Jornada en la escuela Juana Azurduy

Cuando la escuela se enriquece con el “saber popular”

Los oficios se transmitieron de padres a jóvenes en esa secundaria del barrio San Lorenzo. Una conmemoración distinta del 12 de octubre.

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En la masa. Susana y Marta, dos vecinas del barrio, enseñaban a los jóvenes a preparar pastelitos, tortas y roscas.

Foto: Mauricio Garín

 

Mariela Goy

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Susana, una vecina del barrio San Lorenzo, cocina a diario varias docenas de pastelitos para sacar unos pesos y “parar la olla” familiar. “Vivo de esto”, dice la mujer de escasas palabras pero manos ágiles para el repulgue de la masa. Por eso, ni lo duda cada vez que la escuela secundaria de sus hijos la convoca a transmitir sus habilidades de panadería a los alumnos.

Esta mañana, se llevó a cabo la 3ra. Jornada de Saberes Populares en la Escuela Secundaria Nº 511 Juana Azurduy, ubicada en Entre Ríos al 3600. Allí, asisten alrededor de 300 adolescentes de los barrios San Lorenzo, Varadero Sarsotti, Chalet y el Centenario, que hoy se entusiasmaron con un día escolar distinto.

Es el tercer año consecutivo que la institución celebra el Día de la Identidad y Diversidad Cultural (12 de octubre), convocando a padres y vecinos de la comunidad para enseñar oficios. “Son todos los saberes que tienen las familias del barrio y que los identifican. Hay gente que hace gastronomía y vive de eso, que hace electricidad, carpintería, jardinería, música. Varios de estos saberes están presentes hoy en la escuela para trasmitirse a nuestros chicos”, explicó la directora Sandra Trevisani.

“Me gusta compartir con los chicos, y ellos se enganchan. No hay que saber nada especial, sólo tener ganas”, aseguró Marta Martínez, otra mamá que colabora siempre en las actividades de la escuela. A su lado, Ramiro y Rodrigo, dos chicos de primer año estaban compenetrados amasando tortas fritas y roscas. “Yo cocino en mi casa así que algo sé”, dijo uno de ellos, mientras que el otro no tiene “ni idea” de gastronomía pero “estoy aprendiendo”, admitió.

En un aula, el profesor Jorge Ríos, junto a una delegación de otra escuela técnica, enseñaba a los demás nociones básicas de electricidad: conexiones, normas de seguridad y llave térmica. Marcos, un alumno de la Juana Azurduy, contó que él se dedica al “rap”, pero tenía ganas de aprender ese oficio.

Decile “sabé” al saber

Micaela le cortaba el pelo a un compañero bien a la moda y con una maquinita.

—¿Te gustaría ser peluquera? -preguntó el diario.

—¡Sabé! -respondió la chica, que enseguida aclaró que “sabé” quiere decir “sí”.

En el patio, el vecino Juan Carlos Ojeda enseñaba a tocar la guitarra, el bombo o la quena, y la música impregnaba toda la escuela. Siempre con rondas de mates, los chicos también se dedicaban a la jardinería y plantaban flores en los canteros del patio escolar, o bien pintaban cubiertas para convertirlas en maceteros. Otros estaban abocados a la carpintería para reparar las sillas rotas de la escuela o bien estaban creando un nuevo mural.

Uno de los talleres rescataba los saberes que tienen que ver con los mitos y las construcciones sociales que están arraigados desde los pueblos originarios hasta acá: la cura del empacho, el uso de hierbas medicinales, etc.

La Escuela 511 surgió en el 2008 con la construcción de aulas anexas a la primaria Pascual Echagüe, para incorporar los tres años que faltaban a la ex EGB 3 y poder brindar así el secundario obligatorio en ese sector de la ciudad. Es un edificio escindido de otro y chico en superficie, pero en el día de los “Saberes” el espacio se agranda para cobijar a un encuentro intergeneracional rico entre jóvenes y adultos.

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A pintar. Un grupo de chicas se ocupó de poner a punto algunas cubiertas que servirán de maceteros para el patio escolar.

Foto: Mauricio Garín