editorial

Graves casos de ciberacoso

  • Al menos 22 chicos santafesinos fueron acosados a través de Facebook desde el extranjero.

No es la primera vez que ocurre y, lamentablemente, no será la última. Sin embargo, por la cantidad de menores de edad afectados, se trata de un caso que sorprende: 22 chicos santafesinos fueron víctimas de un pedófilo que los acosaba a través de redes sociales.

En realidad, los santafesinos no fueron los únicos perjudicados, pues la Justicia determinó que al menos 90 chicos fueron víctimas del grooming o ciberacoso sexual de este hombre residente en el extranjero.

La investigación se denominó Operación Ángel Guardián y fue coordinada por la Fiscalía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba). El trabajo contó con la intervención de fiscales de las procuraciones generales y ministerios públicos provinciales. Entre ellos, el Ministerio Público de la Acusación (MPA) de Santa Fe. En la provincia de Santa Fe, el trabajo fue coordinado con los equipos interdisciplinarios de la Dirección Especial de Prevención y Sanción del Delito de Trata de Personas y la Policía de Investigaciones (PDI).

Para lograr sus propósitos, el acosador utilizó al menos 18 perfiles falsos de Facebook, a través de los que contactaba a las niñas y adolescentes. Las obligaba a enviarle autorretratos y videos de producción casera en los que las menores aparecían desnudas, en posturas y actividades explícitamente sexuales. Según se informó desde el MPA, el hombre logró obtener un total de 1.151 imágenes fotográficas y 101 videos de las víctimas.

Quienes no comprenden la problemática quizá se pregunten si las víctimas no avalaron conscientemente estos abusos. Sin embargo, se trata de una lectura superficial. En primer lugar, porque son menores de edad. Pero, además, porque estos abusadores acorralan psicológicamente a los chicos a través de amenazas que condicionan su voluntad.

En algunos casos, por ejemplo, las víctimas bloquearon en un principio al acosador. Pero casi de inmediato, éste adoptó nuevos perfiles y se presentó ante los mismos chicos como si fuera otra víctima. Así, lograba acercarse nuevamente a ellos y así reiniciaba este juego perverso.

En la Argentina, el grooming representa un delito tipificado en el Código Penal, que establece penas de prisión que van de seis meses a cuatro años. No parece un castigo lo suficientemente severo para quien mediante este tipo de conductas está en condiciones de provocar graves daños a la psiquis del niño o niña.

De todos modos, el monto de la pena no es el principal inconveniente. En realidad, el mayor problema se genera a partir del desconocimiento generalizado de este tipo de situaciones entre los mayores de edad. Especialmente, de padres que desconocen los riesgos de las redes sociales o que subestiman los alcances de este tipo de acosos mediante herramientas tecnológicas.

A estas alturas de las circunstancias, se hace imprescindible volcar todos los esfuerzos en la concientización y educación. No sólo de las potenciales víctimas, sino también de sus padres. La escuela tiene un rol clave en este sentido.

Hace apenas algunos meses, la diputada provincial Verónica Benas presentó un proyecto para crear al menos una unidad especializada en delitos informáticos. El problema excede lo jurídico y plantea la necesidad de sumar técnicos con conocimientos específicos. La experiencia demuestra que los riesgos son demasiado grandes como para seguir subestimando la problemática.