Múnich, corazón de Baviera

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Una gran tienda de campaña pintada, totalmente ocupada por cientos de personas amantes de la cerveza durante la apertura del 172 Festival de la Cerveza en Munich.

La ciudad alemana de Múnich es mucho más que la capital europea de la cerveza. Es una urbe cosmopolita, mezcla única de sofisticación y tradiciones, en cuyas calles se han vivido algunos de los acontecimientos históricos más relevantes del siglo XX y que se abre al turismo durante cualquier época del año.

TEXTOS. PURIFICACIÓN LEÓN. FOTOS. EFE REPORTAJES.

Al norte de los Alpes Bávaros y a orillas del río Isar se alza la polifacética Múnich. La capital del Estado de Baviera es uno de los destinos turísticos más populares de Alemania y tiene mucho que ofrecer.

Si el viajero dispone de poco tiempo, puede empaparse de la esencia de la ciudad recorriendo sus rincones más emblemáticos.

“Yo empezaría en la céntrica Marienplatz, el corazón de Múnich, frente al antiguo ayuntamiento y muy cerca de la Iglesia de Nuestra Señora (Frauenkirche). Desde allí, iría al mercado de las vituallas (Viktualienmarkt) y, a continuación, a la Hofbrähaus, la cervecería más famosa de Múnich. Luego me dirigiría a Maximilianstrae, la calle de compras por excelencia y, desde allí, hacia Hofgarten y luego al Jardín Inglés, que es uno de los más grandes dentro de una ciudad europea”, recomienda Frank Bausback, miembro de la Oficina Nacional Alemana de Turismo.

La Marienplatz es una de las señas de identidad de Múnich. En el centro de la plaza se alza la Mariensäule, una gran columna coronada por una estatua de la Virgen María. Frente a ella se halla el ayuntamiento nuevo, uno de los edificios más destacados de la ciudad. Con su torre de casi cien metros, esta imponente construcción de estilo neogótico es una de las más fotografiadas de la ciudad.

Además, alberga el famoso Carrillón. Este espectáculo conmemora dos eventos históricos, según explica Frank Bausback. “El tema principal es la boda del duque Guillermo V de Wittelsbach con Renata de Lorena, en cuyo honor se celebró un torneo en el que un jinete bávaro venció a su competidor de Lorena”, detalla.

En la parte inferior se representa “un baile bávaro de toneleros (schäffler) que se celebró tras el fin de una gran epidemia de peste que azotó la ciudad para animar a los ciudadanos a salir a las calles a festejar”, comenta.

El espectáculo de las figuras del carrillón se puede contemplar a las 11 en punto y a las 12 y, entre marzo y octubre, también a las 17. Como curiosidad, Bausback precisa que el Carrillón funciona con energía solar.

Muy cerca de la Marienplatz se alza majestuosa la Frauenkirche, la Catedral de Nuestra Señora, con sus dos torres de cúpulas verdes. La catedral se construyó en el siglo XV, pero el edificio ha tenido que ser reconstruido pues sufrió graves daños en la Segunda Guerra Mundial debido a los bombardeos de la aviación aliada.

Otro de los templos emblemáticos de la ciudad de Múnich es la Iglesia de San Miguel, cuya cripta alberga la tumba del rey Luis II de Baviera. Este monarca, apodado el rey loco, es el artífice de varios castillos bávaros entre los que destaca el de Neuschwanstein, en los Alpes.

Luis II, mecenas del compositor Richard Wagner y muy aficionado a las historias de caballería, murió en extrañas circunstancias cuando solo tenía 41 años.

Desde la iglesia de San Miguel, podemos dar un paseo por Neuhauser strasse, la principal zona peatonal de Múnich, y cruzar la Marienplatz hasta el famoso mercado de las vituallas (Viktualienmarkt). En sus puestos se puede encontrar prácticamente de todo, desde los productos más genuinamente bávaros hasta delicias exóticas.

MUY BUENA GASTRONOMÍA

Sentarse en una de sus mesas al aire libre y degustar una salchicha bratwurst con una típica cerveza bávara es una parada obligatoria, tanto para muniqueses como para turistas.

“Múnich, hoy en día, es mucho más que cerveza, salchichas y codillo. Aunque si estás en Múnich tienes que probar algún plato típico, sí o sí”, aconseja Frank Bausback. Asimismo, explica que la ciudad tiene toda la gama gastronómica de una gran urbe, desde las cervecerías tradicionales hasta restaurantes con estrella.

“Estando en Múnich hay que probar el brezel, el pan típico, y también los postres caseros como el apfelstrudel, una tarta de manzana con masa muy fina”, comenta.

Además, destaca que “vale la pena pasar por Viktualienmarkt, el mercado de frutas, verduras y especias, y tomarse algo en uno de sus puestos”.

