Señal de Ajuste

Los funerales de la tele

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En la siniestra sesión de Luis Ventura, se ventiló que Rosenwasser se creía superior a Marcelo Tinelli, que iba a llegar más lejos según solía decir, y que también estuvo seguro de superar a Susana Giménez.

Foto: Archivo El Litoral

 

Roberto Maurer

El sepelio de Leo Rosenwasser se produjo pasado el mediodía del sábado en el Panteón de Actores y ese mismo día, pocas horas después, antes de que el muerto disfrutara de su primera noche de paz en el Cementerio de la Chacarita, el Buitre Jefe ya se había arrojado sobre sus restos. Desde “Secretos verdaderos”, la televisión lo despedía a través de Luis Ventura, que realizó la autopsia sin descuidar ninguna de las vísceras de la vida y la muerte miserables del cómico fallecido inesperadamente como consecuencia de un paro cardíaco en el apart hotel donde se hospedaba. El corazón se detuvo por la existencia de porquería que llevaba la víctima, según Ventura, una ex compañera de trabajo y un amigo del difunto: “Tenía pocos”, repitieron y casi nadie lo acompañó en ese entierro sin velatorio del cual pasaban imágenes despobladas de concurrencia.

Lo habían echado de Radio Belgrano, estaba sin trabajo y en la calle porque no podía pagar el alquiler ni tampoco la cuota alimentaria de sus dos hijos menores. “Él no se podía bajar del caballo”, aclara el amigo, queriendo decir que el muerto siempre había sido un agrandado. Y lo corroboran con un audio donde Rosenwasser habla y afirma que no comprende por qué la televisión le rechaza un proyecto de cámara oculta a medianoche que cualquier canal del planeta aceptaría con entusiasmo. Ventura y sus acompañantes coinciden: el pobre Leo vivía en el pasado, hoy cualquier pibe te hace un programa con un celular. El mundo cambió sin que Leo se diera cuenta.

Al parecer, su orgullo le impedía arrastrarse pidiendo trabajo en un medio inhumano, y también atribuyeron la muerte al excesivo uso de vasodilatadores que necesitaba para mantener satisfecha en la cama a su pareja más joven.

Rompé, Pepe

Leo se hizo conocido en los noventa integrando la troupe de cómicos baratos de Marcelo Tinelli, que aún hoy se reúnen unidos por lazos fraternos que, según dijo Ventura, el difunto escasamente compartía.

No obstante, sus viejos compañeros lo recordaron en las redes sociales reproduciendo las expresiones que popularizaron a Rosenwasser, algo alejadas de una literatura elaborada: “Panaderoooo”, “Rompé Pepe”, “Osoooo”, “Mirá como te meneo”. El propio Tinelli escribió un conmovedor “Chau Leo querido”.

En la siniestra sesión de Luis Ventura, se ventiló que Rosenwasser se creía superior a Marcelo Tinelli, que iba a llegar más lejos según solía decir, y que también estuvo seguro de superar a Susana Giménez cuando lanzó un programa que fue bajado a los tres meses del debut.

Además, revelaron la existencia de un epitafio que Rosenwasser escribió y dejó a un amigo, en el cual se autodefine sin humildad como alguien adelantado en veinte años a su tiempo.

A esa altura, el inventario de los defectos del finado había superado holgadamente a sus magras virtudes. Por supuesto, se ventiló el escándalo de su separación que hace unas semanas llegó estrepitosamente a los programas de la tarde, en los cuales, Rosenwasser acusó a su ex esposa de ser una borracha agresiva que además se empastillaba y no quería trabajar. El hijo de 16 años, tal vez con patrocinio legal, logró detener el horror.

Refiriéndose a los medios y a la indiferencia de la ingrata farándula, Ventura concluyó con un “este ambiente es así”. Daba para escalofríos, fue como si hablara del nazismo. Un régimen donde Luis Ventura es jerarca.

La muerte no te abuena

Hasta Jorge Rial fue más delicado y respetuoso, y sabio, se podría decir, cuando abrió “Intrusos” con la noticia de la muerte de Leo Rosenwasser hablando como un pastor. Ésta es una parte de su largo discurso, en el cual sostiene que “la muerte no te abuena”, critica a Rosenwasser la decisión de abandonar a los hijos y afirma que no será hipócrita:

“Vamos a iluminar todo el personaje. Murió de un ataque del corazón. Todos morimos de un ataque del corazón. El tema es saber cómo llegó a ese momento y si se podía haber salvado. Si alguien no comentó un error o qué pasó. Por eso digo, uno en este momento respeta el dolor y la muerte. Pero Leo en estos últimos tiempos no era el que nos hacía reír. Era un hombre que había tomado una decisión de vida, absolutamente comprensible, rehacer su vida, pero había dejado de lado todo lo demás. Y vivió en conflicto todos los últimos meses... Después él se enojó, se puso violento con nosotros, nos mandó carta documento. Por eso, no le vamos a hacer esa despedida como le hacen los que no le daban laburo y usan las redes sociales para demostrarte a vos que son buenos y que lo querían. Mentira. En las redes sociales queda bien mandar dos o tres tuits”.

Más brutal fue un ciudadano anónimo que en las redes sociales definió el arte de Leo Rosenwasser: “Un gran representante del humor basura y traicionero, no te vamos a extrañar, fuiste lo peor del humor argento”.