editorial

Los prófugos, en la trampa de agua

  • Sin saberlo con precisión, los prófugos se dirigían al teatro geográfico del departamento Garay, donde caería el telón de un drama que tuvo en vilo a la Argentina.

El vértigo político-policial de las últimas 48 horas desplazó a cualquier otra noticia en este verano caliente. De golpe, la región próxima a la capital de la provincia de Santa Fe se convirtió en el epicentro de la atención nacional a raíz de un importante operativo de las fuerzas de seguridad federales -sin comunicación inicial con las de la provincia- en busca de los hermanos Martín y Christian Lanatta y su cómplice Víctor Schillaci.

Dos sorpresivos tiroteos en campos y caminos próximos a San Carlos Sud, primero; y cerca de Gessler después, confirmaron la presencia del fantasmal trío en el corazón de la pampa gringa. A partir del segundo episodio volvió a perderse todo rastro. Un nuevo agujero negro se abrió en la investigación. Las fuerzas federales convocaron con tardanza a la Policía de nuestra provincia para poder extender el cerco en una zona muy amplia. La Autovía Nacional 19 y numerosos caminos secundarios del departamento Las Colonias se cargaron de retenes de control. La sospecha era que los prófugos de General Alvear se escondían durante el día en los altos maizales de los campos de la zona, escabulléndose del ojo panorámico de los helicópteros que los sobrevolaban. Por eso se incorporó a la búsqueda una división de perros rastreadores.

Sin embargo, como ocurriera al principio en la zona de Ranchos y Chascomús, en la provincia de Buenos Aires, volvían a desaparecer en medio de las más variadas hipótesis. Hasta hoy, cuando el foco se desplazó raudamente hacia la Ruta Provincial Nº 1, luego de que una camioneta que transitaba velozmente con dirección al norte, pasara sin detenerse en los controles camineros en Arroyo Leyes y Santa Rosa de Calchines.

Sin saberlo con precisión, sus ocupantes también se dirigían al teatro geográfico del departamento Garay, donde caería el telón de un drama que tuvo en vilo a la Argentina. Es que a la altura de Campo del Medio, luego de sobrepasar Cayastá, la sospechosa camioneta dobló hacia el oeste por un camino comunal de tierra, donde por causa de una brusca maniobra terminó volcando, accidente en el que, después se supo, quedó herido Martín Lanatta, el jefe del grupo profugado, quien fue capturado por una patrulla de la Policía provincial.

Entre tanto, en la desesperada evasión, los delincuentes le robaron otra camioneta a un productor de la zona y, volviendo sobre sus pasos, retrocedieron por la Ruta 1 hasta el empalme con la provincial 62, aparentemente ya sin el herido. Y por este camino en mal estado emprendieron la fuga hacia el oeste sin saber que se dirigían a una trampa de agua. Ocurre que por la crecida extraordinaria del río Paraná, todos sus afluentes están cargados de agua, y que la cuenca de los Saladillos, en la que velozmente se internaban, se parece en este momento a una enorme laguna. Al llegar al corte de agua, intentaron retroceder, pero esta vez el vehículo quedó varado en el lodo. Y la huida continuó a pie entre inundados campos de arroz y bañados donde el otro Lanatta, Christian, y Schillaci estaban cercados.

Mientras tanto, en Santa Fe se conocían detalles de lo que había ocurrido en la ventana de tiempo abierta entre los tiroteos del departamento Las Colonias y el epílogo en el departamento Garay. Así nos enteramos de que para la evasión de los campos de maíz habían secuestrado al joven ingeniero agrónomo Juan Ignacio Reynoso, quien realizaba sus tareas en esa zona rural, dirigiéndose en su vehículo al departamento que este ocupa en pleno centro de nuestra ciudad, en San Jerónimo entre Suipacha y Crespo. Todo calzaba como anillo al dedo, porque Reynoso, oriundo de Córdoba, es soltero y vive solo. Allí entonces encontraron los prófugos un mejor aguantadero que la tapera de San Carlos Sud. Y hasta se dieron el lujo de ver por televisión, cómodamente sentados y avituallados, los operativos que las fuerzas de seguridad desplegaban en su búsqueda. Y antes de volver a escapar hacia la ruta en el vehículo del ingeniero, seguramente vieron por TV la caída del prófugo más buscado del mundo, el Chapo Guzmán, quizá sin pensar que esa detención estaba preludiando la propia.