Otra de las recomendaciones de Bausback es visitar la Hofbräuhaus, una cervecería famosa en todo el mundo. Allí se puede disfrutar de una buena cerveza muniquesa, servida en las tradicionales jarras de medio o un litro, y acompañarla con una de las especialidades bávaras, como un buen plato de codillo.

En la Hofbräuhaus, es habitual cenar o tomar una cerveza escuchando a una tradicional orquesta bávara en directo. De hecho, el ambiente bávaro está siempre presente y no es raro coincidir con clientes ataviados con el típico traje local.

Una vez que hemos repuesto fuerzas, es hora de dirigirse al Jardín Inglés, un oasis de relajación. Allí se puede dar un paseo entre los árboles, disfrutar de la tarde en una cervecería al aire libre o atreverse a practicar surf.

SURF EN EL RÍO

No, en Múnich no hay mar, pero los aficionados al surf en la capital bávara son legión y aprovechan para practicar cada día en el Eisbach, un pequeño río que fluye a través del Jardín Inglés.

Otro famoso vergel muniqués es el Hofgarten, un lugar agradable y muy céntrico. Muy cerca de la Plaza del Odeón (Odeonsplatz), testigo privilegiado de la historia del siglo XX.

Uno de los hechos más conocidos fue el denominado “Putsch de la Cervecería”, Cuando Hitler y los miembros del partido nazi incipiente marcharon sobre Múnich, pasando por el Ministerio de Defensa y por la Odeonsplatz. Allí se encontraron con la policía que les cortaba el paso. Hubo un tiroteo en el que tanto Göring como Hitler resultaron heridos. Este último fue detenido y el golpe de Estado fracasó.

El Museo BMW, a escasos metros del Olympiapark, es una parada ineludible para los amantes de los coches. Asimismo, el Allianz Arena, donde juegan los dos equipos de fútbol que tiene la ciudad, el Museo Alemán o el Palacio Nymphenburg son otros rincones de gran interés.

EN TODAS LAS ÉPOCAS DEL AÑO

Para Frank Bausback, cualquier época del año es buena para visitar la capital bávara. “A finales de noviembre comienzan los mercadillos de Navidad y el mercado alternativo, llamado Winter Tollwood”, señala.

Más tarde, durante el invierno “destaca, sobre todo, la oferta cultural (museos, pinacotecas y palacios). Pero también se puede combinar con una escapada a los Alpes e incluso visitar Neuschwanstein, en Füssen, el famoso castillo de Luis II, situado en un entorno de ensueño”.

“Para los amantes de climas menos fríos y paisajes verdes, recomendaría la primavera y el verano. Son épocas ideales para aprovechar los parques y jardines, tomarse algo al aire libre y visitar los lagos bávaros que se hallan en las cercanías de Múnich”, señala.

Pero si hablamos de Múnich, no podemos olvidar la famosa Oktoberfest, la celebración cervecera por excelencia. Con motivo de esta fiesta, que pese a lo que su propio nombre indica comienza en septiembre, “más de seis millones de visitantes llegan cada año a Múnich y la convierten en la capital mundial de la cerveza”, relata.

Múnich, corazón de Baviera

Un hombre vestido con un traje típico de la región de Baviera en la plaza Marienplatz de Múnich, Alemania.

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Un grupo de músicos toca el cuerno alpino durante el tradicional concierto Stand, durante la fiesta de la cerveza de la ciudad alemana de Múnich.

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Miles de seguidores del FC Bayern Múnich celebran en Marienplatz la consecución de un título.

LOS TRÁGICOS JUEGOS DEL ‘72

Un momento importante en la historia de la ciudad de Múnich fue el de los Juegos Olímpicos de 1972, que se vieron salpicados por un terrible suceso. En la madrugada del 5 de septiembre, varios miembros del equipo israelí fueron secuestrados en la villa olímpica por un grupo terrorista palestino denominado Septiembre Negro.

Tras horas de negociaciones, los terroristas fueron trasladados con los rehenes en dos helicópteros al aeródromo militar de Fürstenfeldbruck, donde las fuerzas de seguridad alemanas les habían tendido una trampa que no salió nada bien. Ninguno de los rehenes sobrevivió y en el tiroteo que tuvo lugar también perdió la vida un agente alemán.

Hoy, ante el número 31 de la Connollystrasse, donde se alojaba el equipo olímpico israelí , una placa recuerda a las víctimas. Estos hechos, tristemente célebres, también se narran en la película “Múnich”, protagonizada por Eric Bana y dirigida por Steven Spielberg. Otro monumento se erigió en las inmediaciones del recinto olímpico (Olympiapark) en memoria de las víctimas de esta masacre.

Más de 40 años después de los Juegos, el Olympiapark continúa recibiendo una gran cantidad de visitas. Uno de los lugares más concurridos es la Olympiaturm, una torre de televisión de más de 290 metros que alberga el museo del rock más alto del mundo y que ofrece unas impresionantes vistas de la ciudad y sus alrededores.