Messi igualó el récord de Batistuta...

En Santa Fe se tira una pelota y tiembla la red

Uno nació en Reconquista y el otro en Rosario. Si Argentina alguna vez quiso ser el granero del mundo, nuestra provincia se empeñó en aportar tantos goles como trigo. Los 54 goles de Messi llegan en un país, Estados Unidos, que se apasiona por el fútbol sólo por él.

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El número 54. Messi corre detrás del arco a festejar su gol ante Venezuela, mientras el balón descansa en el fondo de la red. La “Pulga” sigue adueñándose de récords. Foto: EFE

 

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Boston, Estados Unidos)

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“El 70 ú 80 por ciento de las camisetas celeste y blanca que ves, no es de argentinos, sino de norteamericanos, japoneses o de donde fuere, que se hicieron hinchas nuestros por verlo a Messi”, se escucha decir con razón —y hasta con admiración— a cada paso que uno da y se encuentra con argentinos. Entonces, esta locura que despierta un solo hombre justifica plenamente que haya sido acá el momento en el que consiguió igualar un récord que llevaba muchos años de vigencia, con muchas chances no sólo de superarlo, sino de hacerlo en ese contexto que Lionel Messi está deseando más que todos: el de ser campeón.

Haber llegado a 54 goles no significa disminuir la gran trascendencia del hombre al que empardó. Batistuta fue, es y seguirá siendo un terrible goleador que, por distintos motivos, se vio frustrado en los tres Mundiales que jugó. Sus números han sido notables. En esos tres Mundiales (1994, 1998 y 2002), jugó 12 partidos y marcó 10 goles. Y con la Selección hizo los 54 goles en 77 partidos, con un promedio de 70 por ciento de notable eficacia. La historia lo ha puesto en un pedestal, al igual que a Messi. Con la diferencia de que Bati ya gritó campeón dos veces en Copa América y Messi, a pesar de los 54 goles que convirtió con la Selección, todavía espera ese grito reivindicatorio. Si es que algo más necesita su incomparable talento.

Pensar que hubo grandes figuras —grandes goleadores también— que con menos, consiguieron más. Nadie le quita a Maradona aquella gloria en México ‘86 ni a Kempes lo mismo, en Argentina 78. La imagen de Diego convirtiendo el mejor gol de la historia del fútbol mundial ante los ingleses y la de Kempes guapeando entre los holandeses en la final, sigue dando vueltas en el carrusel de los hitos del fútbol argentino. Tienen lo que no tuvo Batistuta ni lo que, hasta ahora, ha logrado Messi a nivel de Selección. Paradójico.

El Bati jugador ya es pasado e historia. Nadie le quitará lo conseguido, aunque su nombre ha quedado eclipsado a partir de ahora. Messi se despachó ya con su misma marca goleadora, pero con sus 29 años que cumplirá el viernes que viene, tranquilamente puede pensar que tiene por delante un tiempo prudencial para conseguir el doble propósito que ahora persigue. Uno será accesible (superar los 54 goles); el otro, se puede conseguir en una semana (el título de campeón de América) y después, soñar con que a los 31 (una buena edad todavía), pueda levantar la copa del mundo.

Sus declaraciones van de la mano de su apego a este equipo. No sé si será, como dicen, que pone jugadores y técnicos. No me imagino, por su personalidad, con semejantes delirios de divo insoportable, sabelotodo y todopoderoso. No lo es. No parece tener ese perfil. Y si alguien o algunos lo han consultado —empezando por los mismos entrenadores—, no me parece desubicado que se lo quiera hacer sentir cómodo y en armonía.

Este furor de Messi en un país que no reporta pasiones ni desbordes por el “soccer”, llevándolo al plano de un as del béisbol o de la NBA, ha tenido su condescendencia con los cuatro goles convertidos que le permitieron igualar la marca del mayor artillero que tuvo la Selección en su historia. Está contento Messi, pero más lo estará si el equipo sale campeón. Él y muchos de esta generación de jugadores ganadores en lo individual pero todavía no en lo colectivo, sueñan y hasta añoran una vuelta olímpica reivindicatoria. Se le viene negando desde hace dos años y ellos lo saben. Si el domingo que viene, en el Metlife de Nueva Jersey, Argentina está ahí otra vez, la presión para Messi no será la de convertir un gol —si antes no lo hace con Estados Unidos— y superar a Bati. Su presión será salir campeón. Por él, por sus compañeros y por un pueblo futbolero cuyo exitismo requiere de estas cosas. Somos así y creo que nadie nos cambiará. Aunque algunos nos neguemos a aceptar que a la historia solamente la pueden escribir los que ganan.

...Y volvió la credencial

Desde ayer, el enviado de El Litoral a la Copa América recuperó la credencial, algo que lo obligó, en los otros partidos, a presenciar los mismos desde la tribuna de los magníficos estadios y no desde los lugares asignados a la prensa. Desde varios sectores se movilizaron con mucha eficacia, no sólo en Estados Unidos sino también en nuestro país. Al margen de una nota enviada por Adepa a la organización, hubo una gestión concreta y directa de los jefes de prensa de los seleccionados de Chile y Argentina para que se restituya la citada credencial. En tal sentido, fue destacable no sólo la inquietud y preocupación del cuerpo técnico encabezado por Juan Antonio Pizzi (la credencial se le retiró a Enrique Cruz luego de una foto tomada con el santafesino, que dirige a la Selección trasandina), que cuenta en su integración con otro santafesino, Rolando Carlen, ex entrenador de Colón, sino también de Nicolás Novello, el jefe de Prensa de la Selección nacional, que tuvo una activa participación en la gestión.