editorial

Es momento de actuar con responsabilidad

  • Los efectos de la escandalosa detención de López dependerán de lo que la sociedad argentina haga con ella.

La cinematográfica detención del ex funcionario kirchnerista José López mientras intentaba esconder cerca de 9 millones de dólares en el predio de un monasterio llegó en un momento muy particular. El hecho se produjo apenas unas horas antes de que la Cámara de Diputados de la Nación se aprestara a tratar el proyecto de ley ómnibus que habilita el pago de haberes atrasados a jubilados y, paradójicamente, el blanqueo de capitales.

Pero no fue éste el único hilo conductor entre la Cámara Baja y el escándalo de López. La sesión arrancó con un hecho inesperado: el legislador por Cambiemos, Pablo Tonelli, pidió que también se incluya en el temario el proyecto de resolución para que se autorizara el allanamiento a los domicilios del ex ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, que no estaba en el recinto.

Hace poco más de 40 días, el juez federal Luis Rodríguez había ordenado allanar la casa de De Vido por una causa donde lo investiga por supuesto enriquecimiento ilícito. Sin embargo, el allanamiento no fue posible porque el ex funcionario kirchnerista blandió los fueros que lo protegen en su carácter de diputado nacional.

La propuesta de Pablo Tonelli naufragó, ya que el FPV-PJ no apoyó la moción. Un rato antes, el diputado Héctor Recalde (FPV-PJ) había reconocido que “López es un corrupto”, pero con total desparpajo sostuvo que no hay razones para vincular a De Vido con el accionar delictivo de quien era su subordinado directo en el Ministerio de Planificación.

¿Qué haría cualquier ciudadano honesto que se viera injustamente relacionado con un corrupto y por ese motivo la Justicia intentara allanar su domicilio particular?

La respuesta es bastante simple: si no hay nada para ocultar, abriría las puertas de su casa para aventar todo tipo de dudas. Sería una forma verdaderamente sencilla de limpiar su honor y buen nombre.

De todos modos, a esta altura de las circunstancias lo más probable es que, si De Vido tuvo en su domicilio algún elemento que pudiera incriminarlo, hace rato que se encargó de trasladarlo a otro sitio. Aún así, es evidente que el ex ministro se muestra nervioso. Si bien ocupó un lugar preponderante en las administraciones kirchneristas, siempre prefirió mantener un perfil bajo. Ahora, todas las miradas se posan sobre él.

Para algunos, la detención de José López puede representar una suerte de momento bisagra. Un antes y un después para el kirchnerismo. Para otros, el caso representa lisa y llanamente el final del relato que se instaló durante más de una década en la Argentina.

Sin embargo, la historia reciente del país muestra demasiadas experiencias que dificultan el optimismo. El ensayista Alejandro Katz acaba de advertir que los efectos de la escandalosa detención de López dependerán de lo que la sociedad argentina haga con ella. Una sociedad que no dudó en hacerse cómplice de un régimen poderoso, a cambio de subsidios al por mayor y promesas de prosperidad.

Poco antes de que Cristina Fernández resultara reelecta con el 54% de los votos en 2011, ya habían estallado escándalos de corrupción. Los argentinos sabían que el gobierno había permitido a Schoklender y Hebe de Bonafini malgastar 700 millones en el programa Sueños Compartidos; que un puñado de funcionarios -y amigos del poder- se habían enriquecido en tiempo récord y que el Indec mentía de manera flagrante. Sin embargo, poco importó.

La gran pregunta en estos momentos es si la mayoría de los argentinos están decididos a romper su lábil complicidad con gobiernos corruptos, o apenas está embelesada con la nueva foto de un personaje rodeado de dólares.

La historia reciente del país muestra demasiadas experiencias que dificultan el optimismo.