editorial

  • La ciudad se encamina a batir un nuevo récord en el número de homicidios.

Acostumbrados a la violencia

 

El hecho de que tres personas mueran asesinadas en una balacera callejera debería horrorizar a cualquier comunidad. Sin embargo, nada de esto sucede en la ciudad de Santa Fe, acostumbrada desde hace demasiados años a convivir con niveles inusitados de violencia.

Esto fue lo que sucedió durante la noche del sábado último en pleno barrio Santa Rosa de Lima. Por motivos que se investigan, tres integrantes de una misma familia fueron acribillados a balazos. Dos de ellos, recibieron el tiro de gracia en la cabeza mientras agonizaban. El otro sobrevivió algunas horas más, hasta que falleció en el hospital Cullen.

En lo que va del año, en el departamento La Capital se produjeron alrededor de 80 homicidios -la cifra parece incrementarse en cuestión de horas-. Con estos números escalofriantes, todo indica que en 2016 se batirán nuevos récords de asesinatos.

La presunción no es antojadiza. El año más violento del que se tiene registro en el Gran Santa Fe es 2014, con 156 homicidios. Con el promedio actual, esta cifra podría ser superada. Y eso no es todo: por lo general, la mayor cantidad de asesinatos se produce durante los meses de calor, cuando hay más gente en la vía pública y se ingiere mayor cantidad de alcohol. Frente a estos antecedentes, no resulta descabellado pensar que lo peor está por venir.

Los fiscales de la Unidad Especial de Homicidios del Ministerio Público de la Acusación no cesan en su trabajo. Sin embargo, reconocen que en muchos casos no se logra atacar las verdaderas causas de la violencia extrema.

En otras palabras, puede que den con el paradero de los asesinos. Pero esto no significa que puedan acabar con las problemáticas que provocan tantas muertes violentas.

En ese marco, los fiscales están convencidos de que las peleas por territorios para el narcomenudeo juegan un rol preponderante. Una lectura superficial podría indicar que numerosas muertes se producen por meras discusiones callejeras. Pero en la mayoría de los casos existe un trasfondo vinculado con la venta de drogas.

Otra causa de tantas muertes radica en el desalojo violento de viviendas, un fenómeno que se multiplica en numerosos barrios de la ciudad. Tal como lo informara El Litoral, en reiteradas oportunidades, existen bandas que merodean por la ciudad y literalmente se apoderan de casas particulares. Sus moradores, aterrados, suelen huir hacia otros barrios.

Asimismo, la presencia de armas de fuego contribuye a incrementar la cantidad de muertes. Si estas armas no estuvieran al alcance de los violentos, lo más probable es que los enfrentamientos no terminarían con tanta facilidad en desenlaces fatales. En este sentido, las evidencias indican con claridad que una preocupante proporción de este armamento proviene de fuerzas de seguridad o, incluso, de la Justicia misma.

Gran parte de la sociedad santafesina no parece tomar conciencia de la gravedad de la situación. Quizá porque no se trata de un fenómeno nuevo y el paso del tiempo produjo un temerario acostumbramiento a convivir con estos niveles de violencia.

Durante los últimos años, desde el Estado se anunciaron distintas iniciativas de carácter social y en materia de seguridad, tendientes a mejorar las condiciones de vida y el vínculo entre los vecinos.

Lamentablemente, la realidad indica que, al menos hasta ahora, no se han logrado los resultados esperados.

Los fiscales están convencidos de que las peleas por territorios para el narcomenudeo juegan un rol preponderante.