Editorial

  • La experiencia indica que los piquetes en la Ruta 168 se reproducen ante cada crecida del río.

Inundación y piquetes

Hace apenas algunos días, vecinos afectados por la inundación en la zona de Nueva Esperanza cortaron el tránsito sobre la Ruta Nacional 168, a la altura de Bajada Distéfano. Lo hicieron durante varias horas, bajo un sol recalcitrante. Mantuvieron a miles de conductores como rehenes de la situación, mientras aguardaban la respuesta de las autoridades al pedido de materiales para la construcción de ranchos. Testigos de los hechos aseguran que los manifestantes estuvieron movilizados por algún puntero político.

Este lunes, un grupo de pobladores de El Bañado realizó un piquete en el kilómetro cero de la Ruta Provincial 1. En este caso, reclamaban módulos habitacionales para evacuados.

Más allá de las necesidades reales que se generan con la crecida del río, lo cierto es que desde los Estados municipal y provincial vienen prestando toda la colaboración posible a las familias que habitan fuera de los anillos defensivos. Incluso, fuerzas nacionales participan de estos operativos.

Los antecedentes en este sentido no son buenos. Durante los últimos años, ante cada crecida del río algunos vecinos utilizan la metodología del piquete para hacer escuchar sus reclamos. Lo hacen sobre una ruta clave. Y no sólo impiden el tránsito en una región en la que habita alrededor de un millón de habitantes, sino que también obstaculizan la libre circulación en un corredor crucial para las comunicaciones internacionales.

La utilización de los piquetes está tan arraigada que, incluso, hace un par de años vecinos de El Bañado decidieron en varias oportunidades interrumpir el tránsito en la zona porque suponían que se iban a producir cambios en la circulación de una línea de colectivos. Aunque parezca mentira, se trató de una especie de “piquetes preventivos”.

En marzo del año pasado, cuando las lluvias extraordinarias anegaron numerosos barrios del norte de Santa Fe y las poblaciones lindantes con esta ciudad capital, también se produjeron cortes en distintos puntos del casco urbano.

La utilización de este tipo de metodología sólo contribuyó a empeorar las cosas. Sobre todo, cuando desde uno de estos piquetes se arrojó una piedra contra un colectivo de la empresa Recreo, que debió suspender el servicio, perjudicando así a miles de personas que viven en el norte de la ciudad.

Con la llegada de Mauricio Macri al gobierno nacional, se planteó la necesidad de elaborar protocolos de actuación para este tipo de situaciones. De manera tal que, respetando el derecho al reclamo, se garantice a la vez el derecho constitucional a la libre circulación por las rutas y caminos.

Durante los últimos años, la política y el Poder Judicial hicieron lo posible para no comprometerse con la situación. Ante cada piquete importante, desde el sector político se recriminó a jueces y fiscales por su falta de acción. Sin embargo, la Justicia optó por evitar, en la medida de lo posible, la toma de decisiones sobre una problemática fuertemente vinculada con cuestiones sociales que a su vez son utilizadas por ciertos políticos.

Todos los pronósticos coinciden en que el nivel del Paraná se mantendrá en niveles altos durante los próximos meses. Frente a esta realidad, determinada por un fenómeno climático de efectos planetarios, y teniendo en cuenta los antecedentes de continuos piquetes en la zona, se torna imprescindible que el municipio, el gobierno provincial y la Justicia alcancen acuerdos y determinen procedimientos para hacer frente a una situación que puede tornarse verdaderamente grave.

Se torna imprescindible que el municipio, el gobierno provincial y la Justicia, alcancen acuerdos para afrontar la situación y evitar el corte de ruta.