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Osvaldo Aguirre: “Leer a Juanele nos hace ver de otra manera el mundo”

  • “Una poesía del futuro”, libro publicado en 2008 que reúne seis entrevistas a Juan L. Ortiz, vuelve a la librerías bajo una nueva edición a cargo de Osvaldo Aguirre y con novedosos aportes.
 

Redacción El Litoral

Agencia Télam

“Una poesía del futuro”, libro publicado en 2008 que reúne seis entrevistas a Juan L. Ortiz (1896-1978), vuelve a la librerías bajo una nueva edición a cargo de Osvaldo Aguirre, y no sólo incluye todos los reportajes disponibles que se le hicieron a Juanele sino también aportes novedosos como el encuentro que mantuvo con la poeta Juana Bignozzi en 1968, entre otros materiales.

Publicado por Mansalva, el libro presenta notas de Francisco Urondo, José Tcherkaski, Jorge Conti, Carmelina de Castellanos, Carlos Tarsitano, Tamara Kamenszain, Ricardo Zelarayán, Guillermo Boido y Alicia Dujovne Ortiz, entre otros, que abordan el universo del poeta entrerriano: su juventud política, la distancia con Buenos Aires, el recuerdo de Gualeguay, la vida en Paraná, su viaje a China, la compañía de su esposa Gerarda Silvana Irazusta y la importancia del río en una obra marcada por la presencia del paisaje.

Osvaldo Aguirre habla sobre esta nueva edición del libro y explica que “el conjunto permite ver de otra manera a Juanele respecto de la edición anterior, y sobre todo apreciar en detalle los modos en que relata su historia y su formación como poeta y a la vez las figuras que él representa para quienes lo entrevistan”.

- ¿Cómo nació la idea de compilar las entrevistas y trabajos periodísticos que abordan la figura de Juanele?

- Aguirre: Surgió cuando me puse a ver la bibliografía de Juanele en la edición de su obra que publicó la Universidad Nacional del Litoral. Había un corpus de entrevistas con autores particularmente interesantes, como Juana Bignozzi, Ricardo Zelarayán y Guillermo Boido. En 2008, trabajando en el Festival de Poesía de Rosario, se lo propuse a Francisco Garamona, que lo impulsó con muchas ganas y bancó la edición. En ese momento la idea fue hacer una selección de las entrevistas. El proceso de edición resultó intenso y productivo porque lo hicimos en un par de meses, contra reloj, para presentar el libro en el festival. En definitiva quedó algo muy lindo.

- ¿Cuáles son las diferencias de esta edición con la publicada en 2008, además de la cantidad de reportajes?

- La principal es que, al pensar con más tiempo en una nueva edición, ya con la perspectiva de incluir el conjunto de las entrevistas, emprendí una investigación en busca de textos desconocidos. Así aparecieron varias entrevistas que no formaban parte de la bibliografía. Algunas por casualidad -por ejemplo, la que salió en Primera Plana la descubrí un día en la Biblioteca Nacional cuando estaba siguiendo un tema completamente diferente- y otras por referencias de lectores o hallazgos en otros archivos, como la que publicó la revista Familia Cristiana y cuyo recorte encontré entre los papeles de Francisco Gandolfo. La reedición agrega un prólogo con mayor desarrollo que el anterior y un apéndice con un texto de Salvadora Medina Onrubia sobre la llegada de Juanele a Buenos Aires, en 1914, importante como documento de su período de juventud, y una entrevista donde Juana Bignozzi recuerda las circunstancias en que lo entrevistó a Ortiz, en 1968, cuando recién se iniciaba su descubrimiento periodístico.

- “Yo les pregunto a los que protestaban contra la generación anterior porque no los entendían, ¿por qué ellos ahora ignoran a la que los sigue?”, se pregunta Juanele en una de las notas publicadas en el libro. ¿Considerás que en esa reflexión se resume la mirada hacia el futuro que tenía el poeta?

- En principio tiene más que ver con sus reflexiones sobre el ambiente literario. Un punto de inflexión en su historia personal, tal como lo reelabora en varias entrevistas, es el momento en que decidió volverse de Buenos Aires, donde había vivido varios años, y radicarse en Entre Ríos. Juanele se vuelve desencantado, con un fuerte rechazo al ambiente literario, y entonces comienza a pensar su lugar como poeta en la provincia. Ahí aparece la referencia a Antonio Machado sobre la prueba de soledad en el paisaje, tan importante en ese sentido; Machado, Aimé Césaire -de donde toma la relación de la poesía con la revolución- y Rainer Maria Rilke -en particular la idea de que se escribe por necesidad- son los vértices de su reflexión. La imagen que ha cristalizado, volviendo a lo anterior, es la de un poeta solitario y desconocido, cuyos escasos contactos ponen más bien de relieve el aislamiento en el que se encuentra. Pero estudios recientes nos muestran que no eran tan así; por ejemplo, en la antología “Estas primeras tardes y otros poemas para la revolución” (2012), Agustín Alzari reconstruye una trama cultural y política donde Juanele tuvo una participación muy activa. Me parece que Juanele señala un acto de mezquindad típico de los escritores que demandan reconocimiento pero son incapaces de valorar a los demás. Ahora bien, la idea de la poesía del futuro en Juanele también comprende la superación de esas cuestiones, tal como la plantea en la conversación con Juana Bignozzi.

- ¿Cuáles fueron, a tu criterio, los motivos por los que Juanele dejó de ser visto como una figura marginal y empezó a ser frecuentado, visitado y admirado a partir de los 60?

- Hubo varios. La edición de “En el aura del sauce”, por parte de la Editorial Biblioteca, dispara su descubrimiento periodístico, y es así como lo entrevistan los principales diarios y revistas. Las visitas de los poetas jóvenes a Juanele preceden a la publicación del libro, como muestra la entrevista de José Tcherkaski, y aquí aparece un segundo factor, que es la movida de una generación de escritores que reivindican a Juanele como centro de una nueva tradición: Francisco Urondo, que ya lo menciona como tal en un texto de 1952, Hugo Gola, Saer. Por otra parte, en una época altamente politizada, Juanele tenía un perfil igualmente atractivo con su militancia juvenil en el comunismo, su ideario anarquista, el viaje a China de 1957 y la idea de que “poesía y revolución son dos cosas paralelas”.

- ¿Cómo definirías el legado poético de Juan L. Ortiz?

- Como un conjunto de recursos y posibilidades para escribir más poesía y para pensar el lugar y la responsabilidad del poeta. Leer a Juanele nos hace ver de otra manera el mundo, nos vuelve más atentos y sensibles para comprender que en el paisaje no hay solamente paisaje, como él decía, sino muchas presencias que lo trascienden o lo abisman. Para desarrollar ese oído “sereno y sutil” que él reclamaba para escuchar lo que habitualmente pasa desapercibido y saber que la poesía “nos habla de las cosas que inquietan”.