Mesa de café

Se acerca el día D

Por Remo Erdosain

Plena primavera, pero el frío persiste, un frío moderado, vivible, pero extraño para esta altura del año santafesino. Café caliente, cortado, té, es lo que pedimos apenas llegamos. Quito, diligente como siempre, sirve callado, aunque no se priva de vez en cuando de dar su opinión. El tema de la mañana son las elecciones previstas para dentro de tres semanas.

—Yo creo que no hay mucho que hablar -se ufana José- el compañero Daniel gana de orejita parada.

—Que aclare lo de Daniel -murmura Marcial- porque en mis tiempos el compañero Daniel era López Rega.

—Yo no cantaría victoria antes de la gloria -advierto- soy un convencido de que si Scioli no gana en la primera vuelta está liquidado. Los peronistas hablan de que son mayoría automática, pero en condiciones normales la mitad del país está en contra de ellos

—Somos mayoría y ustedes lo saben muy bien. Y, además, vamos a ganar en la primera vuelta.

—Cuando ustedes hablan de ganar -pregunta Marcial- ¿hablan de hacer algo parecido a lo que hicieron en Tucumán, por ejemplo?

—Nosotros no necesitamos hacer fraude, porque nos sobran votos.

—Lo que les sobra a algunos de tus compañeros es cara de piedra -digo- mirá lo que está pasando con Ricardo Jaime, tiene más causas penales que pelos en la cabeza y la barba.

—Lo más lindo de todo dice Abel- es que el personaje admite muy suelto de cuerpo que es coimero, y lo hace para sacarla barata.

—En cualquier partido o gobierno puede haber un corrupto -responde José.

—Lo lamentable -digo- es que Jaime no es la excepción, Jaime es el paradigma. ¿O vos creés que esta historia empieza y termina con el señor Jaime? ¿Y De Vido y Máximo y Lázaro y López y Boudou? Si esto parece una historia de Alí Babá y los cuarenta ladrones.

—Comparados con los señores K, los ladrones de la leyenda oriental son damas de beneficiencia- asegura Abel

—No recuerdo dónde leí -observo- que a este gobierno lo han calificado de cleptocrático. Es decir, un gobierno cuyo deseo fundamental es robar, que existe para robar y todo lo demás es jarabe de pico.

—Yo los oigo hablar y me río -exclama José- cada vez que los grupos de poder oligárquico han querido atacar a los gobiernos populares, recurrieron al fantasma de la corrupción. Es lo que hicieron con Yrigoyen, es lo que hicieron con Evita y Perón y es lo que quieren hacer con el compañero Néstor y la compañera Cristina.

—Te olvidás de Menem -señala Marcial- ¿O ahora Menem no es más el malo de la película y se ha transformado por obra y gracia de la causa nacional y popular en un nuevo y aguerrido compañero de la causa?

—A Menem hay que dejarlo tranquilo, ya está grande y su gobierno lo juzgará la historia.

—Yo quiero que lo juzguen los tribunales -digo- si además lo quiere juzgar Dios y la historia, no me opongo.

—Los que se oponen son los K -afirma Marcial- fundados en el principio de que una mano lava a la otra y entre las dos nos lavamos la cara.

—Lo de Jaime es un caso -dice Abel- el hombre parece que admitió que alguna vez, casi sin darse cuenta recibió alguna coima.

—Jaime hizo cosas un poquito más graves que pedir una coima.

—Yo lo que digo siempre -pontifica Marcial- el malo no es tanto Jaime como el que le da de comer. No jodamos. Si Jaime está donde está y si Boudou es casi un prófugo- no es porque son muy inteligentes o muy malos, sino porque están protegidos por el gobierno nacional.

—Los compañeros están protegidos por el pueblo y por la causa nacional y popular.

—Comenzaron a sonar los violines del cielo -comenta Marcial.

—Yo, pensándolo bien -digo- me pregunto si no sería bueno que el próximo mandato lo tenga Scioli. Lo digo porque el muerto que nos va a dejar Cristina va a ser tan grande que lo justo sería que lo levante Scioli.

—Yo ni mamao voto por los peronistas -dice Marcial- además no estoy seguro de que Scioli sea lo menos malo, es más, creo que tal como se presentan las cosas el hombre pinta por ser lo peor. Si vamos a juzgar por lo que hizo en provincia de Buenos Aires y por lo que piensa hacia el futuro, aseguro que Scioli no es lo menos malo sino lo peor.

—El pueblo no piensa lo mismo -afirma José.

—Lo que piensa el pueblo -digo- lo vamos a ver el 25 de octubre a la noche, cuando se cuenten los votos.

—Si es que los dejan contar -advierte Abel- porque yo a estos ñatos les tengo mucha desconfianza. Son fulleros y fuleros por definición y hay que controlarlos de cerca, porque como los gatos mueren arañando.

—Y los gorilas mueren tirándose de los pelos.

—¿Y qué cuentan de la visita del Papa? pregunto.

—¿De la visita a Cuba o a Estados Unidos?- pregunta Marcial.

—¿Hay alguna diferencia?

—En Estados Unidos habló, criticó, hizo chistes, se conquistó el corazón de la gente, se juntó con los pobres, con las mujeres, defendió a los inmigrantes, pidió por la derogación de la pena de muerte. Estuvo genial porque además lo hizo con prudencia, con simpatía.

—Yo realmente -dice Abel- estoy orgulloso de nuestro Papa argentino; me parece que es un gran hombre y un gran líder espiritual.

—Yo lo único que le observaría -señala Marcial- es que en Cuba se portó demasiado bien, demasiadas conciliaciones y zalamerías con los Castro.

—Yo lo entiendo -digo- el hombre sabe que en Cuba hay que ir despacio. Además, a la hora de elegir entre autócratas, dictadores y toda esa mersa, me quedo más con los Castro que con Maduro. Los Castro son más inteligentes, más prácticos, más pícaros si se quiere, mientras que Maduro es un energúmeno.

—Yo no me quedo con ninguno -responde Marcial- y creo que el Papa por lo menos debería haber hecho un guiño a las Damas de Blanco. No jodamos, son mujeres, son pobres, son madres, son perseguidas. ¿Por qué se reúne con las mujeres pobres en EE.UU. y no lo hace en Cuba?

—Por dos razones Marcial -le digo- porque el compromiso diplomático es diferente y porque aunque resulte elemental decirlo, en EE.UU. hay libertad y en Cuba no la hay.

—¿Y no será que este Papa tiene el corazoncito en Cuba?

—Eso es impensable,

—No lo sé. A veces creo que el problema que algunos curas tienen con el comunismo es que fue ateo, pero un comunismo cristiano no sé si le resultaría tan desagradable a estos curas

—No comparto -digo.

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