Este viernes

Kuczynski será el primer presidente latinoamericano recibido por Trump

De la Redacción de El Litoral

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Iñaki Urdangarin, cuñado del rey español Felipe VI, podrá seguir en libertad hasta que la sentencia que lo condenó por corrupción el viernes a seis años y tres meses de prisión sea firme y solo tendrá que comparecer mensualmente en un juzgado en Ginebra, donde reside junto a su familia.

Según informaron medios españoles, el esposo de la infanta Cristina, de 49 años, también debe comunicar al tribunal que lo condenó cualquier desplazamiento fuera de la Unión Europea (UE), así como cualquier cambio de residencia.

El fiscal anticorrupción Pedro Horrach había solicitado para Urdangarin prisión provisional eludible bajo una fianza de 200.000 euros. Finalmente, el tribunal desestimó esta medida.

Esto significa que el cuñado del rey Felipe VI podrá esperar en libertad la resolución de las apelaciones a la sentencia que lo condenó, un proceso que podría demorarse hasta un año.

La situación es similar para Diego Torres, ex socio de Urdangarin en el Instituto Nóos, una entidad sin fines de lucro a través de la cual ambos desviaron fondos públicos. Condenado a ocho años y medio de prisión, él también quedó en prisión provisional sin fianza.

La decisión del tribunal de Baleares llega seis días después de la notificación de la sentencia del llamado “caso Nóos”, uno de los mayores escándalos de corrupción de la historia reciente de España, que golpeó la imagen de la monarquía española.

La infanta Cristina, de 51 años, fue absuelta de los dos delitos fiscales de los que estaba acusada. En enero de 2016, con el inicio del juicio en Palma de Mallorca, se convirtió en el primer miembro de la familia real española en sentarse en el banquillo de los acusados.

El “caso Nóos”, por el que fueron juzgadas 15 personas además de Urdangarin y la infanta, se convirtió en un “martirio” para la casa real española. El rey Juan Carlos I abdicó en 2014 en su hijo Felipe tras una crisis de imagen sin precedentes en la institución.

Con la llegada al trono del nuevo monarca, sus dos hermanas salieron oficialmente del núcleo de la familia real. Cristina, sin embargo, había sido apartada ya antes ‘de facto‘ de la agenda oficial.

Deportista ejemplar

Nacido en la localidad vasca de Zumárraga en 1968, Urdangarin se casó en 1997 con Cristina de Borbón, a la que había conocido un año antes en los Juegos Olímpicos de Atlanta. Era entonces un reputado jugador de balonmano, bien parecido y con 1,96 metros de estatura.

Creció en una “buena familia”, de padre banquero y madre aristócrata, y se educó en escuelas de prestigio.

En el año 2000 se convirtió en el primer miembro de la familia real española en conseguir una medalla olímpica. Fue en los Juegos de Sydney, donde la selección española de balonmano se hizo con el bronce. Poco después, a los 32 años, se retiró del deporte.

Entonces, instalado en Barcelona junto a la infanta Cristina, empezó a trabajar como directivo en empresas intermediarias en el mundo del deporte.

En 2004 fue elegido vicepresidente primero del Comité Olímpico Español (COE), un paso criticado por algunos medios españoles porque simultaneaba ese puesto “con sus negocios de marketing deportivo”.

Los rumores sobre las actividades ilícitas del Instituto Nóos -que había fundado junto a un profesor del master de negocios que cursó y que ahora también será juzgado- comenzaron a extenderse en 2005 y su imagen empezó a ensombrecerse al filtrarse los detalles de su gestión al frente de este organismo sin ánimo de lucro.

Su nombre empezó a ocupar los titulares de la prensa española y en diciembre de 2011 llegó el primer gran golpe para la familia real española con su imputación.

En medio del escándalo, el rey Juan Carlos lo apartó de los actos oficiales por su comportamiento “no ejemplar”. Un año después, su perfil fue borrado de la web de la institución. Desde ese momento, la imagen pública del esposo de la infanta Cristina se fue deteriorando.

Desde 2013, Cristina y Urdangarin residen en Ginebra (Suiza) junto a sus cuatro hijos. Allí se mudaron en medio de una gran presión mediática y social por el “caso Nóos”, que en total sentó a 17 personas en el banquillo de los acusados en enero de 2016.

La trama sumió a la monarquía en una de las mayores crisis que se recuerdan en España, hasta el punto de que en junio de 2014 el rey Juan Carlos abdicó en su hijo, Felipe VI.

De la Redacción de El Litoral

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DPA

El peruano Pedro Pablo Kuczynski se convertirá mañana en el primer presidente latinoamericano que visite a su homólogo estadounidense, Donald Trump, desde que éste asumiera el cargo hace cuatro semanas.

El populista Trump recibirá desde las 15:00 horas locales a Kuczynski, un liberal ortodoxo, para intercambiar opiniones sobre temas de interés bilateral.

“Vamos a hablar sobre todo de proteger el libre comercio en el mundo, de las perspectivas políticas y de nuestros conciudadanos que viven en Estados Unidos (unos 600.000)”, anticipó el mandatario peruano.

“Un tema fundamental es la perspectiva económica, porque es nuestro segundo mercado de exportación”, añadió.

Según el jefe de gabinete del Perú, Fernando Zavala, no está claro si los mandatarios hablarán del ex presidente Alejandro Toledo, cuya entrega solicita la Justicia peruana por presunta corrupción y de quien se sospecha que aún se halla en Estados Unidos, donde reside.

Hace 11 días, en una conversación telefónica de la que surgió la invitación, Kuczynski le pidió a Trump la deportación de Toledo, sin que se sepa cuál fue la respuesta.

El pedido fue criticado por analistas peruanos como Gustavo Faverón, pues supuestamente estimula la deportación de un residente legal cuando el mundo le pide a Trump moderación con los ilegales, y, por otro lado, puede fortalecer el argumento de la persecución política.

En los últimos días, expertos peruanos reconocieron que la deportación es inviable porque Toledo reside legalmente en Estados Unidos, por lo que se tendrá que recurrir al formato de la extradición, un procedimiento más lento y complejo.