Un retrato de la grieta de Occidente

Un retrato de la  grieta de Occidente
 

Laura Osti

“Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi”. (“Il Gattopardo”, Tomasi di Lampedusa,1896-1957, duque de Palma y príncipe de Lampedusa).

“Fuocoammare” es la sexta película del italiano Gianfranco Rosi (1964), una producción que se anota en el rubro “documental”, aunque se puede considerar “fronteriza”, una mezcla sutil de documento y ficción. Fronteriza, precisamente, es la naturaleza de esa isla del Mediterráneo que geológicamente pertenece al continente africano, pero políticamente depende de la administración italiana, considerada el territorio peninsular ubicado más al sur.

Allí se instaló Rosi durante un tiempo, en 2014, con la intención de llevar a cabo un registro de la vida que llevan los habitantes en ese lugar del mundo, que se ha constituido en los últimos tiempos en el punto de arribo de miles de inmigrantes sin documentación provenientes de Libia, Túnez y otras regiones de África.

La mirada de Rosi intenta abarcar los detalles más significativos de este lugar, hoy convertido en ícono de la tragedia más desgarradora que sacude a Europa: el constante flujo de personas que huyen de África, buscando desesperadamente salvar sus vidas de lo que consideran una muerte segura, con un atisbo de esperanza de no perecer en el intento y llegar a ser rescatados por las brigadas italianas que vigilan permanentemente el mar, tratando de captar la presencia de botes o de precarias embarcaciones atestadas de personas que se dirigen hacia allí. Una realidad cruel y dolorosa, cada vez más frecuente en esa región.

La cámara de Rosi muestra las características del paisaje, su vegetación semiárida y el mar con sus costas encantadoras y atractivas, principal fuente de trabajo y de alimentación de sus pobladores y lugar también apropiado para el esparcimiento, lo que incluye, además de pesca y navegación, prácticas de buceo.

En ese ámbito, enfoca la atención sobre un muchachito de 12 años, habitante originario del lugar, que vive con su padre pescador y su abuela. Samuele, el pequeño protagonista, lleva a Rosi a recorrer los lugares secretos que él conoce muy bien, como niño curioso, mostrándole particularidades del terreno y de la naturaleza de la isla, además de aspectos relacionados con la educación escolar que recibe y la vida cotidiana de una familia típica.

Rosi también muestra la rutina del centro de vigilancia, con su equipamiento de rescate. Una tarea que suele ser dura y muchas veces desgarradora. El personal que trabaja allí está entrenado para el rescate de náufragos en condiciones extremas. Están acostumbrados a ver muchos desnutridos, deshidratados, enfermos y también gran cantidad de cadáveres, entre ellos, muchas mujeres y niños.

En el lugar, se desempeña un médico que tiene que atender a todos, vivos y muertos, para llevar un registro. A cada náufrago que llega a Lampedusa se le toma una fotografía y se le pregunta su lugar de origen, se constata su estado de salud y se trata de dar la asistencia sanitaria que cada uno requiere. El médico se explaya ante las cámaras, tratando de explicar las sensaciones y las emociones que le suscita su trabajo, al que lo siente como un deber humanitario, aunque muy ingrato, porque lo llena de dolor e impotencia ante lo irreversible de la situación.

Rosi también registra algunos rescates en el mar y la vida que llevan, los que logran salvarse, en un centro para refugiados, que es prácticamente un lugar de confinamiento, de donde no pueden salir ni tampoco pueden interactuar con los habitantes de la isla. Pero, aunque no lo dice explícitamente, al parecer no todos los inmigrantes que sobreviven terminan allí, ya que se puede ver a algunos semi-integrados en la población. ¿La diferencia entre unos y otros? el origen y el color de piel, quizás...

En el film hay momentos bucólicos y distendidos; otros, adustos y reservados, como son sus pobladores, y también entretenidos, como la música que emite la radio del lugar y que escuchan todas las amas de casa.

“Fuocoammare” ofrece un retrato de apariencia veraz, sin emitir comentarios, opiniones ni juicios. Solamente se limita a mostrar, evitando las exageraciones amarillistas, y centrándose en Samuele, el niño, cuyo desenvolvimiento en muy diversas situaciones es el verdadero soporte del film y un hallazgo que se agradece por la frescura y la naturalidad con que se desempeña ante la cámara.

buena+

Fuocoammare

  • Idem, Italia-Francia/2016. Dirección y fotografía: Gianfranco Rosi. Guión: Gianfranco Rosi, sobre una idea de Carla Cattani. Edición: Jacopo Quadri. Elenco: Samuele Puccilo, Maria Signorello, Pietro Bartolo, Maria Costa, Giuseppe Fragapane, Francesco Paterna, Mattias Cuccina, Francesco Mannino. Productores: Donatella Palermo, Gianfranco Rosi, Serge Lalou, Camille Laemle, Roberto Ciccutto, Paolo Del Brocco, Martine Saada, Olivier Pere. Duración: 108 minutos. Calificación: apta para mayores de 13 años. Se exhibe en Cine América.

El pequeño Samuele Puccilo, protagonista de “Fuocoammare”, del director italiano Gianfranco Rosi.

Foto: Zeta Films