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Fuertes repercusiones tras la publicación del informe Chilcot

  • Ayer se conoció una investigación oficial según la cual el Reino Unido se unió en 2003 a la invasión a Irak, liderada por Estados Unidos, antes de haber agotado las opciones pacíficas y sobre la base de información de “certeza no corroborada”. El escándalo no se hizo esperar.
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Acusados. George W. Bush estrecha la mano del ex primer ministro británico Tony Blair en 2004. Ayer un informe concluyó que ambos funcionarios lideraron una polémica invasión aun cuando el expresidente iraquí Sadam Husein no suponía una amenaza. Foto: Agencia EFE

 

Redacción El Litoral

Agencias EFE/DPA

“Hemos llegado a la conclusión de que el Reino Unido decidió unirse a la invasión a Irak antes de que se hubiesen agotado las opciones pacíficas para el desarme” aseguró ayer John Chilcot, líder del equipo de investigación que produjo el informe de unas 2,6 millones de palabras conocido como “The Chilcot report”. “La acción militar en aquel momento no era el último recurso”, agregó.

Las respuestas de los involucrados no se hicieron esperar.

Por ejemplo, el exprimer ministro australiano John Howard, quien llevo a su país a participar en 2003 en la guerra de Irak, admitió hoy que “errores en la inteligencia” encaminaron al conflicto armado, tras la publicación del informe británico que cuestiona los motivos de la invasión.

El exmantario, no obstante, aseguró que “no se mintió” y que en ese momento compartía los puntos de vista de Tony Blair, ex primer ministro británico: “de otro modo mi Gobierno hubiera adoptado otro enfoque”.

“Creo que la decisión de ir a la guerra en Irak fue justificada en aquel momento y no me retracto de ello porque pensé que era la decisión correcta”, subrayó Howard al canal australiano ABC.

El 18 de marzo de 2003, el entonces presidente estadounidense George W. Bush le pidió formalmente a Howard la participación de las tropas australianas en la intervención militar en Irak, que después se materializó con el envío de unos 2.000 soldados.

Por su parte, la ministra australiana de Exteriores, Julie Bishop, rechazó este jueves que Howard deba disculparse ante el pueblo australiano por la decisión y apostilló que la medida también contó con el apoyo de la oposición laborista.

“Recuerdo bien que entonces Kevin Rudd (quien era el portavoz de Asuntos Exteriores de los laboristas) nos instaba a continuar nuestro apoyo a EEUU. Fue una postura bipartidista en relación a Irak”, remarcó Bishop.

“El Gobierno australiano, tanto laboristas como liberales y el Parlamento australiano serían responsables”, expresó la ministra al defender la participación australiana y al enfatizar que la decisión se tomó en base a la información disponible.

Por otro lado, el actual diputado australiano y exanalista de inteligencia Andrew Wilkie pidió que tanto Howard como el ministro de Exteriores de la época, Alexander Downer, sean responsabilizados por la participación de Australia en Irak.

Wilkie, cuyo apoyo puede ser decisivo para la formación de un eventual Gobierno minoritario en Australia tras los comicios del sábado, reclamó que se abra en su país una investigación como la de Chilcot.

Sin autocrítica

Ayer, el expresidente de EE.UU. George W. Bush, principal impulsor de la guerra de Irak (2003-2011), dijo no haber leído el informe Chilcot y se mostró convencido de que el mundo es un lugar mejor sin Sadam Husein.

En un comunicado, el portavoz de Bush, Freddy Ford, explicó que el expresidente estadounidense no ha tenido aún ocasión de leer el informe Chilcot y que, “pese a los fallos de inteligencia y otros errores que él ha reconocido anteriormente, sigue creyendo que el mundo entero está mejor sin Sadam Husein en el poder”.

“(Bush) está muy agradecido por el servicio y sacrificio de las fuerzas estadounidenses y de la coalición en la guerra contra el terror. Y no hubo aliado más fuerte que el Reino Unido bajo el liderazgo del primer ministro Tony Blair”, aseguró Ford.

En la misma vereda, el otro acusado, el ex primer ministro laborista Tony Blair afirmó que, en base a la información con la que contaba en ese entonces, tomaría la misma decisión hoy en día.

Blair admitió que se cometieron “errores de planificación y de proceso” en el papel británico en la invasión liderada por Estados Unidos pero añadió: “Tomaría la misma decisión (nuevamente)”.

“Creí que era lo correcto basado en la información (disponible)”, apuntó el entonces premier. “El costo de la inacción hubiera sido aún mayor” que el de una invasión, aseguró.

“Aprender de los errores”

Otra fue la postura del actual presidente estadounidense, Barack Obama, quien si bien no tuvo que ver con esta polémica guerra, sí ha tenido que “tratar con las consecuencias de la funesta decisión” de la invasión de Irak en 2003, por lo cual aseguró que es importante que “aprendamos las lecciones de esos errores pasados”, tal como indicó su portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest.

Al ser preguntado en su rueda de prensa diaria por el informe británico Earnest subrayó que “lo cierto es que el presidente Obama ha tenido que tratar con las consecuencias de esta funesta decisión durante todo su mandato”.

“Y los próximos presidentes probablemente tendrán que hacer lo mismo”, agregó el portavoz de prensa, quien reconoció que no había tenido la oportunidad de leer las 6.000 páginas del documento.

Por ello, Earnest subrayó que “es importante que -ciertamente los EE.UU., hablando de nuestro país aquí- aprendamos las lecciones de esos errores pasados”.

Remarcó, además, que “la oposición del presidente Obama contra la invasión de Irak es bien conocida”.

El ex primer ministro laborista Tony Blair afirmó que, en base a la información con la que contaba en ese entonces, tomaría la misma decisión hoy en día.