En la Cumbre Mundial Humanitaria, la ONU ya muestra limitaciones

Por Shabtai Gold (dpa)

¿Qué es más importante, poner fin a décadas de crisis humanitarias en países como Sudán del Sur o Congo, o a los ataques contra hospitales en zonas de conflicto como Siria o Libia? ¿Es necesario tener que elegir?

La Cumbre Mundial Humanitaria de la ONU que se celebrará el lunes y el martes en Estambul pretende responder a esas preguntas, entre otras. Pero el simple acto de tener que priorizar las preocupaciones ya ha desatado las primeras diferencias.

La organización Médicos Sin Fronteras (MSF) anunció a comienzos de mes su retirada de la cumbre alegando que no se van a abordar las cuestiones más urgentes, como la mejor forma de responder a la gente que lo necesita y proteger a los trabajadores humanitarios.

“El año pasado, 75 hospitales gestionados o apoyados por MSF fueron bombardeados”, señala Florian Westphal, director general de MSF en Alemania, alegando que el evento de la ONU va a permitir que “los gobiernos se libren de la culpa” por esos ataques.

Siria es el principal ejemplo. El gobierno retira ayuda de los camiones que se dirigen a las áreas rebeldes bajo asedio y su aliado, Rusia, lleva a cabo ataques aéreos contra escuelas y clínicas de forma reiterada.

Pero no sólo Rusia: el hospital de MSF en la norteña ciudad afgana de Kunduz fue destruido el año pasado por un ataque aéreo estadounidense que mató a 42 personas, entre ellos, 24 pacientes y 14 trabajadores.

Otros países, como los Estados del Golfo, son supuestamente responsables de bombardeos de hospitales en Yemen y Libia.

Y no sólo Médicos Sin Fronteras se ha mostrado molesta con la cumbre. También lo ha hecho Rusia, temiendo que la ONU esté demasiado centrada en las organizaciones humanitarias e ignore las prioridades de los países miembro.

Y mientas tanto, la ONU, como de costumbre, se encuentra a sí misma intentando mediar entre ambas posturas.

El propio secretario general de la organización, Ban Ki-moon, fue desplazado cuando era niño durante la guerra de Corea y según las fuentes, la decisión de celebrar la cumbre y abrirla a Organizaciones No Gubernamentales fue suya.

Según la ONU, 125 millones de personas necesitan ayuda humanitaria. Si todos ellos vivieran en un país, sería el noveno mayor del mundo. De ellos, 60 millones, más o menos la población de Francia, son desplazados.

“Si 125 millones de personas dependen de ayuda es necesario juntar a todos los actores implicados para debatir cómo hacerlo mejor. Las cosas tienen que cambiar”, sostiene Herve Verhoosel, portavoz de la cumbre.

El mundo no está sólo siendo escenario de nuevos conflictos, sino que tiene que lidiar con más crisis sin resolver que aumentan el número de personas en situación de necesidad.

Sudán del Sur por ejemplo, combina la amenaza del hambre con la violencia, mientras Congo ha estado en necesidad casi constante de ayuda humanitaria desde mediados de los 90, lastrado por los efectos colaterales del genocidio de Ruanda nunca resueltos.

Incluso, sabiendo que Siria será un problema para los próximos años, existe un amplio consenso de que falta una planificación a largo plazo.

Ello significa que habrá más niños sin educación, ante la dificultad de la escolarización en esas condiciones. Además, al tratarse de un proyecto de varios años, es considerado menos urgente que por ejemplo proporcionar alimento. A largo plazo, sin embargo, provoca una mayor dependencia de la ayuda.

“Hay 37 millones de niños en zonas de conflicto sin acceso a la educación”, señala Hannah Stoddart de War Child, un grupo humanitario basado en Londres. “El sistema humanitario en conjunto le está fallando a los niños”.

Bajo el sistema actual, gran parte de la ayuda entregada a quienes la necesitan, está muy por debajo de sus requerimientos reales.

Mientras las agencias de la ONU y sus socios han señalado que necesitan 20.000 millones de dólares este año para enfrentar las necesidades humanitarias, hasta el momento sólo han recibido 1.500 millones.

La ONU espera que la cumbre pueda ayudar a cubrir esta laguna, así como a lanzar un proceso para garantizar un mejor gasto de los fondos. Y es que una de las principales quejas recogidas por funcionarios de la ONU se refiere a la ineficiencia de la organización.

Pero serán los afectados por los conflictos y los grupos humanitarios que los ayudan quienes finalmente determinarán si la cumbre acaba sólo en palabras u obtiene resultados reales que permitan que más niños vayan a la escuela, que llegue más ayuda a la gente vulnerable y más criminales de guerra sean llevados ante la Justicia.