La necesidad de aprender

En Tailandia empeñan oro para la “vuelta al cole”

  • Comienza este lunes el regreso a las aulas y con él una de las épocas más prósperas para el negocio prestamista, en la que muchas familias sólo pueden afrontar los gastos escolares sacrificando sus objetos de valor.

Redacción El Litoral

Agencia EFE

En la casa de empeños estatal del distrito capitalino de Bangkapi, un viejo reloj de pared marca las nueve en punto de la mañana mientras varias mujeres esperan cabizbajas e inquietas a que alguien las atienda.

Un hombre serio y uniformado pronuncia en alto el nombre de una de ellas, que se dirige con nerviosismo hacia el mostrador mientras se quita una cadena de oro del cuello y la coloca sobre la encimera.

En apenas un minuto obtiene de vuelta, por debajo de la enorme verja de metal que la separa de la dependienta y que está anclada al techo, un grueso fajo de billetes que le permitirá pagar libros de texto, uniformes y zapatos.

“Es la tercera vez que vengo a la casa de empeños. Estoy en el paro y necesito estos 10.000 bat (alrededor de 280 dólares) para los gastos escolares de mis dos hijos”, asegura Maliwan, mientras guarda el dinero en uno de sus bolsillos.

Esta tailandesa de 39 años explica cómo los gastos totales de la vuelta al cole rondan “el 50 por ciento de los ingresos de la familia” y admite que se trata de una manera “sencilla y rápida” de obtener liquidez “sin grandes intereses”.

Una conductora de moto-taxi, que prefiere mantenerse en el anonimato, irrumpe de repente en la estancia con el mismo objetivo: obtener “dinero rápido” para pagar la matrícula de sus niños, que en un colegio público está en torno a los 70 dólares por semestre, aunque el precio varía de un centro a otro.

En el colegio público Triam Udom Suksa, por ejemplo, si el programa escogido por los padres es en inglés, el precio se cuadruplica hasta los 548 dólares, y en el caso de uno privado, como el Panchasap School, puede alcanzar hasta los 983 dólares.

HISTORIAS

Pero en el pequeño habitáculo también hay sitio para otras historias alejadas de las aulas.

La joven Sayamol y su novio se han acercado a empeñar algunas joyas familiares para poder pagar parte de los 849 dólares que les costará organizar el funeral del padre de ella.

“Somos clientes habituales”, reconoce la muchacha, que explica cómo ésta es la única forma posible de financiar unos fastos fúnebres que en el país suelen durar más de una semana, durante la cual el difunto descansa en un templo que lo dispone todo para que familiares y amigos acudan a velarlo.

El director de la sucursal de Bankapi, Supachai Phupiupha, muestra con gesto solemne una caja con algunos de los objetos empeñados más valiosos: un reloj de pulsera de la marca Rolex, varias medallas de oro de estilo tailandés, un par de brazaletes de brillantes y varios anillos con piedras preciosas incrustadas.

“Normalmente entran unos 300 clientes al día, pero con la vuelta al cole llegamos a atender a unas 1.000 personas”, comenta Supachai, quien apunta que los relojes, los anillos de diamantes y las joyas de oro son los objetos que más empeña la gente.

“Antaño los clientes se avergonzaban porque los objetos que empeñaban eran muy mediocres. Sin embargo hoy en día sólo aceptamos oro, diamantes o similares”, afirma el responsable de la casa.

Por su parte, el director de la Oficina Gubernamental de Casas de Empeños en Tailandia, Mana Kleangthong, considera que “aunque el empeño está mucho más aceptado socialmente que hace unos años, todavía hay gente que se siente avergonzada”.

Según el oficial, el país cuenta con un alto nivel de deuda doméstica que el negocio prestamista estatal ayuda a paliar, gracias a intereses más bajos, alrededor de un 1,25 % -frente al 2 % que suelen cargar los bancos o el 3 % de los establecimientos de compraventa de oro.

Aunque los tailandeses “no tenemos disciplina en cuanto al dinero”, reconoce Mana, la mayoría de la gente que empeña objetos de valor los recupera a lo largo de los cinco meses de que disponen para la devolución del dinero.

“Pues también tenemos un fuerte sentido de responsabilidad ante la deuda”, asegura.