Editorial

  • El gobierno parece estar replanteando la forma de vincularse con los países de la región.

La Argentina y su política regional

No sólo en materia de política doméstica el gobierno de Mauricio Macri parece avanzar en busca del anhelado e imprescindible equilibrio político. Lo mismo viene sucediendo durante estos cinco meses de gestión en cuanto a la relación de la Argentina con el mundo. Más precisamente, con el resto de los países de la región que atraviesan situaciones críticas.

Ni siquiera habían transcurrido dos semanas de gestión, cuando el entonces flamante presidente argentino enfrentó el desafío de participar en su primera Cumbre del Mercosur, realizada en Paraguay. El encuentro se produjo poco después de que Macri planteara la necesidad de activar la “cláusula democrática” para expulsar del bloque a Venezuela, por considerar que la existencia de presos políticos atentaba contra los principios democráticos en ese país.

Finalmente, el triunfo en las elecciones legislativas de la oposición venezolana hizo que el presidente argentino desistiera de su propuesta. En la Cumbre, se limitó a reclamar la liberación de las personas detenidas en aquel país por razones ideológicas y políticas.

Macri tenía razón al denunciar la violación de principios democráticos esenciales en Venezuela. Sin embargo, la forma en que planteó la situación y el momento elegido para hacerlo -sin consulta previa con los principales socios políticos y económicos de la Argentina-, hizo que el resto de los mandatarios de la región mantuviera una posición equidistante entre ambos países y dejara al presidente argentino hablando en soledad.

El tiempo pasó y la estrategia política internacional del gobierno parece haber cambiado. Quizá, por haber aprendido en aquella Cumbre del Mercosur que toda transformación implica negociaciones, acuerdos y equilibrios. Especialmente, cuando se trata de un bloque integrado por países gobernados por sectores de diferentes ideologías y con distintas necesidades.

En estos momentos, Venezuela atraviesa una crisis profunda. La oposición logró reunir alrededor de dos millones de firmas que impulsan un referendo revocatorio del mandato del presidente Nicolás Maduro.

El chavismo no parece dispuesto a ceder terreno. Tanto es así, que el gobierno amenaza con hacer público el listado de todos aquellos que firmaron el pedido de referendo para que el mandatario pueda ser destituido del cargo. Mientras tanto, se incrementan las tensiones y las posibilidades de que la situación derive en enfrentamientos abiertos en las calles de las principales ciudades del país.

A diferencia de lo sucedido en la Cumbre de Asunción, la Argentina adopta ahora una postura de mayor cautela. Si bien existe comprensión a los planteos de la oposición venezolana, lo que parece primar en estos momentos es la necesidad de avanzar con la prudencia necesaria como para garantizar la institucionalidad en aquel país.

La respuesta, en definitiva, parece ser la misma que Argentina viene manteniendo ante la fuerte crisis política que atraviesa el gobierno de Dilma Rousseff en Brasil: Macri no se suma a las denuncias que hablan de un intento de golpe de Estado, pero a la vez expresa su apoyo a la primera mandataria.

En las próximas horas, la estrategia macrista en cuanto a sus vínculos con los países de la región será puesta a prueba, cuando se reúna en Washington el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos que en estos momentos la Argentina preside. Allí, el tema Venezuela volverá a ser el eje del debate.

A diferencia de lo sucedido en la Cumbre de Asunción, la Argentina adopta ahora una postura de mayor cautela.