Ratones”

“En medio del robo llegó mi esposo, y enseguida los tipos lo apuntaron. Por fortuna, en un momento mi esposo alcanzó a salir y los dejó encerrados acá. Pero los delincuentes, como buenos ‘ratones' que son, rompieron la puerta a patadas y finalmente lograron salir”, advierte.

“Lo más triste es que había una clienta con su hijito de 3 años a quienes los apuntaron y los hicieron tirar al suelo. Es decir que no tienen límites ni piedad con nadie. También a ellos les sacaron el dinero. Lo peor es el daño que le causaron a la criatura”, lamenta.

Defraudados

“Encima pedían el arma de mi marido. A mi esposo le dicen ‘el Flaco'. Y los tipos le decían a la empleada: Dame el arma que tiene ‘el Flaco'. Pero a mi esposo se la robaron hace tiempo. Hace dos meses nos asaltaron y creo que uno de los ladrones de ayer, era el mismo que nos robó anteriormente. Tenía la misma campera y todo. Ya llevamos cinco asaltos en menos de un año”, advierte.

“Fuimos a la comisaría pero regresamos defraudados. El comisario nos dijo que él no puede mandar un patrullero a que se quede acá parado. Nos propuso que nos juntemos varios vecinos y entonces paguemos un policía de adicional. Ésa fue su respuesta”, sentenció.

 

El dato

El golpe anterior

  • El golpe anterior en la distribuidora G y G se produjo el 10 de junio.

Aquella jornada el atraco fue poco antes de las 19. Ni bien ingresaron al local los malvivientes (dos hombres de entre 25 a 30 años) se lanzaron contra el encargado del negocio y su empleada a quienes redujeron rápidamente.

El robo fue comandado por uno de los rufianes que tenía un arma de fuego y llevaba la “voz cantante” en el asunto. Nervioso e irascible este sujeto arremetió contra el comerciante a quien le propinó un fuerte golpe en la cabeza con la culata de su arma. Como consecuencia de esta acción, la víctima sufrió una herida cortante en el cuero cabelludo.