BORGES, ENTREVISTADO

La parábola como obra de arte

U-18-TEL91175.jpg

Entre 1983 y 1985, el escritor, editor y periodista argentino Héctor Álvarez Castillo tuvo con Jorge Luis Borges una serie de conversaciones. Esos encuentros, en parte, fueron registrados en el libro “Camino a Babel”. Foto: ARCHIVO

 

Por Héctor Álvarez Castillo (*)

Héctor Álvarez Castillo: —Hablábamos de Jesús, y pienso en lo importante que es comunicarse a partir de un lenguaje que sugiere.

Jorge Luis Borges: —Blake pensaba que las palabras eran parte de la enseñanza, es decir, de la enseñanza de la estética.

H.A.C.: —Por lo estético se llega a mucha gente que tal vez de otra forma permanecería ajena.

J.L.B.: —Blake creía que la educación del hombre debe ser ética, intelectual y estética; él decía que eso había sido dado ya por Jesús, porque esas parábolas eran obras de arte, eran, bueno, como poemas.

H.A.C.: —El “Sermón de la Montaña”...

J.L.B.: —Sí, ¿no?, y metáforas rarísimas, como arrojar “perlas a los puercos”, es rarísimo, ¿no?, son metáforas muy, muy raras.

H.A.C.: —Y los milagros... Todo esto tiene gran parentesco con Heráclito, con los enigmas, con la importancia que le daban los griegos al enigma, los sabios, especialmente; hablar a través de enigmas para que la verdad se revele de una manera distinta a partir de lo que se sugiere. Ahí tenemos el problema de las diversas lecturas que se pueden realizar sobre el mismo texto.

J.L.B.: —Bueno, hay que ver también si es la verdad. Yo he leído una traducción de “La cábala”, y yo me he dado cuenta que eso está hecho no para ser entendido, sino para sugerir cosas, ¿no?; por ejemplo, los textos de “La cábala” no están hechos para revelar, sino para sugerir.

H.A.C.: —Sugieren, sí, y pasan a ser poesía...

J.L.B.: —Sí, por eso yo traté de leer traducciones del Zohar, “El libro de Esplendor”, y veo que están escritas deliberadamente para sugerir cosas, no para revelarlas; como si se pensara que revelar, bueno, que la verdad debe ser descubierta por el que lee, que el libro tiene que ser no una meta, sino un punto de partida para el pensamiento redentor, que es la idea de la poesía simbolista, desde luego, y es la idea de toda poesía decir indirectamente las cosas, es el modo más fuerte de decirlo.

H.A.C.: —Y en la antigüedad clásica, acercándonos a lo que decía Blake sobre la educación del hombre, se intentó con la paideia integrar lo estético con lo ético y lo intelectual. Lo estético era algo que no podía faltar en la apreciación del mundo, de otro modo caemos en el caos. Si faltaba lo estético se perdería el sentido de la existencia.

J.L.B.: —¡Qué gente maravillosa los griegos!

H.A.C.: —El culto de Apolo guarda toda esa fascinación por lo enigmático, así como los Misterios, que de algún modo, a través de diversas transformaciones, han ido llegando hasta nuestros días con el encanto que tienen para el alma libre del laberinto

racional, al que nos hemos entregado algo ingenuamente.

J.L.B.: —Yo cuando estuve en Grecia me sentí tan emocionado, sí...

H.A.C.: —Es uno de los sitios que más se desea conocer...

J.L.B.: —No, yo quiero conocer la China y la India también. Ahora, cuando llegué a Islandia, lloré, me emocionó tanto estar en Islandia.

H.A.C.: —Usted profesa un amor grande por Islandia.

J.L.B.: —Por todo lo escandinavo.

H.A.C.: —Las Eddas...

J.L.B.: —Sí, todo eso; además fue tan mágico todo, porque uno sale de Nueva York, fueron creo cinco o seis horas de vuelo, luego cuando uno llega el reloj marca las dos de la mañana, (Borges realiza una breve pausa, cargando de interés su relato), y está amaneciendo...

H.A.C.: —Claro, es una experiencia mágica.

J.L.B.: —Sí, yo tengo un poema sobre eso, “es el alba en Islandia, y luego es en Islandia el alba, qué maravilla estar en Islandia y que esté amaneciendo”.

H.A.C.: —La otra vez leí poemas de autores noruegos, creo, dedicados a usted; eran sobre las visitas que usted ha hecho a esas tierras, salieron publicados en Clarín.

J.L.B.: —Sí, yo los leí, estuvieron muy generosos con nosotros. Y he recibido la Orden del Halcón de la República de Islandia, ¡Qué lindo!, ¿eh?, me la dieron aquí, en el Hotel Plaza. Al día siguiente recibí no sé qué título de la Academia Francesa y me emocioné menos. Islandia tiene algo que no tiene ningún otro país para mí, ¿no? Francia es admirable, siempre ha sido admirable, pero Islandia es un poco como un tesoro que uno tiene.

H.A.C.: —Usted también ha sido condecorado en la misma Francia.

J.L.B.: —Sí, soy Comendador de la Legión de Honor y Doctor Honoris Causa de la Sorbona. (Pausa). No, porque... es admirable Francia, pero es menos misteriosa que Islandia, desde luego. Cada país como cada persona es único, ¿no?

H.A.C.: —La región del norte de Europa tiene un encanto especial, es el sitio donde se produjeron los últimos asentamientos de Occidente dentro del continente. Es una tierra misteriosa, la tierra de los hiperbóreos.

J.L.B.: —Ya en Escocia uno siente algo raro, si uno viene a Inglaterra, por ejemplo, en Inglaterra usted ve ciudades con casas de ladrillos rojos y techos de tejas, luego usted va a las ciudades de Escocia que miran al Mar del Norte, Dundee, Saint Andrews, son casas de piedra con techos de pizarras frente a un mar gris (Borges va relatando con deleitada morosidad), y del otro lado está Noruega, no sé, es completamente distinto, es otra cosa.

H.A.C.: —Lo que usted cuenta parece un sueño...

Nota: El amor profesado por Borges hacia Islandia está festejado en su obra, además de las referencias realizadas en la charla y de diversas alusiones, en dos poemas singulares: uno de ellos perteneciente a “El oro de los tigres” (1972) -y consagrado en forma directa- es “A Islandia”, y el segundo, incluido en “La cifra” (1981), lleva por título “Nostalgias del presente”, en el cual Islandia pasa a ser una tierra, un sitio especial y único para la unión de los amantes, y en el cual el poeta vuelve sobre la metáfora de la luz y el día.

(*) http://hectoralvarezcastillo.blogspot.com.ar/

(**) “Camino a Babel. Conversaciones con Jorge Luis Borges y otros textos sobre literatura” (Ensayo, Álvarez Castillo Editor, 2004 y Ediciones Ventana Abierta, de Santiago de Chile, 2013).

 

Lo estético era algo que no podía faltar en la apreciación del mundo, de otro modo caemos en el caos. Si faltaba lo estético se perdería el sentido de la existencia.