Juan Luis Costantini, uno de los fundadores

“Ni nos imaginamos que iba a ser lo que luego fue”

Junto al Gringo Leurino y a Cuqui Vega, se transformaron en leyendas de la institución. Hubo muchos otros, claro, pero Juan Luis Costantini resume aquellos sacrificios y sueños que fueron alcanzados.

—¿Qué pasaba en 1966 que a ustedes se les ocurrió crear Cilsa?

—Nosotros estábamos al tanto de las noticias que llegaban de todas partes del mundo respecto del movimiento deportivo de personas con discapacidad. Ya habían pasado los Juegos Olímpicos de Roma y de Tokio en 1960 y 1964. Algo había en Rosario y Buenos Aires. Nosotros imitamos esto y fundamos el club con un fin netamente deportivo. Todo lo que vino después fue a consecuencia de eso.

—Y sin recursos...

—Ninguno, pero ninguno en serio. Teníamos que comprar sillas de ruedas, pagar el colectivo para viajar a competir. Practicábamos en Villa Colombo, en General López entre avenida Freyre y doctor Zavalla. Hacíamos bala, disco y jabalina en un principio. Y luego le compramos al Taller de la Cárcel de Coronda una mesa de ping-pong y hacíamos tenis de mesa. El básquet arrancó un año después, entrenábamos en el club Peretz y nos prestaban la sede de Sprai para las reuniones. Conseguimos un subsidio para comprar las sillas de ruedas, salíamos de Sprai, pasábamos por la estación de servicio que estaba en la esquina, inflábamos las gomas y seguíamos a Peretz, que quedaba a la vuelta. Como no todos teníamos sillas de ruedas, algunos llevaban sillas comunes y se sentaban ahí...

—¿Trabajaban?

—No, para nada... Nos enteramos que en Buenos Aires habían conseguido playas de estacionamiento... Volvimos y fuimos a golpear las puertas de la Municipalidad. Nos dieron la playa del parque Alberdi y ése fue el primer trabajo de Vega, el de Leurino, el mío y el de otros más. Después se desmoronó una escuela que había en la cortada Falucho, nos presentamos en el Ministerio de Educación donde estaba Virgilio Cordero, pedimos el lugar y pusimos otra playa y le dimos trabajo a otros discapacitados.

—¿Avizoraban la función social de hoy cuando se produjo la fundación?

—Para nada. Nosotros fundamos Cilsa con fines deportivos. Todo lo fuimos realizando como parte de nuestras necesidades, pero distintos acontecimientos nos hicieron abrir la mirada. Eso sí, la evolución fue constante. No recuerdo haber tenido un año malo. Y cuando hubo un estancamiento deportivo, como consecuencia del cambio generacional, se dio la explosión de Cilsa como institución social.