Mesa de café

Cuando el pasado se transforma en presente

Por: Remo Erdosain

Volvió el frío, pero para los residentes del bar el frío, mientras haya café caliente y diarios, no es una mala noticia, mucho menos un impedimento para hacer lo que más nos gusta hacer: conversar y conversar, mientras transcurren las horas de la mañana y desde las ventanas contemplamos el trajín de la gente caminando por la peatonal.

José, que está mirando el noticiero de la televisión, comenta fastidiado:

—¿Hasta cuándo van a seguir hablando de la compañera Cristina?, parece que no tienen otra cosa de qué hablar.

—¿Y se puede saber de qué querés que hablemos? -pregunta Marcial.

—De los jubilados, de las tarifas, de la pobreza...

—Todos regalitos que nos dejaron ustedes... ¿o vos comprás el relato de que en la Argentina de la que te dije no había pobres, los jubilados eran felices...?

—Las tarifas eléctricas eran accesibles...

—Eso es cierto -dice Abel-, más que accesibles estaban regaladas... El único problemita es que al Estado sus proveedores no le regalaban la energía, motivo por el cual estábamos en rojo, es decir al borde del colapso energético.

—Típico de los peronistas: la fiesta de los demagogos y después todos en el horno -sentencia Marcial-. Venezuela es un hermoso espejo donde mirarse.

—Ustedes los gorilas siempre encuentran motivos para joder a los pobres o para quitarles lo poco que tienen.

—Te recuerdo -observa Abel-que el subsidio a la energía no favorecía a los pobres, sino a las clases medias y altas.

—Todo lo que quieran, pero yo les pediría que de una vez por todas dejen de hablar de lo que hicimos o dejamos de hacer y hablen de lo que está haciendo este gobierno, de los desastres que están haciendo en contra del pueblo.

—Vamos por parte -digo- que se hable del gobierno que se fue no es un capricho de Macri, sino una necesidad de la gente, que no termina de asombrarse con lo que hicieron durante doce años.

—Es, con la diferencia del caso -continúa Abel- como cuando llegó la democracia y la gente empezó a enterarse de las atrocidades cometidas por los militares...

—¿Y eso qué tiene que ver con lo que estamos hablando?

—Que la sociedad tiene derecho a asombrarse, enojarse, autocriticarse, cuando se hace público que en aquellos años estuvimos gobernados por asesinos como ahora estuvimos gobernados por ladrones.

—Siempre las exageraciones -se queja José-, puede que haya habido algún acto ilícito en este gobierno...

—¿Algún acto, solamente algún acto? -pregunta Marcial con su sonrisa inefable.

—Sí, algún que otro acto. En cualquier gobierno puede haber un corrupto.

—En cualquier gobierno normal puede haber un corrupto -digo-, pero en este caso lo que se debería decir es que en el kirchnerismo puede que haya habido algún funcionario decente, porque la mayoría fueron corruptos. O para expresarlo con otras palabras: lo que vale para un gobierno normal no vale para el kirchnerismo, para quien la corrupción fue una pasión absoluta.

—Ahora entiendo qué querían decir con el “vamos por todo” -reflexiona Abel- vamos por todos los fondos, por todos los negocios, por toda la plata...

—“Éxtasis”, como decía don Néstor abrazándose a la caja fuerte -reflexiona Marcial.

—El problemita de fondo compañero José -observa Abel- es que ustedes tienen la culpa de que no podamos entretenernos criticando a Macri, porque cuando no nos enteramos de que el Morsa vendía efedrina y mandaba a asesinar a socios disidentes, nos enteramos de que López y Julio De Vido recorrían conventos de noche o que Florencia posee cajas de seguridad con millones de dólares, o que Recalde cobraba un diezmo a los empleados de Aerolíneas...

—No es necesario extenderse en las enumeraciones, lo que se ve, lo que se sabe, lo que se huele, es que con este gobierno donde se toca sale mugre.

—A mí ustedes me hacen acordar a los gorilas de la Libertadora; también en aquellos años decían que Perón era corrupto y violaba menores. Además, yo puedo admitir errores, pero lo que no admito es que me lo presenten a Macri como un héroe nacional... Macri... hijo de uno de los empresarios más corruptos de la Argentina.

—No tiene la culpa de ser hijo.

—Máximo y Florencia tampoco la tienen, pero cobran sin lástima... Macri no sólo es hijo, sino que es un tipo convencido de que el capitalismo ideal de la Argentina es el que le permitió a su padre ser multimillonario con la patria privatista, la patria contratista...

—Preguntás si Perón violaba a alguien... violar no violaba -observa Marcial-, a Nelly Rivas la conquistó con su consentimiento y, de paso, premió a sus padres regalándoles una casa.

—¿Quién fue Nelly Rivas? -pregunta Abel.

—Una señorita de la UES que tenía catorce años y que Perón conoció cuando las chicas iban a hacer gimnasia a la residencia de Olivos. ¡Catorce años contra sesenta y cinco!; al Chivo Trujillo el macho Perón lo dejó hecho un poroto... —No hace falta que nos vayamos a sesenta años atrás -digo-, eran otros tiempos y otros problemas; yo lo que diría de todos modos es que la que te dije no se puede comparar con Perón, le queda grande la comparación...

—Yo creo que tenés razón -consiente Marcial-, pero convengamos que de todos modos el kirchnerismo fue y es peronista. Y todas sus atrocidades tienen que ver con esa cultura: concentración del poder, descalificación de los adversarios, demagogia, despilfarro de recursos... peronismo de alta escuela en definitiva.

—¿Y esto que tenemos hoy qué es? -pregunta José-, ¿macrismo de alta escuela?

—Yo no sé bien qué es -respondo-, pero desde ya sé quién soy yo.

—¡Qué querés decir con eso?

—Sencillamente, que no voy a ser, como ustedes, un alcahuete de este gobierno; que si comete errores lo voy a criticar...

—Yo pienso lo mismo -dice Abel-, pero por ahora a este gobierno lo apoyo por una sencilla razón: por primera vez en doce años la violencia, la patota, no provienen de la presidencia. Macri se equivoca y acierta como cualquier hijo de buena vecina, pero es un presidente que no inspira miedo y no agrede a la gente con la cadena nacional y mucho menos divide a la Nación entre réprobos y elegidos. Después podemos seguir conversando de todo lo demás: las tarifas por los servicios públicos, los sueldos a los empleados públicos, las inversiones, la coparticipación a las provincias, las políticas culturales... todo se puede y se debe discutir, pero es importante que después de todo lo que pasamos tengamos un gobierno normal, con todas las luces y sombras que pueda tener un gobierno normal.

—No comparto -concluye José.

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