editorial

Crítica situación en la Costa

  • A los ríos altos se les sumaron las lluvias y el fenómeno de las napas elevadas.

Lluvias constantes, ríos altos y napas elevadas. Una combinación que genera una situación verdaderamente crítica para todo el corredor de la Costa. Sobre todo, en zonas como Colastiné Norte, Villa California y San José del Rincón, donde la construcción de terraplenes a mediados de los noventa creó la falsa ilusión de invulnerabilidad frente al río Paraná.

Durante las últimas décadas, se generó una verdadera explosión demográfica en toda la zona. La falta de terrenos en el casco urbano de Santa Fe y los precios exorbitantes de los lotes, hicieron que miles de familias comenzaran a pensar en la zona de la Costa como una alternativa.

El número de habitantes creció de manera vertiginosa y sin controles del Estado. Así, lo que fue un territorio bucólico y natural, terminó convirtiéndose prácticamente en un área urbana. La oportunidad de hacer buenos negocios se impuso frente a la necesidad de una correcta planificación.

Los loteos se llevaron adelante sin respetar normas elementales como, por ejemplo, que los terrenos tengan una superficie mínima de 1.000 metros cuadrados. No se trata de una premisa antojadiza. A mayor densidad habitacional, se dificulta el drenaje del agua de lluvia y se complica la situación por la construcción de pozos ciegos, en un territorio donde no existen redes de agua potable, ni redes cloacales.

El estado de los caminos comenzó a tornarse crítico a medida que aumentó el número de habitantes. La creciente circulación de vehículos hace realmente difícil mantener este tipo de suelo arenoso. Sobre todo, en temporadas de lluvias.

Pero eso no es todo. Al tratarse de un territorio rodeado por terraplenes, el agua de lluvia no tiene posibilidades de escurrir naturalmente cuando los ríos están altos, y debe ser extraída por sistemas de bombeo.

Seguramente se pueden hacer mayores esfuerzos desde el Estado por mejorar la situación de este sector del Gran Santa Fe. Sin embargo, la verdad es que frente a fenómenos como el que atraviesa en estos momentos la región, de poco servirían estas inversiones económicas.

Luego de cuatro meses de crecida en el río Paraná, las napas comienzan a elevarse de manera natural. No existe ninguna obra de ingeniería que pueda detener este proceso. Lo que está destruyendo los caminos es, simplemente, el agua que brota desde el suelo y la lluvia acumulada que no tiene cómo escurrirse.

Los vecinos están preocupados, y existen motivos suficientes como para estarlo. Desde hace al menos una semana, resulta imposible retirar la basura domiciliaria porque los camiones no pueden circular por los caminos. Pero eso no es todo: tampoco pueden ingresar a gran parte de la zona vehículos particulares, transportes escolares o aquellos que se utilizan para llevar gas envasado -tampoco existen redes de gas natural.

Tanto se incrementó la densidad poblacional en este sector, que los nuevos loteos comenzaron a multiplicarse hacia el norte como, por ejemplo, en Arroyo Leyes. Allí, los vecinos de siempre conocen las reglas de juego. Pero quienes llegaron durante los últimos años reclaman por servicios que difícilmente puedan tener alguna vez.

Los especialistas estiman que las temporadas de ríos altos y lluvias extraordinarias se repiten, en promedio, cada siete años y con distinta intensidad. Frente a tales circunstancias, es importante que se avance en las obras previstas. Sin embargo, resulta indispensable que la población conozca la verdad. Sólo así podrán moderarse las expectativas y actuar convenientemente ante las emergencias.

No existe ninguna obra de ingeniería que pueda detener este proceso.