Una bala para Gardel

Una bala para Gardel

El avión en el que viajaba Gardel poco después que cayera en el aeropuesrto de Medellín, Colombia.

por Roberto Oscar Reyes

Después de producida la tragedia de Medellín, que costó la vida a la máxima expresión del tango cantado, se verificó que en uno de sus pulmones se hallaba alojado un proyectil de arma de fuego. Esto dio lugar a conjeturas acerca de una presunta reyerta en el avión cuando éste se disponía a despegar que habría tenido incidencias en el accidente. Sin embargo, no fue así.

La causa más probable fue una suerte de “carrera” para ganar la pista entre el piloto de la máquina y el de otra de la empresa “Manizales”, tradicionalmente rival de la que transportaba a Gardel y sus guitarristas.

La causa real de la instalación de esa bala en uno de los pulmones del gran cantor, fue un disparo que le ingresó por la espalda el día 11 de diciembre de 1915, precisamente el día en que cumplía 25 años, en inmediaciones del Palais de Glace, donde el “Morocho” había ido a festejar con unos amigos su cumpleaños.

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Un entredicho ajeno

Inmediatamente después de lo ocurrido, fue llevado al Hospital Fernández, donde los médicos consideraron de alto riesgo operarlo para extraerle el proyectil, por lo que prefirieron esperar la evolución, la que fue favorable, a punto tal que llevó alojada esa bala en uno de sus pulmones el resto de su vida, sin que esto le impidiera cantar, como lo hizo hasta el día del accidente.

Sobre las circunstancias que rodearon al hecho aparecen dos versiones, aún cuando no están discutidos la fecha, el lugar del suceso y la recuperación del cantor, no obstante lo que significaba llevar una bala en un pulmón.

Según una versión que escuché en el programa “Tango City Tour” en una emisora de FM local que lo reproduce, en el grupo que festejaba el cumpleaños se encontraba Elías Alippi, quien a la salida del Palais de Glace sostuvo un entredicho verbal con los integrantes de otro grupo, hasta que Gardel intervino mediando para que esta discusión no pasara a mayores. Cuando todo parecía calmado y se retiraban en un automóvil, desde otro vehículo que ocupaban quienes habían tenido el entredicho con Alippi, y los habían seguido, se realizó un disparo que impactó en la espalda de Gardel con el resultado conocido.

Los ajustes de cuentas y las relaciones en el submundo de la “gente pesada” eran habituales en el Buenos Aires tumultuoso de aquellos tiempos, y especialmente en Avellaneda, antes conocida como Barracas Sur.

Venganza y despecho

La otra vertiente sostiene que a Gardel lo esperaba a la salida del Palais de Glace un sicario de Juan Garesio, dueño del cabaret Chantecler, y pareja de la administradora del local, Giovanna Ritana, quien aparece en los versos del tango de Enrique Cadícamo “Adiós Chantecler” (“De entre aquellas rojas cortinas de pana, de tus palcos altos que ahora no están, se asomaba siempre madama Ritana, cubierta de alhajas, bebiendo champán”). A sabiendas de que Gardel tenía relaciones con la administradora, Garesio había decidido tomar venganza y por eso mandó a un matón suyo a hacerse cargo del cantor, efectuándole un disparo por la espalda. Lo que sigue, concuerda con la primera hipótesis.

La recuperación de Gardel no conformó a Garesio, quien quería repetir el atentado. El “Morocho” lo sabía, y entonces habló con un admirador suyo, con el que además mantenía una estrecha amistad, un tal “Ruggierito”, cuyo nombre era Juan Nicolás Ruggiero, hombre de confianza del caudillo conservador Alberto Barceló, intendente de Avellaneda, quien mandó a sus muchachos a visitar a Garesio, y decirle que a él no le caería bien que a Gardel le pasara algo, porque en ese caso, se podía incendiar el Chantecler.

Eso determinó a Garesio a desistir de su propósito y conformarse con lo ocurrido la primera vez, ya que Ruggierito era conocido en el ambiente como un hombre “pesado” y de palabra y el Chantecler era en esa época el cabaret más importante y lujoso, al estilo de los mejores de París y una fuente de ingresos muy valiosa que no quería perder.

Dos versiones

Cuál es la verdadera historia, es algo que quedó en el tiempo, pero los ajustes de cuentas y las relaciones en el submundo de la “gente pesada” eran habituales en el Buenos Aires tumultuoso de aquellos tiempos, y especialmente en Avellaneda, antes conocida como Barracas Sur.

De las dos versiones, la que más convence es la segunda. Gardel estaba muy vinculado a Barceló, quien según se dice le había conseguido un documento falso donde figuraba nacido en Avellaneda para que pudiera recorrer otros países con su arte, ya que de Francia lo requerían para cumplir sus obligaciones militares en plena guerra mundial. De esto, quedó muy agradecido y solía cantar en Avellaneda en los ámbitos del Partido Conservador al que pertenecía el intendente Barceló.

Dice el historiador y periodista Adrián Pignatelli en su libro “Ruggierito, política y negocios sucios en Avellaneda Violenta 1920-1930”, Editorial Nueva Mayoría (2005): “Más adelante, en el marco de esa relación estrecha con los conservadores de Avellaneda y con Ruggiero en particular, éste le salvaría la vida al cantante al utilizar sus influencias cuando Gardel, luego de ser baleado en un confuso episodio del que logró sobrevivir (1915), temeroso de que fuera enviado otro sicario a terminar el trabajo, le solicitara que intercediese para disuadir a quienes lo querían matar, como en efecto lo hizo Ruggiero, gesto que Gardel nunca olvidaría”.