llegan cartas

Colón de Santa Fe: una enfermedad contagiosa

PABLO GIGLIOTTI

DNI 6.200.584

Dijo alguna vez un entrañable amigo y periodista, fallecido hace algunos años, Juan Carlos Romano, quien dejó una poesía que decía en uno de sus párrafos: “Colón, naciste como una necesidad, fiesta de gente humilde, te trajo Dios para que seas sentimiento y gritos de niños sin juguetes...”. Yo digo: nunca pensé que Colón tendría uno de los estadios más lindos del interior del país, nunca pensé que Colón podría tener un gran predio a la vera de la autopista, nunca pensé en su hermoso hotel de campo; que una vez le ganamos al Santos de Brasil, campeón del mundo con Pelé. Nunca pensé en participar en el fútbol de Primera División, en su actuación en la Copa Libertadores, en la Copa Conmebol, en la participación de la Liguilla.

En estos últimos tiempos nunca pensé que en el Torneo de la “B” Nacional, previo a la reestructuración, podría ascender a la División máxima del Fútbol Argentino, cinco equipos de las dos zonas. Colón, en la última fecha estaba séptimo (descendido), le ganó a Crucero del Norte, llegando al tope de la tabla de posiciones y de esa manera mantener la categoría en el fútbol argentino.

Nunca pensé que en el Cementerio de los Elefantes, en el último clásico jugado recientemente, podría haber más de 30.000 almas alentando, pese a la derrota. Nunca pensé que a los 87 años y algo más, iba a poder estar en la cancha, sentado en mi platea anual, y como socio vitalicio alentando a Colón.

Realmente, Colón es una enfermedad contagiosa.