LOS NO OLVIDABLES

Julio Migno

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El autor de “Yerbagüena”, retratado por El Litoral en 1981.Foto: Archivo

Por María del Carmen Villaverde de Nessier

La lectura ocupa hoy un lugar destacado en cada sitio, en cada estudiante, en cada sociedad, desde tantos medios y soportes; esa lectura que nos posibilita conocer, o, recordar, a quienes con pasión, en nuestra cercana realidad, nos dejaron sus obras para llenarnos de vida y de paisajes.

Se debe buscar siempre que pensamiento y palabra puedan fluir desde los escritores, desde la lectura, con la presencia del hombre y del paisaje, desde nuestra naturaleza viva, como en “El barco ebrio” de Rimbaud; como en el tibio invierno de cualquier siesta cuajada de sol, y, por qué no, del polvo del camino. Tenemos entonces bien cerca y para releer al querido Julio Migno con toda su obra. Nada mejor para empezar que recurrir a la memoria y decir: “Timbó, laurel, curupí, lindos ceibales en flor/pago de indio mocoví, San Javier donde nací, / no hay otra tierra mejor...”.

Seguro que lo tenemos fresco en la memoria, enunciando el paisaje con su música y su realidad, tan real que hasta es posible, al decirlo, tocar, sentir y abrazar cada uno de los árboles nombrados. Es que, como dijo Umberto Eco “en cada producción, en cada acción, en cada texto, siempre se encontrará una viva y profunda significación”, y en Migno una función, netamente social que nos permite ir acomodándonos y apropiándonos del entorno geográfico donde se acunaron nuestros primeros pasos comunicacionales equilibrándonos en cada circunstancia vital: “Chiflando una tonada en las totoras / y peinando el sauzal, retoza el viento... / Un corazón de miel entre los ceibos, hicieron las avispas gota a gota....”.

Son poemas de su libro: “Yerbagüena” (El Mielero). De esta obra dijo Pedro Blumberg: “Libro de emoción y belleza incomparables, latido y sangre de corazón criollo”. Y anotó Ricardo Rojas: “Es un libro que resulta de lo más santafesino que se ha producido”.

En 1932, este querido autor, con sólo 17 años escribió “Los nuestros”. Después, en 1943, apareció “Amargas”, donde se pone de manifiesto, con claridad meridiana, su revelación como poeta conmovido por el paisaje, su gente y el particular manejo de la oralidad: modos y tonos del lenguaje popular y campesino. Mucho hay para leer: “El Chira Molinas”, “Cardos y estrellas”, “Canto a San Martín y más”.

Su popularidad avanzó rápidamente abarcando todo el ámbito nacional y en 1947 la BBC de Londres, al aparecer su libro “Yerbagüena”, le dedicó audiciones especiales, con juicios de entusiasta valoración. Julio Migno es un autor para no olvidar: “Yo tuve una embarcación... livianita en el agua.... Muy entendido en los trapos.... la vestí de velas blancas”.

Releamos entonces su obra y así no olvidaremos a los escritores que nos regalaron la gente y el paisaje cercanos.

Seguro que lo tenemos fresco en la memoria, enunciando el paisaje con su música y su realidad, tan real que hasta es posible, al decirlo, tocar, sentir y abrazar cada uno de los árboles nombrados.

Su popularidad avanzó rápidamente abarcando todo el ámbito nacional y en 1947 la BBC de Londres, al aparecer su libro “Yerbagüena”, le dedicó audiciones especiales, con juicios de entusiasta valoración.