La situación social y laboral

Schmid: “En la CGT, el clima está para que se desate una protesta antes de fin de año”

  • Uno de los 3 secretarios generales de la CGT adelantó que todos los gremios van a pedir una compensación salarial por el incremento de la inflación.
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Para Schmid, de concretarse el llamado al pacto social, será tarde.

Foto: Guillermo Di Salvatore

 

Gabriel Rossini

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Uno de los tres secretarios general de la CGT, Juan Carlos Schmid, dijo que la visión de la centra obrera es de “prudencia y firmeza” y advirtió que “hay mucha incertidumbre hacia adelante”. “Este proceso de marchas y contramarchas, ensayos, errores y rectificaciones en algún momento tenía una valoración pero creo que cada vez genera mayor desconfianza”.

—Mayor desconfianza y malhumor social. Hoy, el malestar de la gente se nota más.

—La provincia de Santa Fe está en una situación muy delicada. Leí algunos informes sobre la apertura importadora y hay algunos rubros como los chacinados, porcinos, hortalizas, frutas, la industria liviana, el calzado que han sido afectados.

—Un cambio de conducción de la CGT ¿implica también un cambio de actitud respecto al gobierno nacional?

—No. Nosotros nunca descartamos una medida de protesta generalizada. Lo que queremos es ir desarrollando una estrategia porque soy de los que piensan que con sólo una protesta no arreglamos nada, al otro día la situación sigue igual. Tenemos que tener la capacidad de influir en los acontecimientos políticos sin que esto signifique que nos embanderemos detrás de una determinada fuerza política.

—Volvió a hablarse de que el presidente iba a convocar a sindicalistas y empresarios para discutir un pacto social. ¿Cree que en esta etapa histórica del país puede funcionar?

—Tarde. Esto le debería haber hecho el primer día de gestión junto con un informe sobre el estado general de la Nación. Ahora, tiene que resolver los problemas que heredó y que generó. Hay despidos suspensiones, caída del salario, retracción del consumo y una abrupta caída de la actividad económica e industrial.

—Creo entenderle que a usted le parece más un pedido de auxilio que una medida surgida de la convicción.

—Normalmente, la clase política argentina cuando quiere hacer un pacto así lo ve como un síntoma de debilidad. Es un error gravísimo.

—Desde afuera, da la impresión por los discursos que se escucharon que terminó la fase negociadora del movimiento obrero con el gobierno de turno y que ahora empieza otra más confrontativa.

—En realidad, la fase confrontativa empezó hace algunos años. El sector al que pertenezco (que es el de Moyano) paralizó al país dos veces. Recuerdo muy bien nuestras demandas: la primera era un aumento de emergencia para los jubilados. Lo vuelvo a ratificar. El segundo era modificar el sistema tributario, no sólo Ganancias, también el IVA. Otro reclamo era la inseguridad que debe ser tratado como un capítulo aparte porque la primera línea de los caen víctima de la violencia urbana son los trabajadores. El que tiene plata pone rejas, contrata seguridad privada, pone cámaras o se muda a un barrio cerrado. Al que se levanta a las 5 de la mañana y agarra la bicicleta para ir a trabajar, le roban todos los días y no lo defiende nadie.

—¿Tienen idea en qué consiste este proyecto de Ganancias que el gobierno va a mandar al Congreso para que entre en vigencia el año próximo?

—Si de verdad hubiera una voluntad política para arreglar la situación, entonces que en el próximo aguinaldo no cobren Ganancias. Ahí les voy a creer.

—¿Cree que hay sectores de la sociedad que quieren que este gobierno no termine?

—Este gobierno fue electo por la voluntad popular. Tiene legitimidad democrática. Los que están planteando eso es lo que muchas veces escucho es una minoría intensa, pero es una minoría. No expresa la voluntad del pueblo.

—De todas maneras, le permitió al gobierno cohesionarse y defenderse diciendo “no lo van a conseguir”.

—Lógicamente. Cuando hablo de una minoría intensa, hay que tratarlo como tal. Si llenan de titulares diciendo que están queriendo que el gobierno se caiga, creo que están generando una falsa intensidad noticiosa.

—¿Cuál es la relación que tienen con el presidente?

—Institucional. Tenemos un diálogo más frecuente que el que teníamos con el anterior. Pero además de confrontar opiniones tiene que haber voluntad de cambio porque un diálogo sin voluntad de cambio nos conduce a la frustración.

—Ahí le puede decir que con el proyecto de reparación de los jubilados y la rebaja del IVA avanzaron.

—Es una mirada del Ejecutivo. Nosotros tenemos otra. Ahí está la confrontación, que no es solamente paro. Es la confrontación de ideas y criterios.

—¿Un paro general está en la agenda?

—No está descartado. El clima que hay es de que efectivamente se desate una protesta.

—¿Están pensado en algún aumento de emergencia antes de fin de año?

—El gobierno cuando lanzó la pauta anual de inflación arrancó con término de referencia (25 por ciento) que quedó totalmente desbordado y está por arriba del 40 por ciento. Naturalmente, todo el mundo va a pedir alguna compensación.

—¿No cree que tener en la economía argentina un tercio de los trabajadores no registrados es una deuda pendiente del movimiento sindical argentino?

—¿Por qué cree que es únicamente nuestro problema?

—No digo que sean los únicos, pero sí los principales responsables.

—En los últimos años, escuché muchas veces eso. Nosotros tenemos una cuota de responsabilidad. Ahora, no tenemos la lapicera para dibujar el trazado económico. A eso, lo hacen los ministros de economía y la gestión política. La capacidad de multiplicar el trabajo también tiene que ver con la actitud empresarial, bastante mezquina y poco patriota, diría yo. Y tiene que ver también con el contexto global. Nuestra cuota de responsabilidad es no haber planteado estos temas con mayor profundidad o darle otro tipo de cobertura. De hecho, el nuevo consejo directivo se ha planteado tener un encuentro con los movimientos sociales de modo que haya un vínculo fuerte con ellos para ver que estrategia nos damos.

Muchas veces, esa gente al trabajo registrado -o al que está incluido, como se dice ahora- lo ve casi como un enemigo, como un privilegiado. Y eso significa ahondar la fractura social.

—Hace mucho que entrevisto dirigentes políticos y todos me dicen que la desigualdad es un drama pero poco se avanzó.

—Y sí, pero es un drama de nuestra clase dirigente, pero también de la sociedad porque todos de alguna manera contribuimos a ese atraso. Nosotros no estamos hablando de algo que no tuvimos. Teníamos una sociedad mucho más justa hasta antes del golpe de Estado, con movilidad social, casi pleno empleo, con una distribución de la riqueza cerca del mitad y mitad. Hemos atravesado un período de 12 años donde tuvimos las bonanzas y algunas desigualdades se achicaron, pero no en la medida que podríamos haberlo hecho, lamentablemente.