MIRADA DESDE EL SUR

Pegarle al Lole

POR RAÚL EMILIO ACOSTA

En la definición de los cargos nacionales, que de la provincia de Santa Fe irán a los dos sectores del Legislativo, el deporte más usado ha sido un juego de las viejas kermés: tres tiros por un peso. Con pelotas, voltear los tachos. Un solo blanco. Pegarle al Lole.

Llama la atención si uno no se fija en los números. Mirando bien no asombra tanto. Más allá de cualquier artilugio o lectura al bies, o usando raras resignificaciones de los cortes y recortes, la resultante de la fuerzas es común. Un peronismo kirchnerista, después cristinista, parecería que ahora sciolista lleva las de ganar. Es por eso que Omar Perotti se pasea de la sala al comedor y Marcos Cleri también, candidatos a primer senador y a primer diputado, respectivamente. Su lema es: no hagan olas... A como viene todo. La banca está cerca.

El caso de los candidatos de Massa es más críptico. Romagnoli, su proyecto a senador, no tiene un perfil alto, todo lo contrario. Su candidato a primer diputado, Alejandro Grandinetti, no insulta a nadie, ni siquiera al socialismo al que fustigara tanto. Tal vez sobre el final de la campaña...

El socialismo se ha dividido tareas. El radicalismo también. Por diferentes razones. Los radicales que están alineados con Macri silban distraídos cuando se menciona a Reutemann. Los socialistas que gobiernan tienen sus problemas de administrar, al que suman su interna bastante visible o, si se quiere, poco disimulada. Un punto de unión es atacar a Reutemann.

Lo que parece claro es que la única denuncia de las presidenciales ni siquiera es enojarse con Scioli, Macri o Massa, que sería de una lógica impecable. El punto de encuentro, como en las antiguas manifestaciones y actos, es el Lole.

Con actuaciones raras. No es Mónica Fein quien dice que Reutemann no hizo nada por Rosario, como no es Antonio Bonfatti quien reclama para que el Lole reclame lo justamente reclamable a los K, tan negados de la libertad y el federalismo -esto es: de la independencia-. Un reclamo para el que Giustiniani tendría cosas que contar y/o reclamar. Tibios reclamos, para abusar de la palabra. Son otros los que imputan a Reutemann. Es que, acaso, este cronista siente indignación por los compañeros peronistas que no reclaman por dineros y porcentajes de coparticipación, que nos librarían del sicristinismo al que acuden todos. Y cuando digo todos es todos.

Parece lógico, el juego de las declaraciones preelectorales es eso, atacar al otro en el punto vulnerable. A Reutemann la vulnerabilidad se la buscan (acaso la encuentren para sentirse bien, no se sabe si para quitarle votos) en el Banco Provincial y las inundaciones.

Lo que resulta llamativo, acaso por mi veteranía o, tal vez, por la distracción rutinaria, es que no se cuentan tantos escarceos entre Perotti versus Binner o viceversa. Tampoco denuncias por el pasado de Perotti, a quien ni Binner ni Romagnoli evocan en su pasado de ministro provincial con firmas de resoluciones importantes; o en su actualidad de diputado levanta manos.

Reutemann, por su parte, identifica a todo el socialismo y a Binner, en particular, como el adversario general y la figura, respectivamente, a quitar prestigio, ubicar como el que piensa distinto o actuó malamente para con la sociedad.

¿Qué queda fuera de esta contienda...? El problema central de la sociedad. Uno solo. La inseguridad. Se me dirá que los senadores y diputados no son los ejecutivos que pueden resolver el más grave asunto del siglo XXI. Sí, pero no. Perotti y Binner pertenecen a dos gobiernos en ejercicio. Los K. El FPCyS. Y la más más silenciosa respuesta aparece cuando es Reutemann quien insiste. Ciudad insegura. Provincia insegura. País inseguro. Si se votase sólo la queja por la inseguridad no habría nadie fuera de la queja. Nadie con voto en contra.

En estas elecciones, además de denunciar al Lole, con los candidatos se resolverá una encuesta. ¿Qué es más importante? ¿El bolsillo o la inseguridad? Son dos problemas y un mismo tema. Miedo. Allí, opino, no entra el Lole, ni los tres tiros por un peso. Acaso una distracción sobre la palabra clave. Miedo.

El socialismo se ha dividido tareas. El radicalismo también. Por diferentes razones. Los radicales que están alineados con Macri silban distraídos cuando se menciona a Reutemann.