Rubén Rézola: “Mamá da todo por sus hijos”

“Mamá da todo por sus hijos”

Rubén con su hermano máximo y su mamá miriam. FOTO. LUIS CETRARO.

 

Rubén Rézola es uno de los deportistas mas exitosos de Santa Fe. Reciente ganador de la medalla dorada en canotaje en los Juegos Panamericanos de Toronto, Canadá, logró clasificar a los Juegos Olímpicos de Brasil 2016, y antes había participado en las Olimpíadas de Londres. Si alguien lo alentó durante toda su vida, lo ayudó a crecer como persona y deportista, fue su madre Miriam Luján Rézola, y por eso en este Día de la Madre, que se festeja el 18 de octubre, le rendimos homenaje con esta nota.

TEXTO. LUIS GUDIÑO.

Palabra de hijo

“Mi mamá fue, es y será un pilar enorme en mi vida. Es una persona aguerrida, fuerte y luchadora. Da todo por los hijos que tiene, somos 3 hermanos. Hasta los 11 años era el único, luego llegó mi hermanita y ahora se sumó Máximo, el más pequeño. Siempre luchándola desde lo mas bajo para poder darnos todo: la comida, la ropa, educación y progresar como personas. Gente de bien y educada”.

“Ella siempre fue un ejemplo, por eso yo crecí así, me guió para que sea lo que soy como persona y deportista”, dijo el atleta y agregó que “cuando era pequeño me llevaba a todos lados. Me tuvo de joven, a los 21 años. Cuando trabajaba yo me quedaba con mi abuela Hilda, pero después íbamos a la plaza, a tomar mates y a juntarnos con amigas”.

“Yo era celoso, fuí hijo único mucho tiempo, me daban todos los gustos. Todavía guardo juguetes que ella me compró con su sacrificio: un karting, una bicicleta, la patineta, un robocop. Ella siempre con el esfuerzo, nunca me faltó nada”, agregó.

“Cuando comencé a competir, a los 10 años, y tres años mas tarde, ella y mi abuela me compraron mi primer bote. Trabajó y trabajó solamente para juntar esa plata. Es una gran madre, trato de retribuirle con mi esfuerzo algo de lo mucho que me da y responderle siempre a sus expectativas”, indicó.

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FOTO. flavio raina.

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FOTO. pablo aguirre.

Palabra de madre

“Rubén era un chico muy inquieto, siempre lo sobreprotegí. Era un gordito muy fuerte al que le gustaba el peligro; se subía a los árboles, le gustaba el agua, el barro. Yo trabaja mucho y cuando llegaba a casa lo buscaba y trataba de llevarlo a pasear y, sin querer, lo fui guiando al deporte. Empezó a nadar en la guardería, allí tuvo su primer trofeo. Luego compramos ese bote en Rosario, yo quería que él hiciera deportes, no esperaba que llegase a ser famoso, pero presentía que podía cruzar barreras y llegar alto”, dijo Miriam.

“Estábamos en una situación económica difícil, somos gente humilde, de trabajo, y tenía ese sentimiento encontrado de pensar que podía llegar alto y por otro lado las imitaciones. Entonces, no nos quedaba otra que luchar y no bajar nunca los brazos”, agregó.

“Tuve muchas alegrías con él: cuando nació, cuando fue abanderado en el jardín de la escuela. Siempre fue mi ayuda, mi sostén en momentos difíciles. Lo extraño mucho cuando viaja y ahora que se independizó y vive solo, también. Aunque es muy familiero y compartimos muchos y hermosos momentos. Yo siempre confié en él, porque sabía que estaba en el buen camino”, acotó.

“El primer gran triunfo, fruto de su sacrificio, fue con 15 años, en un Sudamericano de Cadetes, tres medallas en su primer viaje a Brasil. Ir a Londres a los Juegos Olímpicos fue grandioso. Pasó mi cumpleaños allá. Siempre, en mis cumpleaños o Día de la Madre o Navidad, se las ingenió para traerme regalitos”, dijo la madre.

“Me sorprendió su madurez. Su gran paso, su perseverancia, me di cuenta de que ya era un hombre antes de que vaya a Londres. Vi un gran cambio y crecimiento. Cuando miraba la carrera en los Juegos Olímpicos mi cabeza era una película, retrocedía y avanzaba, vivía esa emoción de estar en ese lugar”, confesó con lágrimas en los ojos y muy emocionada.

“Yo ya hice lo que podía hacer, lo crié lo mejor que pude. Ahora ya son logros de él. Yo ahora disfruto de sus logros, y me gustaría que siempre siga luchando, que nunca baje los brazos, igual que a mis otros hijos: Luz tiene 13 años, hace danza con mucha pasión, y Máximo es chiquito, por ahora, solamente juega”, aseguró.

“El Día de la Madre lo vamos a pasar en familia. Con la abuela Hilda, a quien él le dice ‘mami’ desde chiquito, le hacemos tortas como si fuera su cumpleaños. Si bien le gusta que seamos pocos, hacemos un asadito, o pastas, compartimos juntos ese día y lo pasamos muy bien”.